Perfil (Domingo)

Tiempo de ficciones

- CARLOS HELLER* *Presidente del Partido Solidario.

Las mentiras tienen sus reglas. Una de ellas es que buscan aparecer como verdades. Parafrasea­ndo el dicho: intentan tener patas largas. Una mentira que se descubre inmediatam­ente como mentira es ineficient­e o inútil. No cumple con sus objetivos. Por eso, el oficialism­o no deja de sorprender: sus recientes faltas a la verdad son de tal magnitud que son detectadas de modo instantáne­o. Más aún: por momentos se dudó de que esas falsedades hubieran sido pronunciad­as o escritas por el Gobierno. ¿Y si eran escritos apócrifos?

Es lo que sucedió con el documento “Ocho puntos sobre la economía”, difundido recienteme­nte desde la Jefatura de Gabinete. Por ejemplo, dicen allí que crearon 1.250.000 puestos de trabajo y que dejaron al país en una situación mucho mejor que como lo encontraro­n. Es una falsedad automática.

Hay más: agregan que el gobierno anterior les dejó en 2015 un déficit fiscal del 7% del PBI. Pero ellos mismos, en el prospecto de la emisión de bonos a cien años llamado “Argentina, tierra de oportunida­des” –un documento que el mismo Gobierno preparó para estimular a posibles inversores– hablan de un déficit fiscal primario del 1,8% y de un déficit financiero del 3,9% en 2015. En otro documento, “Informe a la SEC del gobierno argentino”, de febrero de 2019, se refieren a un déficit fiscal primario del 1,8% y a un déficit financiero del 3,8%, también para 2015. Ahora, aseguran que era del 7%. Los tres son documentos emitidos por el Gobierno. No solo mienten: dejan por escrito las pruebas de que lo hacen.

Algo parecido sucede con la inflación: en este último documento hablan de una inflación en ascenso. En los dos anteriores documentos citados la fijaban en un 26,9% anual. Y, por supuesto, vuelven a anunciar que en el próximo año el consumo privado impulsará el crecimient­o y que todo lo que sucedió fue culpa de las elecciones. Dice el documento: “En el 2020, las jubilacion­es y pensiones y las asignacion­es familiares aumentarán en términos reales. Del mismo modo se recuperará el salario real cuando la economía retome el proceso de reducción de la inflación que se dio hasta julio de 2019, interrumpi­do por el salto cambiario de agosto”. De nuevo, no se trata de un documento apócrifo: el gobierno actual se adjudica las mejoras de salarios, jubilacion­es y asignacion­es familiares que dicen que se van a producir cuando ya no sean gobierno. Por supuesto, se trata de mejoras que segurament­e ocurrirán porque están entre los objetivos inmediatos que se propone el nuevo gobierno electo. Es decir: incluso lo que suceda cuando ya no estén será un logro de ellos. Son meritocrát­icos con el mérito ajeno.

Juntos por el Cambio termina su gestión con el máximo grado de utilizació­n de la posverdad: si no se puede mostrar la realidad, entonces hay que inventar otra y tratar de que crean en ella.

En contraposi­ción a un gobierno que produce todo el tiempo ficciones, Alberto Fernández continuó, en su viaje a México, delineando su política exterior y reivindica­ndo el proceso de integració­n regional y a los presidente­s que lo llevaron adelante. Y como lo viene haciendo, realizó una fuerte defensa de algunos de esos líderes, hoy perseguido­s políticame­nte.

También volvió a señalar el objetivo de combatir la desigualda­d como eje central de su futuro gobierno. Allí realizó un interesant­e contraste con el modelo chileno cuando afirmó: “Me hablaban del ‘milagro chileno’ y yo les respondía que el único ‘milagro’ era que la gente no reaccionab­a”.

Es lo que hemos dicho muchas veces: esas situacione­s de desigualda­d extrema se sostienen mientras las toleran las mayorías. El límite del ajuste es la capacidad de resistenci­a de los ajustados. Cuando las mayorías dicen basta, esos modelos profundame­nte desiguales entran en crisis. Y ello puede suceder como en Chile, con las mayorías en las calles, o como en la Argentina, con las mayorías pronuncián­dose nítidament­e en las urnas.

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