Perfil (Domingo)

Cuentos pequeños que duelen desde la nieve

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JJONAS ZABALA eff Lemire es una de las voces más contundent­es del cómic norteameri­cano actual. Más allá de los premios, su potencia radica, precisamen­te, en la capacidad de sus relatos de poder ser industrial­es, trabajando para editorial como DC Comics, y poder imponer su personalid­ad incluso en esos terrenos. El ejemplo más obvio es Sweeth Tooth, su historia sobre un niño con cuernos de venado que cruza un mundo distópico con igual dosis de Steven Spielberg y de David Lynch, siempre con la calidez (que no estupidez) de entender cómo funciona una página de cómics. La fuerza de Sweeth Tooth fue tanta que Netflix la hizo serie, incluso frente a cierto desdén que el autor sufrió (hay una famosa anécdota de alguien respondien­do, alguien con poder, “¿quién va a querer ver esto?”). Lemire rescata en sus pasiones, muchas y diferentes, siempre asociadas a contar desde la extrañeza.

Son muchas las historias, pero todas logran un aire diferente, sean superhéroe­s o sea, tal el caso de la recienteme­nte publicada en Argentina maravilla llamada Essex Country, un librazo gentileza de la editorial más importante a la hora de las historieta­s en el país, Hotel de la Ideas (la única que ha logrado desde la independen­cia un modelo que quiere traer relatos distintos, que ha sabido ocupar el rol que los grandes no pudieron, y que tiene en su muestrario autores locales, y nombres, por ejemplo, como Lemire o acaban de editar, a meses de su edición fuera, a Daniel Clowes). Essex Country es ahora un tomo enorme, de tres historias que van encontrand­o su conexión, más allá de su territorio común.

Todo comienza en la granja, la historia de un niño que debe enfrentar el mundo desde que conoce la muerte (la de su madre) y un nuevo hogar (aquí junto a su tío). El niño ama los superhéroe­s, una de esas pasiones de Lemire de las que hablábamos, y la fantasía con capas es lo que le permite sobrevivir a ese desamparo. El segundo relato es el más demoledor, que se sale de moldes y crea una especie de clásico moderno dentro del relato sentido en la historia, lejos de la calzas, y mostrando los ecos de la demencia de una forma nueva, casi destructor­a del romanticis­mo (algo difícil siempre a la hora de la ilustració­n). Y así, junto con la tercera historia, se genera una saga sobre los cuidados familiares, sobre el monstruo de la familia pero también como es ese hogar, sea caverna o estufa, donde no queda otra que volver cuando las heridas no serán rápidas de curar. Al ser historias de las primeras de Lemire, deja en claro su crudeza pero también su pasión, sus ganas de contar sobre el lugar donde creció. El mismo Lemire lo ha dicho: “Crecer enamorado del arte de contar, de los cómics, del arte, de los relatos, me hacía no tener mucho en común con otros chicos. Pero al volver a esa sensación a modo de recuerdo, me permitió reevaluar eso, y no cambiar mi punto de vista, pero sí las luces o sombras que echaba sobre eso. Repensar el lugar donde crecí me permitió reevaluar el lugar que quiero ocupar como narrador”.

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FOTOS: GZA. PRENSA ERICA DENMON
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PERSONALID­AD. P Lemire L es un autor que cruza lo personal c con el relato m mainstream.

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