Perfil (Domingo)

Propuestas económicas para el próximo gobierno, manto de dudas y poca viabilidad

- Primer comentario, surge un problema de timming. La caída del consumo es instantáne­a, mientras que el aumen DIEGO GIACOMINI*

El gobierno de Javier Milei (JM) enfrentará una macroecono­mía al borde de la crisis más grande de la historia. Las crisis se dimensiona­n por el esfuerzo a realizar, la complejida­d de las medidas a tomar y los costos que se deben asumir para poder salir de ellas. De la crisis de 2001/2002 se sal ió fácilmente, ya que se la superó haciendo lo único que los políticos saben hacer: aumentar el gasto público, subir los impuestos más que el gasto público y emitir moneda. Por el contrario, evitar la futura crisis sería mucho más complicado que en 2002, ya que el gobierno de Javier Milei debería bajar los impuestos, reducir aún más el gasto público y, además, dejar de emitir por completo, o sea todo lo contrario a lo que se hizo a partir de 2002.

Al menos en principio, Javier Milei tiene una buena lectura del problema a enfrentar, porque su campaña política se centró en propuestas económicas. Por el lado fiscal, Javier Milei propone el plan motosierra para bajar impuestos y reducir más el gasto público y, así, poder ir al equilibrio fiscal financiero. Dejando de lado que el plan motosierra no es ejecutable en su totalidad bajo el actual sistema de organizaci­ón política gubernamen­tal, la lectura fiscal de JM es correcta. Por el lado monetario, Javier Milei planea dolarizar la economía para cortar de cuajo con la emisión monetaria y así vencer la inflación. Al mismo tiempo, planea abrir el cepo, porque sabe y entiende correctame­nte que el cepo es desequilib­rio macroeconó­mico permanente, es decir, exceso de demanda en el mercado cambiario (dólar creciente) y, por ende, exceso de oferta (dentro de un análisis de equilibrio general) en todos los restantes mercados. En la tendencia de mediano y largo plazo, el exceso de oferta implica inflación creciente (mercado monetario), reducción del PBI per cápita y de la generación de riqueza (mercado de bienes y servicios); caída del poder adquisitiv­o de los salarios (mercado de trabajo); suba del costo de capital (mercado de bonos) y, por ende, menos inversión y, además, más pobreza e indigencia en el plano social.

Al mismo tiempo, JM siempre sostuvo que, para abrir el cepo y dolarizar, antes había que solucionar el problema de las

Leliq y Pases. En este contexto se comprenden las designacio­nes de Toto Caputo y Demian Reidel como ministro de Economía y presidente del BCRA, respectiva­mente. Toto Caputo vendría a traer una solución financiera para las Leliq y Pases, mientras que Demian Reidel vendría a abrir el cepo. Todavía no se sabe que ingeniería financiera habrá, pero probableme­nte habría un canje de las Leliq y Pases por deuda en dólares emitida bajo ley NY. Si esta fuera la ingeniería financiera, el tipo de cambio del canje pasa a ser la variable “clave”. Si finalmente fuera así, a partir de su propia lógica y valuacione­s subjetivas que pueden no ser compar

En principio, Milei tiene una buena lectura del problema a enfrentar, porque su campaña se centró en propuestas económicas

tidas, JM podría pensar que estaría honrando su palabra cuando dijo que “encontrarí­a una solución de mercado y cambiaría una deuda de baja calidad por una deuda de mejor calidad”. Ahora bien, tampoco lo sabemos, pero los nombramien­tos de Toto Caputo y Demian Reidel no deben ser leídos como que la dolarizaci­ón quedó en el olvido. Por el contrario, pueden interpreta­rse como el paso previo a una futura dolarizaci­ón. Es decir, con el problema de las Leliq y Pases y del cepo solucionad­o, podría haber cambios en el equipo económico y encararse la dolarizaci­ón en una segunda etapa.

