■ La intimidad histórica
La dictadura cívico-militar es sin dudas uno de los grandes temas de la literatura argentina contemporánea. Ante la censura de los días oscuros, un camino posible es reconstruir la historia desde la intimidad personal, incluso cuando la ficción mete la cola. La Rote Kapelle, de Marcelo Britos, es uno de esos casos que hay que tener en cuenta para acercarse al pasado objetivo desde el calor de las anécdotas.
A partir de una mirada un tanto ingenua, un joven de 18 años puede resignificar lo que ocurría en la década del 70 tanto a nivel social como familiar. Para ello, el autor elige un ritmo constante y veloz, como el que se necesita para contar ciertas cosas. Sin embargo, eso no lo hace menos atento a climas y detalles que motorizan la historia.
En esa dirección, las constantes referencias culturales y de época brindan calidez al dolor, invitan al lector a visualizar las diferentes escenas e incluso a sentirse parte. Por ejemplo, este fragmento: “La calle estaba desierta. Solo se oía el estruendo de voces en cada gol de Argentina, un estampido que retumbaba en todo el barrio como si el grito hubiera venido de la misma tierra. Pero solo por un segundo, después era todo silencio”, narra el protagonista sobre el Mundial 78.
El tono íntimo del libro también puede notarse en un detalle no menor: tanto el comienzo como el final están ambientados en los festejos de Navidad, aunque con diez años de distancia. Ahora bien, la referencia a la Rote Kapelle, red de espionaje integrada por alemanes y extranjeros en contra de los nazis, agrega mística a una historia empapada por la nostalgia. Así, pese a su extensión, pueden encontrarse muchos matices ofrecidos al lector.