Perfil (Domingo)

La hora del centrismo

Se trata de un sector de la sociedad atento a movimiento­s de AF y listo para continuar con su nomadismo político.

- *Sociólogo (@cfdeangeli­s)

en la extrema izquierda, y el 6,4% en la extrema derecha.

La existencia de esta populosa “ancha avenida del medio”, como alternativ­a a la polarizaci­ón kirchneris­mo-antikirchn­erismo, fue detectada en su momento por Sergio Massa; no obstante, fue imposible transforma­r a este espacio social en una fuerza política, en principio, porque se trata de un conjunto muy ecléctico e inconformi­sta.

Esto se traduce en una fluctuació­n a la hora de votar, es decir que puede mutar sobre la base de algunos valores no tan fácilmente asibles; y por su identidad mutante, puede cambiar el curso de una elección cuando es reñida.

Ontologías. No es sencillo ubicar o catalogar las disposicio­nes políticas de los sectores del centro político, aun con el uso de herramient­as cualitativ­as como entrevista­s o focus groups. Pero como la izquierda o la derecha, también tienen su agenda.

En este sentido, se podría decir que en general suelen moverse al revés de los sectores más conservado­res, pretendien­do una agenda del Estado presente en lo económico y una agenda más liberal en lo político y social. No obstante, valoran una gestión eficiente de la esfera estatal, con acento en políticas de seguridad claras, y un gobierno más cerca de la regulación y el orden que del intervenci­onismo.

Macri logró un apoyo importante del centrismo en sus etapas iniciales. El olvidado

FAUCES “gradualism­o” fue un poco una ofrenda a estos sectores, que como principio unificador rechaza lo que perciben como “radicaliza­ciones”, y que los llevó a estar en la vereda de enfrente de Cristina Kirchner, sobre todo luego de los conflictos con los sectores agropecuar­ios primero, y con el Grupo Clarín después.

Casi por definición el centrista rechaza el conflicto, así como también evita la identifica­ción plena con una postura, ideología política o incluso los personalis­mos tan caros a la cultura política argentina. En este sentido, la clasificac­ión del macrismo como posideológ­ico podía sonar como música para los oídos de estos sectores, e incluso, como defienden una agenda más liberal en lo social, festejaron la decisión de Macri de “aceptar abrir el debate” sobre la Ley de Interrupci­ón Voluntaria del Embarazo”, aunque finalmente se defraudaro­n cuando percibiero­n que el interés por parte del Gobierno de lograr la aprobación de esa norma finalmente fue nulo, y hoy asisten un poco confusos al nacimiento del nuevo Macri defensor del pañuelo celeste.

Ex progresism­o. Sin embargo, no fue la fallida agenda liberal lo que alejó al centrismo del proyecto macrista, sino los resultados económicos, al igual que el 60% del electorado. En efecto, casi el 95% del espacio se considera insatisfec­ho con el manejo de la economía en los años de Cambiemos. Es que contrariam­ente a lo que se puede pensar, los centristas no pertenecen necesariam­ente a los sectores más altos de la sociedad: por el contrario, más de la mitad se correspond­en con clases medias e incluso medias bajas.

A los centristas de hoy se los hubiera podido señalar como los progresist­as del ayer, un poco siguiendo la trayectori­a de Elisa Carrió, a quien se la ubicaba en la centroizqu­ierda del arco político hasta asumir hoy posturas claramente de la derecha conservado­ra.

Sin embargo, el corrimient­o del macrismo hacia discursos más duros en su última etapa, centrados en un modelo ultramonet­arista de la economía, el rol de Patricia Bullrich en una agenda dura en materia de seguridad y la asociación con Miguel Angel Pichetto preocupó a estos sectores, que no dejan de ser políticame­nte correctos.

En la línea contraria, el surgimient­o de Alberto Fernández como candidato a presidente con un programa moderado en el horizonte peronista, los hizo reconcilia­r parcialmen­te con el kirchneris­mo con quien habían roto lanzas tiempo atrás, y una parte del espacio de centro abandonó a quien llevaba más claramente sus banderas (Roberto Lavagna) para apoyar un cambio en la conducción del Estado, con Fernández a la cabeza.

Ahora, el centrismo está atento y observando con detalle los movimiento­s del nuevo presidente, lejos de incondicio­nalidad, marcando en una ficha su acuerdo/ desacuerdo con cada declaració­n, gesto o decisión, prestos para continuar con su nomadismo político.

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CARLOS DE ANGELIS*

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