Más allá de todo lo anterior, lo primero que la ciudadanía debe comprender es que Sergio Massa seguirá teniendo responsabi­lidad (compartida con JM) en los resultados macroeconó­micos que se obtengan en 2024/ 2025. Su herencia fiscal y monetaria así lo determinan. Es clave que la gente entienda esto último para que sus expectativ­as se alineen con los objetivos del gobierno y haya alguna (ninguna) chance (certeza) de éxito. Por el contrario, si la gente no lo comprende, sus expectativ­as pasarán a estar desalinead­as con los objetivos del gobierno, y así toda la política fiscal y monetaria de JM se volvería dinámicame­nte inconsiste­nte y fracasaría. La hipoteca que deja Massa es supina. Por el lado fiscal, sin correccion­es (las habrá), su “plan platita” deja para 2024 una herencia de déficit fiscal primario (6,4%) y déficit fiscal financiero (8,4%) similares a los registrado­s en 2020 con la Cuarentena Delictiva. De acuerdo con nuestro análisis, bajar el gasto público 8p.p. del PBI en solo un año luce cuasi imposible, con lo cual el equilibrio fiscal financiero exigiría por lo menos dos años seguidos (2024 y 2025) de ajuste. Mientras que no se cierre totalmente la brecha, el déficit se deberá financiar con emisión y/o deuda. Por el lado monetario, Massa deja un escenario 2024/2025 totalmente comprometi­do. Un ejercicio (no estimación) es ilustrativ­o en este sentido. Con una inflación promedio mensual de 11,5% en el cuarto t rimest re de 2023, la inflación cerraría en torno a 190% interanual en diciembre de este año. Teniendo en cuenta la convalidac­ión monetaria, el fuerte salto del tipo de cambio oficial que se vendrá y el sinceramie­nto de tarifas que habrá, si en el primer y segundo trimestre 2024 la inflación subiera hasta 18,7% (16,0%) promedio mensual, treparía hasta más de 400% (360%) interanual en el primer semestre 2024. Luego, de ejecutarse un programa monetario exitoso que redujera la inflación a 1/3 durante la segunda mitad del año, con una inflación promedio mensual de 6,2% (5,3%)

Planea abrir el cepo, porque entiende correctame­nte que es desequilib­rio macroeconó­mico permanente.

durante el tercer y cuarto trimestre de 2024, cerraría el año en torno al 290% (230%) interanual en diciembre de 2024. Luego, si el proceso de desinflaci­ón continuara siendo exitoso y la inflación promedio mensual prosiguier­a bajando, el piso del 100% y del 71% de inflación interanual que dejó Guzmán se quebraría aproximada­mente en el segundo, tercero y cuarto trimestre de 2025 respectiva­mente. En pocas palabras, por culpa de Massa, el primer año del gobierno de JM tendrá más inflación que en 2023. Paralelame­nte, JM tendrá que esperar hasta la segunda mitad de 2025 para volver a los niveles de inflación interanual previos a Massa; aun siendo muy exitoso.

Ahora bien, los resultados macro obtenidos serán producto de varias esferas que se retroalime­ntan entre sí: I) cómo se comunica el plan; II) cómo lo recibe el público; III) su construcci­ón y andamiaje técnico y IV) su aplicación al inicio y su posterior ejecución a lo largo del tiempo. Nos ocuparemos del punto III y del punto IV, aportando ideas y resaltando riesgos, respectiva­mente. Nuestro aporte solo pretende mejorar las propuestas de JM, es decir: no las consideram­os óptimas, ni mucho menos que darán el resultado pretendido. Por el contrario, sugerimos potenciale­s mejoras porque somos escépticos con respecto a ellas, tanto en materia de viabilidad como de resultados.

Como ya hemos comentado, el plan económico de Javier Milei tiene dos puntales básicos, el plan motosierra (fiscal) y la dolarizaci­ón (monetario). Sin embargo, se necesita un vaso vinculante que potencie y retroalime­nte ambas esferas en forma positiva para procurar aumentar las chances de éxito. Un blanqueo con vale para cancelar impuestos podría constituir (tampoco hay certeza) un instrument­o válido en este sentido. El problema inicial es que el plan motosierra es en esencia recesivo en el corto plazo, lo cual podría herir de muerte todo el plan económico de JM, quien estaría obligado a “acertar” desde el primer momento; es decir, no tendría margen para errar. La situación sociopolít­ica y económica pareciera así exigirlo. El salto del tipo de cambio oficial, la posterior aceleració­n inflaciona­ria (vía convalidac­ión monetaria) y el sinceramie­nto tarifario generarán una caída del poder adquisitiv­o de los ingresos que impactará negativame­nte en el consumo privado. Luego, el plan motosierra impactará negativame­nte en el consumo público, con lo cual los dos primeros componente­s de la demanda agregada caerán y el nivel de actividad se resentirá en el corto plazo. Por consiguien­te, la única forma de que el plan motosierra sea expansivo (no recesivo) es que la inversión privada más que compense (iguale) la suma de la caída del consumo privado y público.

to de la inversión lleva tiempo, con lo cual prima el efecto negativo en el corto plazo. Además, los efectos expansivos del sector externo, que con el salto cambiario exportaría (importaría) más (menos), también son más lentos que la caída del consumo. En este contexto, se vuelve imperiosa una megaentrad­a de dólares desde fuera del sistema para darle un sesgo expansivo al plan motosierra. De hecho, el proceso de privatizac­iones también lleva tiempo; ergo, no queda otra que intentar un megablanqu­eo que procure ser exitoso en el primer trimestre de 2024. El primer obstáculo es la reputación de la casta política argentina, que le roba credibilid­ad a un nuevo blanqueo. Puntualmen­te, el último blanqueo de Macri fue una estafa para todo el sector privado, que terminó siendo cazado tributaria­mente en el zoológico. En este escenario, el blanqueo necesita un fuerte endulzante para tener chances (no certeza) de éxito. El proyecto de ley de blanqueo debería contemplar un vale para cancelar impuestos nacionales no coparticip­ables por un monto del 40%-30% blanqueado. Los impuestos deberían ser nacionales y no coparticip­ables para intentar que los senadores y gobernador­es no rechacen el proyecto. Paralelame­nte, el proyecto de ley debería crear un mercado secundario en el cual dichos vales puedan ser comprados y vendidos. Procurando incentivar la inversión, dichos vales deberían poder aplicarse a la cancelació­n de todo impuesto nacional y provincial que grave bienes y servicios ligados a la inversión.

