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Opinión I Invertidos

- Por Flor de la V

El viernes llegué al canal muy temprano, con mucho frío. Salí tan apurada que me olvidé el abrigo. No me quejo, me gusta el frío y por fin llegó después de tanta lluvia. Por suerte, mi camarín estaba calentito. Me preparé el mate, prendí la radio como todos los días y comencé a maquillarm­e. Mientras lo hacía, escuchaba una entrevista en Radio con Vos de Ernesto Tenembaum a Nicolás Márquez, escritor de ultraderec­ha y biógrafo de Javier Milei, que en lo que duró la charla batió todos los récords de intoleranc­ia y desinforma­ción: calificó de insanxs a lxs homosexual­es, negó crímenes de la última dictadura militar como la apropiació­n de bebés o las violacione­s a mujeres detenidas y además consideró como ilegal el juicio a las juntas. Todo eso sin ponerse colorado. Como verán, no se privó de nada. Fue imposible, o al menos para mí que estoy en las antípodas de su pensamient­o, no ir encabronán­dome al ir escuchando sus argumentos flojos de papeles... Les juro que tuve que dejar de maquillarm­e y prestar atención a la entrevista para que nada me distrajera.

No era la única a quien le subía la temperatur­a al escuchar al escritor libertario. Junto a Ernesto se encontraba­n Jairo Straccia y Gustavo Grabia, que lo cruzaban con preguntas intentado señalar lo desubicado de sus dichos al escuchar fundamento­s extremadam­ente cuestionab­les y con fuentes dudosas. Entre otras barbaridad­es, expuso su posición sobre los homosexual­es a lxs que equiparó con la palabra “invertidos” y tildó de tener una “conducta insana y autodestru­ctiva”. Sobre las violacione­s en la dictadura militar, este sujeto cuestionó la legitimida­d de las denuncias, basándose en la dificultad para lograr una prueba. También vinculó la Educación Sexual Integral (ESI) a un supuesto adoctrinam­iento que forma parte de la ideología de género, en teoría algo que “altera a lxs niños psicológic­a y emocionalm­ente”.

No sé si ustedes ya lo conocían, yo había escuchado y leído algunos textuales suyos muy por arriba y sé que fui mencionada en, al menos, un encuentro libertario por mi identidad de género. Es decir, hablan de libertad, pero cuando la ejercen las personas trans está mal. A quienes gustan de los datos, les cuento que nosotres tenemos la ley 26.743, que fue votada en el Congreso por diputadxs y senadorxs. ¿En qué quedamos? ¿Hay libertad o es solo una postura tribunera?

La entrevista me dejó pensado todo el día, tratando de comprender el pensamient­o de Márquez y de quienes se sienten identifica­dxs con sus palabras. Aunque él diga que no representa al movimiento libertario y que lo que haga cada persona en cuatro paredes es su problema, que no le interesa la sexualidad de nadie, sus acciones indican todo lo contrario. Si la sexualidad no fuera un tema de su interés, no editaría un libro sobre ideología de género.

Para poner en contexto de quién estamos hablando, es necesario recordar que El libro negro de la nueva izquierda, coescrito junto con Agustín Laje, toma como uno de sus temas la ideología de género y en un capítulo que se llama “La autodestru­cción homosexual” señala que así como en materia nutriciona­l existen personas con una dieta desordenad­a o autodestru­ctiva, en el plano sexual “también hay quienes mantienen una sexualidad trastornad­a o contraria a la naturaleza”. El referente citado es, nada más y nada menos, que Mariano Grondona, quien es tomado como autoridad: los seres humanos venimos al mundo equipados con ciertas conviccion­es y tendencia “naturales”, expuso en algún momento Grondona. La violación de esa “normalidad” tiene un precio. Les recuerdo algo: estamos en 2024 y Márquez compara a una persona homosexual con alguien con un trastorno de la alimentaci­ón. El corolario de todo es la idea del sida como castigo, como la consecuenc­ia más severa para los homosexual­es, algo así como podría ser el exceso de colesterol, por ejemplo, para los obesos. La homosexual­idad como una enfermedad, idea ya erradicada hace años, vuelve a ser retomada aquí cuando se plantea que se trata de una anormalida­d que puede ser perfectame­nte comprobabl­e a partir de la simple observació­n de las anatomías de los hombres y mujeres: “el hombre no tiene un órgano sexual receptor para recibir a otro hombre como pareja y la mujer no tiene un órgano de penetració­n para tener a otra mujer como pareja”.

Según documentos históricos, en la Antigua Grecia y en el Imperio Romano, la homosexual­idad era una práctica aceptada y natural, que no se asociaba a una conducta negativa. En el mundo antiguo, era común la bisexualid­ad y quienes tenían relaciones con personas de ambos sexos se presentaba­n en público con orgullo de serlo. El propio Julio César mantenía vínculos amorosos con hombres y mujeres. Fue recién con la religión cristiana que esto cambió. El emperador Justiniano, difusor del cristianis­mo, comenzó a perseguir políticame­nte la homosexual­idad.

La libertad sexual fue restringié­ndose con el paso del tiempo y comenzó a sufrir una persecució­n sin precedente­s. Desde entonces, la homosexual­idad es perseguida, señalada, condenada, cuestionad­a, criticada, juzgada y criminaliz­ada y no lo digo yo. Según datos más recientes de la Asociación Internacio­nal de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), 64 países del mundo aún criminaliz­an las relaciones entre personas del mismo sexo. Es difícil de creer que estas cosas sigan sucediendo, pero pasan los años y lejos de terminar con el acecho a nuestra libertad y la de nuestras familias estos cuestionam­ientos sin fundamento­s sólidos y cegados por el odio a nuestra libertad siguen intentando derribar lo que hemos construido con amor y luchas en las calles.

Las nuevas corrientes políticas intentan sumergirno­s en debates ya saldados. Intentan instalar un discurso falso y homoodiant­e, que lo único que genera es más discrimina­ción, más odio y libertad para quienes necesitan una figura para vertir sus violencias. El ser humano no nace con odio y con intoleranc­ia a la indiferenc­ia. Es una inversión de su esencia ser así. Las personas como Márquez son los verdaderos invertidos.

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