La sociedad del cuidado
Junto con los movimientos feministas aparece la noción de “cuidado” en las teorías sociales. Hoy es parte de una propuesta para la política de vinculación con las necesidades de los otros y de rescate de los grupos marginados.
L as revoluciones feministas del siglo pasado transformaron en profundidad las relaciones entre los hombres y las mujeres, en su vida cotidiana y a través de sus condiciones materiales. No obstante, las relaciones personales no son el único elemento que cambió. Cuando las mujeres comenzaron a ingresar en el mundo público que los hombres se habían ampliamente forjado para ellos mismos, surgieron preguntas sobre las hondas apropiaciones masculinas que estos habían construido en ese mundo y los valores e ideas que atañían a las mujeres y demás grupos marginalizados.
El cuidado forma parte de los valores humanos esenciales, y a menudo se sitúa en los márgenes de la sociedad moderna capitalista, y no cerca de su centro. Todas las mujeres, pero también las mujeres y los hombres de los grupos marginalizados, llevan a cabo una desproporcionada cantidad del trabajo de cuidado (“caring”) en la sociedad, tanto en las formas del cuidado ligadas al desarrollo humano como en todo lo que compete al “trabajo sucio” del cuidado. En (mi libro) “Moral boundaries: a political argument for an ethic of care” ( Límites
morales: un argumento político para una
ética del cuidado), defendí la idea de que el mundo sería muy distinto si ubicáramos al cuidado más cerca del centro de nuestros valores. Con numerosas teóricas feministas, hemos comenzado
a explorar lo que esa perspectiva diferente permite entrever y la explicación alternativa del mundo que ofrece. Así y todo, por más que todo ello desemboque en una teoría social que propone una alternativa real, son muy pocos los que, por fuera de la comunidad feminista y de otras comunidades universitarias en particular en los Estados Unidos, le han prestado mucha atención.
En uno de los primeros trabajos importantes sobre la teoría del cuidado, Sara Ruddick escribía: “A aquellos que aún no se han comprometido con los valores del trabajo de cuidado, podemos explicarles las razones de la superioridad moral y epistemológica del pensamiento que constituye su fuente. Esto requiere comparaciones precisas entre los contrarios, entre los conceptos particulares, los valores del trabajo de cuidado (“caring labor”) y sus equivalentes en las maneras de conocer dominantes, abstractamente masculinas… Tales comparaciones precisas revelarán de modo diferencial la superioridad