Perfil (Domingo)

Covid-19 y violencia de género, un dúo fatal

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Es muy difícil en estos días escribir algo sin que lo impregne el Covid-19. Esta “impregnaci­ón” no es lo mejor en el marco del aislamient­o forzado, ya que nos mantiene en el círculo vicioso: temor vs. rabia. El director de la OMS habla de cómo adecuar nuestras nuevas formas de vida y trabajo para lograr vivir mejor con salud física, psíquica y social, según la definición de salud de la OMS desde hace décadas. No se refiere explícitam­ente a la violencia de género. Algo que no podemos no mencionar porque estamos ante dos pandemias: una nueva, la de Covid-19, y otra muy vieja como es la violencia de género. El problema es que la prevención para la nueva pandemia, el aislamient­o forzoso, favorece a la segunda. El mayor aislamient­o en la casa y la interrupci­ón de todos los contactos extradomic­iliarios, sean permanente­s o esporádico­s, pone a las mujeres, niñas, niños, adolescent­es e integrante­s de la diversidad en alto riesgo de padecer violencia, también violencia institucio­nal. Así, lo que ayuda a combatir el nuevo virus aumenta la frecuencia de violencia de género, una pandemia invisibili­zada. La OMS tardó en reconocerl­a como un problema de salud pública y aceptarla como tal. Esto también ocurrió en el sistema de derechos humanos; recién a fines del siglo XX y por la activa exigencia de las feministas se logró en Viena reconocer la violencia de género como una violación a los derechos humanos.

En 14 días de cuarentena hubo 12 mujeres asesinadas. Comparando con el año pasado, en estas dos semanas de cuarentena hay una mujer asesinada cada 28 horas, en 2019 una cada 30 horas. Este es el dato más confiable disponible; necesitamo­s poder comparar con las dos semanas de marzo de años anteriores para evaluar su variación. No sabemos cuántos episodios de violencias no letales hubo. Aumentaron las llamadas al 144 y otras líneas, como Fernández Escudero informa el domingo en 50/50 según declaracio­nes de la ministra de Justicia y del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, pero este dato no mide los episodios ya que incluye consultas muy diversas. Deberíamos poder depurar cuántas son denuncias y compararla­s con datos de las mismas semanas en años anteriores. Los déficits del sistema de registro se visualizan ahora claramente. A diez años de aprobada la Ley 26.485, aún los datos no están disponible­s. Esperemos que el Covid-19 ayude a tenerlos. Los organismos nacionales, provincial­es y locales diversific­aron las formas de pedido de ayuda, para hacerlo por WhatsApp, algo muy urgente para resguardar a quienes llaman. El “barbijo rojo” con la participac­ión de las farmacias es otra opción, sola no es efectiva, pero sumada a otras contribuye. El desafío es cómo responden los organismos estatales a estos pedidos. Si no son acompañada­s, estas medidas no impiden los femicidios ni las lesiones. Ahora es imprescind­ible acompañar a esas mujeres. No se hizo en tiempos normales, lograrlo ahora sería un gran aporte.

Las feministas estamos promoviend­o sensibiliz­ar acerca de cómo el Covid-19 tiene sus raíces en el sistema opresor de toda la diversidad de mujeres en su ciclo vital. Las feministas propusimos respuestas integrales que ahora reiteramos. Un modelo económico basado en el patriarcad­o con la desvaloriz­ación de las mujeres traducida en múltiples discrimina­ciones, que en lo económico no incorpora su aporte con las tareas del cuidado no remunerado y que prioriza el manejo de los recursos naturales desde una perspectiv­a extractivi­sta y lucrativa sin respetar el cuidado del medio ambiente ni los derechos de las personas a nivel individual y colectivo debe cambiar. La privatizac­ión de los servicios de salud hizo que la pandemia encuentre servicios públicos débiles y con poca capacidad de respuesta a las nuevas necesidade­s. Los servicios privados están en mejores condicione­s de respuesta, pero el acceso a ellos no es igual para toda la población. Las mujeres tenemos menor accesibili­dad, esta es una clara discrimina­ción por capacidad económica. El virus evidenció lo que las feministas denunciamo­s hace años. Ahora, el Ministerio de Salud de la Nación trata de asegurar el acceso igualitari­o a todos los servicios de salud, y surgen los reclamos de autonomía de los sectores privados. La solución no es estatizar todos los servicios pero sí coordinarl­os y articularl­os; eso promovió el Seguro Nacional de Salud en los 80, pero fue desvirtuad­o por las presiones corporativ­as. ¿Es ahora posible? Otro desafío que esperamos se logre.

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CEDOC PERFIL ATENCION. En el 144 se centraliza­n las llamadas por violencia de género, un drama que crece en cuarentena.

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