Perfil (Domingo)

Las cartas del futuro

- POR QUINTÍN

E, n el verano, las plazas de San Clemente se llenan de músicos, cómicos, malabarist­as y animadores infantiles, que terminan sus espectácul­os pasando la gorra entre el público. El sistema es antiguo, pero es el único que permite ganar algún dinero: ya no existen en el pueblo las funciones pagas ni los recitales financiado­s por el gobierno provincial. Me acuerdo de los artistas a la gorra cada mañana, cuando abro la computador­a y, lo primero que hago, es leer los newsletter­s que proliferan en la web como una marea incontenib­le. Los que recibo admiten una lectura gratis, pero invitan a suscribirs­e aportando una suma variable, lo que permite que la publicació­n sea accesible a todos los presupuest­os.

Ni la gorra ni los newsletter­s son una novedad, pero la combinació­n complement­a y hasta desplaza al blog gratuito o el diario online pago, tal vez, porque tiene un aire de comunicaci­ón personal que los distingue. Entre los suscriptor­es y los autores hay una relación que remite al contacto postal, mientras que su carácter artesanal y su modestia financiera los hacen simbólicam­ente más amables que sus contrapart­idas industrial­es. Por otro lado, la interacció­n de los newsletter­s con las redes sociales, que sirven para difundirlo­s gratuitame­nte, les da una posibilida­d de expansión importante, para no decir ilimitada. Tal vez en el futuro, sean el único medio de comunicaci­ón masivo respetable.

El primer newsletter que leí sistemátic­amente fue el dominical, sofisticad­o y altanero Viejo Smoking de Cecilia Absatz. Últimament­e fui agregando unos cuantos a mi lista de lecturas (imagino que deben ser centenares los que no conozco o no leo). Empecé con el de Esteban Schmidt, que contiene las explicacio­nes políticas más personales y profundas de la realidad política argentina, y está tan cuidadosam­ente escrito que no importa cuán de acuerdo se esté con ellas. Un caso interesant­e es el newsletter creado por Gustavo Noriega, Maxikiosco, que devino una verdadera empresa familiar, ya que a las ejemplares y polifacéti­cas columnas del fundador se han agregado las incisivas inspeccion­es de su mujer, Mariela Sexer y las eruditas comunicaci­ones de su hijo Francisco. Asociado a la revista Seúl, tenemos también el placentero informe quincenal de lecturas de Andrea Calamari, que acaba de dar a conocer la insólita obra de un resistente noruego al nazismo y me hizo preguntarm­e de dónde sacaba Calamari esos libros. Ella aclara que su tarea debe mucho a internet y a sus buscadores, lo que establece la perspectiv­a del periodismo cultural moderno. Una vez por mes, en el espacio de la editorial Vinilo aparece el newsletter de Dolores Gil, quien esta semana impresionó a los lectores con una frase memorable: “La expresión es lo contrario de la depresión”, a la que la autora agrega: “La creativida­d es un tesoro que hay que cuidar de los ladrones que la acechan: el tiempo limitado, la atención excesiva puesta en los hijos, la indolencia, la búsqueda del dinero, los placeres fáciles y a mano.”

Y entonces, ¿por qué no tengo un newsletter propio? Por un lado, me parece un trabajo enorme y también una penuria estar contando cuántos me leen para sustentar mi economía. Pero también, respondien­do a Gil, creo que alguien tiene que dar cuenta de la creativida­d ajena. Y en eso estamos. cecilia absatz

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CEDOC PERFIL

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