Martín Llaryora no tiene contra
En el campamento oficialista, el intendente de Córdoba no tiene quién le haga sombra en su carrera interna por convertirse en candidato a gobernador. Hay total consenso para ungirlo candidato y en breve se repetirán algunas manifestaciones públicas de Schiaretti, en las que elogiará al dirigente de San Francisco y lo posicionará como su sucesor.
La buena onda entre el jefe del Ejecutivo provincial y el titular del Palacio 6 de Julio no se traslada en forma directa a las segundas y terceras líneas. Allí hay choques recurrentes sobre cómo encarar la campaña electoral, hecho que no es nuevo, pero cuya reiteración lo ha convertido en algo preocupante. Lo reconocen en las filas del jefe del PJ y del intendente.
Por el momento, Llaryora seguirá haciendo su carrera solo, es decir, que no se mostrará al compañero de fórmula, al que Schiaretti tiene bien oculto o bien no lo ha definido. (Ver página 8)
Las definiciones en la oposición también serán determinantes para resolver el dilema que falta: el cronograma electoral, que tiene a la fecha de los comicios provinciales como estrella absoluta de esta novela.
Cerrada la posibilidad de la re-reelección de los intendentes del interior, la carrera del gobernador pasa por sostener las aspiraciones de Llaryora y comenzar a mostrarse como dirigente nacional.
Tras algún tiempo de recorridas fuera de Córdoba, a fin de año decidirá si asume el riesgo de sumarse a alguna fórmula presidencial.
De todos modos, deberá tutelar la evolución de las internas de su partido en toda la provincia, porque sin el conductor natural los desajustes pueden multiplicarse. Al menos esa es la impresión que dicen tener los escuderos de Schiaretti, un hombre que está cada vez más cerca de adoptar decisiones trascendentales para el futuro inmediato de Hacemos por Córdoba. Todo lo que defina, será en soledad y tras algunos chequeos con su círculo ultra íntimo. Sabe que, en cualquier caso, estará tomando un riesgo serio.