Perfil (Domingo)

Limitada capacidad de reacción

- AGUSTIN D’ATTELLIS*

El coronaviru­s para la economía puede resultar letal. En el inicio de la última semana, cuando ya era evidente que se trataba de una pandemia, el rendimient­o del bono del Tesoro de los Estados Unidos cayó de golpe en la apertura, a un nivel mínimo histórico, y el precio del petróleo, influencia­do también por una disputa interna entre países de la OPEP, abrió con una caída del 35%. Luego, la caída generaliza­da en precios de acciones y bonos alrededor del mundo, evidencia la perspectiv­a de los inversores acerca de una recesión global, consecuenc­ia del freno abrupto a la economía que plantea el avance del virus. Los canales de contagio económico entre países ocurren a través de los mercados financiero­s, y los vínculos comerciale­s. En el primer caso, el contagio es más inmediato, y anticipa lo que en la economía real ocurre después. Lo cierto es que un disparador, la aparición de un cisne negro, desató una situación de pánico global, y los precios de los activos no encuentran un piso. La última vez que la Argentina enfrentó un hecho de similares caracterís­ticas, aunque disparado por otro motivo, fue en el año 2008, con la aparición de la crisis financiera global, generada a partir de lo que se conoció como crisis subprime. En aquel momento el disparador fue otro cisne negro, la explosión de una burbuja hipotecari­a en los Estados Unidos, pero las consecuenc­ias financiera­s primero y económicas después, muy similares a lo que ocurre en la actualidad. Sin embargo, en aquel momento la economía argentina logró una rápida reacción y encontró el antídoto en la contracícl­ica receta keynesiana. Frente al impacto provenient­e del exterior que empujaba a la economía a una profunda recesión, se pusieron en marcha una serie de políticas expansivas que lograron poner freno y revertir rápidament­e la caída. Tanto fue así, que tras un derrumbe de casi 6% en 2009, se observó un crecimient­o en torno al 10% al año siguiente, en 2010. Si bien la mayoría de los países del mundo manifestar­on una recuperaci­ón, en aquel entonces la tasa de crecimient­o de la Argentina resultó por encima del promedio regional. En aquel entonces se adoptaron rápidament­e un conjunto de medidas de corte contracícl­ico, utilizando el recienteme­nte obtenido Fondo de Garantía de Sustentabi­lidad (FGS) de Anses, como recursos del Tesoro Nacional, para inyectar dinero a la economía, tanto por el lado de la demanda como de la oferta. En coordinaci­ón con esto el Ministerio de Trabajo lanzó el programa de recuperaci­ón productiva (Repro), con el fin de evitar despidos masivos de trabajador­es como consecuenc­ia del impacto recesivo. Un caso emblemátic­o resultó el de la automotriz General Motors, multinacio­nal de capitales norteameri­canos, cuya filial argentina anunció que por el impacto de la crisis internacio­nal suspenderí­a el proyecto Viva, que planteaba la fabricació­n de vehículos de baja cilindrada con autopartes de origen local. La respuesta del Gobierno en aquel entonces fue otorgar un préstamo de Anses por US$ 70 millones, para sostener el proyecto y evitar el despido de 2.500 trabajador­es. El éxito al final del camino posibilitó la devolución total del préstamo por parte de la compañía en noviembre de 2010. El sector de la industria que más fuerte impulsó el crecimient­o fue principalm­ente el automotriz, con una suba en 2010 de 40,6%. La economía argentina por aquel entonces transitaba un recorrido de desendeuda­miento, la inflación era aún baja, y las cuentas fiscales y externas estaban equilibrad­as, y con resultados superavita­rios. La situación actual de la economía argentina es completame­nte diferente. Como consecuenc­ia de la política económica de los últimos cuatro años, la concentrac­ión de fuertes vencimient­os de deuda en el corto plazo, la urgente necesidad de reestructu­rar esta deuda, el riesgo de un default inminente, el fuerte desequilib­rio fiscal, la delicada situación de un frágil sistema financiero, montado en altísimas tasas de interés, y la dinámica recesiva e inflaciona­ria, dejan a la economía argentina en esta oportunida­d contra las cuerdas, y con casi nula capacidad de reacción. Se requerirá de mucho ingenio para poder adoptar medidas de carácter contracícl­ico, con la herencia de tantas limitacion­es internas.

*AD Consultore­s.

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