Ahora bien, para que el blanqueo pudiera convertirs­e en un puente entre el plan motosierra y la dolarizaci­ón, el gobierno de Javier Milei podría enviar otro proyecto de ley con una reforma que establecie­ra la creación de un sistema monetario y bancario exclusivo en dólares y con encaje del 100%. Todos los dólares blanqueado­s deberían ir a este nuevo sistema monetario y bancario. Todas las operacione­s de la libre celebració­n de contratos en dólares deberían canalizars­e a través de este nuevo sistema. De acuerdo con nuestra visión, y con el propósito de otorgarle reputación y seguridad, este nuevo sistema bancario en dólares debería tener legislació­n offshore y garantía exterior para la banca de inversión de los depósitos a plazo fijo (depósitos a la vista 100% encajados). Obviamente, los bancos públicos no formarían parte de este sistema hasta que no fueran privatizad­os. Sería positivo que este nuevo sistema monetario y bancario estuviera operativo en el país antes de que terminara el primer trimestre de 2024. En un principio, podría cohabitar en forma separada con el actual sistema hasta que el gobierno de Javier Milei terminara de completar su dolarizaci­ón (asumiendo que sigue siendo su principal objetivo de política económica).

Sin embargo, queda el último punto: las grandes dudas. De acuerdo con nuestro análisis, todo el andamiaje institucio­nal juega en contra de que todas estas medidas se aprueben en forma plena. Se necesita un cambio radical de la Ley de Coparticip­ación y de la relación fiscal entre Nación y provincias para que el plan motosierra pueda bajar el gasto público 15p.p. en términos del PBI, como pretende JM. Es una ley especial que entra por el Senado (todas las provincias tienen tres senadores) y se aprueba con mayoría de los miembros, no de los presentes. Hay 18 provincias que tienen incentivos a que la ley no (6, que sí) cambie. Comprendie­ndo esto último, se entiende por qué ni Menem, ni Duhalde, ni NK, ni CFK, ni el actual gobierno saliente pudieron cambiarla; y eso que la provincia de Buenos Aires sería la jurisdicci­ón que más se beneficiar­ía con el cambio. Aun siendo el baluarte peronista con más votos, el peronismo no logró cambiarla. ¿Javier Milei podría cambiarla? Difícil. El problema es que si el gasto público no baja 15p.p. en términos del PBI, la dolarizaci­ón sería percibida como transitori­a y, consecuent­emente, solo traería un alivio circunstan­cial de corto y mediano plazo; aunque se convertirí­a en un gran problema a largo plazo. Segundo, un blanqueo con vale para cancelar impuestos, es decir con un Estado que les paga en lugar de cobrarles a los que blanquean, es una ley que difícilmen­te pase por el Congreso. Obviamente, surgirán diatribas mentirosas que procuren justificar la no aprobación. Sin embargo, la verdad es que los legislador­es no quieren ceder ni poder político ni poder económico, lo cual exige cobrar más impuestos y gastar más dinero ajeno en otros (gasto público). Y justamente, el problema es que el plan motosierra y el blanqueo van en sentido opuesto. Finalmente, la dolarizaci­ón también difícilmen­te sea aprobada por el Congreso y pase el filtro de la Corte Suprema. En definitiva, el sistema tiene todo un andamiaje institucio­nal cuyo objetivo es evitar que pueda haber cambios profundos desde su interior y con sus reglas. Por el contrario, el sistema pone en funcionami­ento todo un esquema de incentivos que procuran fortalecer al Estado y su poder político, permitiend­o que los burócratas avancen cada vez más sobre la propiedad privada y la libertad. Todo cambio en el sentido opuesto solo puede ser parcial y transitori­o. Un circunstan­cial placebo. El sistema se ocupará de que así sea.

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ERNESTO PAGÉS EXULTANTE. Javier Milei, la noche de su consagraci­ón en la segunda vuelta.
 ?? PABLO CUARTEROLO ?? DERROTA. Sergio Massa, la noche del domingo pasado. Para el autor, será responsabl­e de que la inflación en 2024 superará a la de este año.
PABLO CUARTEROLO DERROTA. Sergio Massa, la noche del domingo pasado. Para el autor, será responsabl­e de que la inflación en 2024 superará a la de este año.

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