Un River quiere, y el otro...
Hacía rato, pero bastante rato, que se sabía que para River la competencia sagrada de este semestre sería la Copa Argentina. ¿La medida de todo? El bonus de la clasificación a la Copa Libertadores 2017. Una sensación unánime. Claro que una cosa es definir esa prioridad y otra cosa, muy diferente, que una competencia de un puñado de partidos, que además no se juegan en semanas corridas, absorba y vampirice las energías del equipo que interviene en el campeonato de los 30 equipos. El pan de cada día. La diferencia entre uno y otro River es sideral. El del campeonato es un River de identidad brumosa y bajas calorías, tan capaz de meter un par de goles en un rato como de recibirlos. Una moneda el aire que hoy está a siete puntos del líder. El de la Copa Argentina, en cambio, es un River juramentado, ordenado, preciso y contundente. Y además, he aquí más llamativo todavía, un River que defiende entre bien y muy bien. Serio, compacto, atinado, incluso con un central de 20 años y un lateral de 18, Lucas Martínez Quarta y Luis Olivera. Dirán, severos y socarrones, que ni Unión ni Gimnasia representan las varas más exigentes, pero aun cuando tuviera asidero sería una verdad de patas cortas: los santafesinos habían eliminado a Estudian- tes y el Lobo, a Racing y San Lorenzo. Con independencia del desenlace de una final que recién se jugará dentro de dos semanas, en el Kempes, versus Central, las preguntas que laten en la agenda son como mínimo dos: 1) ¿Será que el jueves en San Juan ha nacido un nuevo River?; y 2)¿Podrá conservar la tensión competitiva y el buen juego mañana con Independiente y después en el Superclásico?