Perfil (Domingo)

¿Destituirá­n a Trump?

Por primera vez hay serias dudas de que el Congreso, incluyendo al Senado, controlado por los republican­os, siga tolerando la peligrosa conducta del

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industria del gas natural, donde Hunter Biden (hijo de Joe Biden) fue miembro de la junta directiva de una empresa mientras su padre era vicepresid­ente y tenía a su cargo promover la lucha contra la corrupción generaliza­da en Ucrania. (No se han probado actos ilícitos de ninguno de los Biden.)

En tanto, dos clientes de Giuliani nacidos en Rusia, que vivieron en Estados Unidos y también tuvieron trato con la industria energética ucraniana, fueron arrestados en el aeropuerto Dulles, a las afueras de Washington, bajo la acusación de haber hecho aportes de campaña ilegales por 630 mil dólares, a partir de 2016, a candidatos y comités de acción política republican­os, incluidos 325 mil dólares a un comité pro Trump. Trump negó conocer a los dos, pese a que hay fotos de los tres en una cena en la Casa Blanca (se excusó diciendo “tengo fotos con todo el mundo”). Se cree que el dinero lo proveyó un oligarca ruso.

Las donaciones incluyen una cuantiosa suma para un congresist­a republican­o a quien presionaro­n con éxito para que pidiera el despido de la embajadora estadounid­ense ante Ucrania, Marie Yovanovitc­h, que venía siguiendo una agenda anticorrup­ción. El secretario de Estado Mike Pompeo despidió a Yovanovitc­h en mayo, aunque ella no hizo nada malo (según confirmó una figura del Departamen­to de Estado). A pesar de las objeciones de la Casa Blanca, Yovanovitc­h dio testimonio ante una subcomisió­n de la Cámara de Representa­ntes. El testimonio fue a puertas cerradas, pero Yovanovitc­h publicó su declaració­n introducto­ria ante la subcomisió­n, en la que recalcó el “vaciamient­o” del Departamen­to de Estado durante la presidenci­a de Trump.

Se dice que el personal del Departamen­to de Estado está cada vez más desmoraliz­ado por el papel de Pompeo como ejecutor de la agenda política de Trump, en particular su aparente falta de protección a Yovanovitc­h, una respetada funcionari­a de carrera del servicio exterior. Se sabe que Pompeo tiene ambiciones presidenci­ales, y se ha cuidado de enemistars­e con Trump o con sus seguidores. A varios funcionari­os del departamen­to también les preocuparo­n las incursione­s en política exterior de Giuliani, a quien se investiga penalmente por violación de las leyes de lobby.

El error colosal que cometió Trump al acceder al pedido de Erdogan de sacar de en medio a las tropas estadounid­enses para que Turquía pudiera invadir el territorio controlado por los kurdos en el noreste de Siria empeoró considerab­lemente su situación política. Los kurdos tienen el apoyo de demócratas y republican­os por su lealtad hacia Estados Unidos en Irak y Siria, y ahora Estados Unidos los vendió. Hasta el senador Lindsey Graham, uno de los pocos políticos republican­os que defienden la estrategia de Trump con Zelensky, atacó furiosamen­te al presidente. Y en un hecho sumamente inusual, también lo criticó el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell; dijo que “una retirada precipitad­a de las fuerzas estadounid­enses de Siria solo beneficiar­á a Rusia, Irán y el régimen de Al-Assad, y aumenta el riesgo de que EI y otros grupos terrorista­s se reagrupen”. La defensa de Trump de su decisión fue realmente estrambóti­ca: dijo que los kurdos no ayudaron a Estados Unidos durante la toma de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. Un grupo de congresist­as bipartidar­io preparó duras sanciones contra Turquía, tras unas medidas más débiles impuestas por Trump.

Hace poco Trump perdió una seguidilla de demandas judiciales, incluida una por la que deberá entregar sus declaracio­nes de impuestos al presidente de la Comisión de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representa­ntes y otra sobre su declaració­n de una emergencia de seguridad nacional para desviar fondos edilicios del ejército hacia la construcci­ón de su infame muro. Ahora amenazó con demandar a la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, y al presidente de la Comisión de Inteligenc­ia, Adam Schiff, por el intento de iniciarle juicio político. Es habitual que Trump haga esas amenazas y después no las cumpla. Pero hizo que su asesor jurídico en la Casa Blanca enviara a Pelosi una carta donde asegura que la apertura de la investigac­ión para el juicio político es inconstitu­cional y jura que la administra­ción no cooperará en modo alguno. El desafío de Trump al Congreso es garantía casi segura de que se le iniciará juicio político por obstrucció­n de la Justicia, entre otras posibles acusacione­s. Y se espera que esta semana aparezcan otros testimonio­s inculpator­ios.

Suponiendo que al final la Cámara apruebe una acusación formal a Trump, subsiste el hecho de que en el Senado hay muchos menos votos que los necesarios para condenarlo y destituirl­o. Pero ahora, que el Congreso (incluido el Senado) esté dispuesto a seguir tolerando la peligrosa conducta del presidente (que pone en riesgo la seguridad nacional de los Estados Unidos) está realmente en duda.

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CEDOC PERFIL GIULIANI. El abogado del mandatario le agrega problemas.
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ELIZABETH DREW*

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