LA ERA DE LA SILLA ELÉCTRICA

Hace unos días Alfaro expuso la situación con tinte dramático, al confesar que necesitaba un descanso para volver a su casa y recuperar su vida, apenas días después de reconocer que la revancha contra River era el partido de su vida. Hay mucho de histeria, de locura, de declaraciones con altas pulsaciones y de estados de ánimos exaltados, que llevan al fútbol a otra dimensión, casi de vida o muerte. La cara de anoche de Beccacece, joven entrenador promesa, remite a lo mismo. Es la cara de ¡qué mal la estoy pasando! del Gato Gaudio. Boca para Alfaro o Independiente para Becca son grandes oportunidades. Uno laburó toda una vida deslomándose en equipos con menos recursos económicos para llegar a un lugar máximo, incluso traicionando algunos valores que había manifestado públicamente. El rubio caminante es uno de los técnicos jóvenes con gran proyección, de los entrenadores modernos, estudiosos, que laburan las 24 horas del día y de noche también (en vísperas de elecciones, viene el recuerdo de la antológica frase) que hasta el momento no le pudo encontrar la vuelta al funcionamiento del Rojo.

Alfaro tiene decidido terminar el año y dedicarse a recuperar su vida. La imagen que proyectaba Beccacece anunciando una reunión con los dirigentes olía a cansancio. Todo muy dramático. Todo muy pronto. Todo el que no gana, va a la parrilla. Por eso, valen más las palabras de un ganador como Gallardo, solidarizándose con sus compañeros de trabajo, incluso con el que lo acusó de ensayar que sus jugadores se tiren para engañar a los árbitros. Hace mil años que se dice que la del técnico es la silla eléctrica, pero hoy los 220 se quedaron cortos. Hasta los que ganan viven estresados y que sólo sirva ganar nos deja un perdedor cada partido, víctima de un análisis que debiera ser más profundo, rico y constructivo. No tan de vida o muerte.

¿DIRIGIR EQUIPOS GRANDES O DISFRUTAR LA VIDA?