La realidad en primer plano
Compositor, docente, productor y director, Carlos Gianni construyó junto con Hugo Midón una de las duplas artísticas más prolíficas y queridas de la escena teatral. Nunca hizo la cuenta, pero con un cálculo rápido deduce que llegan a treinta los proyectos que compartieron desde que en 1970 estrenaron su primera obra: La vuelta manzana. “Hicimos ensayos en mi casa durante un año para esa puesta, y luego estuvimos diez años en cartel”, recuerda Gianni.
Vivitos y coleando (1990); Locos ReCuerdos (1995); Huesito Caracú (2001) y Derechos torcidos (2005) fueron algunos de los más destacados espectáculos que crearon, siempre con la mágica fórmula del texto de Midón y la música de Gianni. “Yo hacía música y trabajaba con chicos, pero nunca había hecho teatro para ellos. Y juntos fuimos los iniciadores de la corriente del teatro musical infantil”, dice el músico, que será una de las presencias más esperadas de la 9º edición del festival.
“Va a ser muy hermoso, porque se está trabajando con mucha seriedad y con actrices y actores que conocen la obra de Hugo y mía al dedillo”, anticipa. “En los espectáculos que hicimos siempre está la realidad circundante argentina en un primer plano, y se habla sobre las cosas que les interesan a las personas, y no solamente a los chicos: la amistad, el amor, las relaciones humanas y el poder. Por eso es un teatro para toda la familia”.
–¿Cómo se produjo su encuentro artístico con Hugo Midón?
–Hugo estaba estudiando en la universidad y, como último trabajo antes de recibirse, tomaba clases de expresión corporal con una docente con la que yo trabajaba. Entonces ahí me conoció, porque yo hacía la música para esas clases, de forma improvisada. Y a él le interesó lo que yo hacía, y me propuso hacer teatro para niños. Él quería escribir, pero no tanto actuar. En ese momento, le dije que no, porque yo no tenía idea de cómo hacer teatro. Pero él me insistió, y así empezamos.
–¿Y qué aprendió con él?
–Aprendí que a los chicos hay que tratarlos como seres pensantes que tienen mucha imaginación y que son mucho más críticos que los adultos. Y también que el teatro para niños tiene la misma seriedad y personalidad que el teatro para adultos, y que hay que trabajar con la misma energía y profundidad en cualquiera de esos casos. Midón estaba alerta a esas cosas, y fue un maravilloso generador de ideas que siempre convocaba a los mejores en cada uno de los lenguajes. Cuando empezamos, la iluminación y el espacio escénico estaban pensados para espectáculos de adultos, y uno se tenía que adaptar, y a partir de lo que nosotros trabajamos durante tantos años esto se fue modificando bastante.
–¿Cree que, en algunos casos, se subestima a la cultura infantil y se la piensa como algo inferior?
–Sí. Creo que muchas propuestas del teatro y de la televisión comercial siguen tomando a los chicos como parte de ese comercio. Pero ellos son seres profundos y tienen una genial habilidad para jugar. Y si uno logra hacer una música que tenga algunas de esas condiciones, va a andar por el buen camino. Por eso, las músicas que nosotros hacemos no son simples, ni de fácil digestión, sino que requieren un tiempo para empezar a entenderlas.