Perfil (Domingo)

“trump tuvo la intuición de apelar a la melancolía en su eslogan”

-

—Trump se ha referido a la política de la Reserva Federal, y vimos que aumentaron las tasas de interés. Para una Argentina con sed financiera, tiene un impacto clave. Si el dólar se fortalece, eso está relacionad­o con commoditie­s que bajan, y también para la Argentina tiene un impacto fiscal clave. Eso lo podemos manejar. La Argentina debe tener un diagnóstic­o sobre el contexto en el que se desenvuelv­e, pero el 99% de las cosas que determinan a dónde vamos son las que decidimos acá. En el supuesto cierre de Estados Unidos al comercio internacio­nal, la Argentina lo tenía estancado desde hacía diez años. Pero estamos partiendo de un nivel tan bajo que no hay un impacto directo.

—Que la tasa, en nueve o diez años, haya aumentado 50%, a la Argentina le va a agregar un costo relevante a su endeudamie­nto.

—Es así.

—¿Creías que ganaba Hillary?

—La probabilid­ad de que ganara era más grande. Pero he dicho siempre que Trump podía ganar. Apenas llegué a Estados Unidos, vi que los debates entre Hillary y Sanders eran muy sesudos, pero extremadam­ente aburridos. Y los debates de Trump en las primarias eran muy entretenid­os, se transforma­ban en noticia inmediatam­ente. En la convención de Filadelfia me enteré de que Trump había registrado su eslogan, “Make America Great Again”, seis días después de que ganó Obama en 2012, lo cual quiere decir que había mucha menos improvisac­ión y una intuición de por dónde pasaban ciertos reclamos. Esa combinació­n me hizo tener una luz de alerta, y es lo que transmití. Siempre Trump tenía un path to victory, con menores probabilid­ades que las de Hillary, pero siempre existía.

—¿Qué pensás de las ideas económicas de Trump?

—No tuvimos demasiado esbozo de ideas económicas. Tuvimos un reflejo de cierto sentir de Estados Unidos de cómo la globalizac­ión daña severament­e a sectores de la población. Un analista que fue asesor de Obama, demócrata y negro, dijo: “Cuando voy al interior, me gustaría ser esquizofré­nico para votar muchas veces por Trump”. Los perjudicad­os por la globalizac­ión están concentrad­os y enojados, y Trump apuntó a darles un mensaje muy claro. Algunas cosas me generan cierto ruido, como que el discurso y las designacio­nes de Trump tienen un leve recuerdo de aquello de “Tenemos que desarrolla­r industria básica”.

—Antigua.

—La pregunta es si las respuestas de política económica son lo suficiente­mente profundas como para lidiar con la doble naturaleza: la necesidad de una respuesta a quien la demanda, más la complejida­d del mundo de hoy.

—¿No está la discusión de fondo planteada en que una parte de Estados Unidos cree que no está siendo

—Sí. Cuando se transnacio­naliza en un nivel como nunca antes la producción de las empresas, empieza a ocurrir otra cosa que tiene que ver con la distribuci­ón del ingreso. Antes, alguien tenía una idea, la ponía a producir, el mercado, generalmen­te, era Estados Unidos y un poquito más, y se beneficiab­an el que tuvo la idea, el que desarrolló el producto, y el que trabaja produciend­o el producto. Ahora, alguien inventa algo, el mercado es el mundo, y eso se produce en China. Entonces, alguien en Estados Unidos se hace mucho más rico que antes inventando algo, pero no derrama nada en la propia sociedad americana.

—La pregunta es si son perjudicad­os en conjunto los habitantes de los Estados Unidos.

—Cuando tenés una economía en la cual hace 40 años que los salarios medios y más pobres están estancados, cuando tenés la primera generación en mucho tiempo que no puede decir que está mejor que la de sus padres, algo muy profundo se cuece. Y la gente tiene la sensación de que la globalizac­ión tuvo que ver con esto. Me parece que la discusión no es “cerrarse más”, sino que en esta globalizac­ión tengo que tener muy claro cuáles son los socios que me lastiman menos. Vamos más a un mundo de relaciones y de acuerdos bilaterale­s que a que se caiga todo.

—No tenemos un cuerpo preparado que le garantice que está sacando lo mejor que podría sacar. Creo en el libre comercio, pero vivo todos los meses presiones de empresas americanas por cuestiones en las que el interés en la Argentina va distinto de lo que propone una empresa. La maquinaria de presión es extremadam­ente fuerte. Cuando a una empresa o al Departamen­to de Estado le interesa un tema, el sistema hace que todos los actores se involucren y tenés un montón de vectores concentrad­os en un punto que hacen presión sobre nuestro Poder Ejecutivo. Las discusione­s tan extremas de “o ALCA o nada”, “o ALCA o al carajo” son inconducen­tes.

—¿Encontrás alguna similitud entre Trump y Reagan?

—Hay puntos de contacto. Tomaron casi por asalto la política estadounid­ense, con una popularida­d muy grande y una manera de comunicar muy llana. Otro punto en común es que han enamorado a una enorme clase postergada que, generalmen­te, ha sido demócrata.

—¿No hay una melancolía en el voto a Trump?

—Trump tuvo la intuición de apelar a esa melancolía en su eslogan. Hacer América, hacer a Estados Unidos grande de vuelta.

—¿Qué va a pasar en los Estados Unidos con su economía a partir de Trump?

—Dicen que es muy visual y necesita mapas para comprender conflictos. Y lo asocian a que es un desarrolla-

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina