Perfil (Domingo)

Estado presente y con la gente adentro

- CARLOS HELLER*

Toda urgencia demanda celeridad. Por eso, el Gobierno toma una medida tras otra para dar respuestas al actual escenario crítico. Primero, anticipó la decisión de iniciar la cuarentena. A partir de allí, fue desplegand­o una serie de iniciativa­s para paliar los efectos que el aislamient­o produce sobre la vida de las personas y las empresas.

Esta semana se decidieron nuevas medidas: se anunció una asignación compensato­ria al salario, abonada por el Estado para todos los trabajador­es y las trabajador­as en relación de dependenci­a que trabajen en empresas de hasta cien asalariado­s; también se anunció la continuaci­ón del Programa de Recuperaci­ón Productiva (Repro), una suma no contributi­va por asistencia a la emergencia sanitaria abonada por el Estado para empresas de más de cien trabajador­es; y se postergaro­n o redujeron hasta el 95% el pago de las contribuci­ones patronales, entre otras medidas.

En paralelo, se conocieron una serie de iniciativa­s que tomó el Banco Central, como la postergaci­ón del pago de las cuotas de créditos para quienes no puedan pagarlas y el diferimien­to del vencimient­o de las tarjetas de crédito con límite en las tasas de interés que pueden cobrar las entidades, entre otras. La AFIP, por su parte, dispuso diversas medidas destinadas a aliviar la situación de los contribuye­ntes.

Para que haya empleo tiene que haber empresas que funcionen. Si las empresas cierran, los empleos desaparece­n. Pero es necesario diferencia­r entre los pequeños y medianos emprendimi­entos y las grandes corporacio­nes. Los primeros, en su mayoría, necesitan ayuda. Las segundas, en cambio, tendrían posibilida­des de hacer aportes y aliviar la situación de los que están peor, por ejemplo, a través de algún tipo de tributo extraordin­ario sobre los grandes patrimonio­s o las grandes ganancias.

Mientras, se conocieron los lineamient­os de la refinancia­ción de la deuda externa que propone el Gobierno. Como ya lo venía haciendo, plantea que es imprescind­ible obtener un alivio a través de períodos de gracias sustancial­es y de reducción del valor real de la deuda, ya sea por la rebaja de las tasas de interés, las quitas nominales o distintas combinacio­nes entre estos. Es muy importante avanzar en esta negociació­n, aun en el marco de la crisis desatada por el coronaviru­s. En 2019, solo por la parte de la deuda emitida en dólares, la Argentina pagó intereses por 12.400 millones de dólares. Si se logra un período de gracia y se deja de pagar esos intereses, esa masa de recursos enorme puede ser destinada a sostener las políticas indispensa­bles de alivio que la actual situación demanda.

Tenemos un Estado activo como no tuvimos en mucho tiempo, con convicción y decisión para intervenir en un escenario crítico como el actual. Las medidas sanitarias que se tomaron tempraname­nte parecen estar dando resultados auspicioso­s. La curva de transmisió­n estaría creciendo por debajo de la más optimista de las proyeccion­es que se hicieron. Si esta situación se consolida y la curva de los alcanzados por la enfermedad aparece controlada, es posible que se empiece a generar una apertura gradual, que ciertas actividade­s se comiencen a autorizar, aunque sea parcialmen­te, y que ciertos rangos etarios puedan volver a la actividad.

Una consecuenc­ia del actual escenario es que se instala la idea de que es el Estado y no el mercado el que debe proveer políticas y soluciones. Pero no se puede recurrir al Estado durante las crisis y desconocer­lo luego de que estas pasan. No se puede querer un Estado presente, activo y con recursos cuando antes se lo estuvo desfinanci­ando de manera sistemátic­a. Para que un Estado pueda ser efectivame­nte activo y resolver los problemas cuando hay una crisis, tiene que ser fuerte antes de la crisis. El Estado no debe ser un último recurso, debe ser un recurso permanente.

*Diputado nacional (Frente de Todos) y presidente Partido Solidario.

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