EL GENIO SIGUE
A 500 años de su fallecimiento, el inventor, filósofo y pintor sigue siendo uno de los grandes pensadores de la historia de la humanidad.
En
la historia del arte hay muchos nombres que trascendieron por los aportes que realizaron en el desarrollo o creación de diferentes períodos artísticos. Cuando se habla del Renacimiento, el nombre que más destaca es el de Leonardo Da Vinci. Pero, ¿qué hizo que ganara el título de uno de los mayores representantes de este período histórico?
Nacido en 1452 en Vinci, un poblado cercano a Florencia, no sólo fue pintor y escultor, sino un verdadero polímata (poseía conocimientos en diversas disciplinas). Sus estudios también versaron en la arquitectura, la matemática, la ingeniería, la música, la ecología, la botánica, la física, la biología y la poesía.
Fue a los 17 años que inició su recorrido como pintor: entró a trabajar como aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio, el mejor artista de ese entonces. El eclecticismo de su maestro –era orfebre, herrero, pintor y escultor– supo interesar al joven polímata que aprendió con él los fundamentos de la química, la metalurgia, la mecánica, la pintura y la escultura. Ese fue el inicio de un largo camino en el arte.
Creador de grandes íconos artísticos como “La Mona Lisa” y “La última cena”, Da Vinci además realizó grandes aportes científicos ya que, según él, no debería existir una separación entre la ciencia y el arte: desarrolló investigaciones en temas como la anatomía humana, la zoología e incluso la astronomía. Por la diversidad de sus conocimientos es que se lo considera un verdadero hombre del Renacimiento. A 500 años de su muerte, recordamos el legado de un artista que vive más allá de su época.
EL INVENTOR. Además de las pinturas, el terreno en donde más quedó demostrado su
"CREADOR DE ICONOS ARTISTICOS COMO " LA MONA LISA" Y " ULTIMA CENA", DA VINCI ADEMAS REALIZO GRANDES APORTES CIENTIFICOS".
talento fue en el de la ingeniería. A lo largo de su carrera imaginó y diseñó diferentes prototipos de invenciones visionarias para su época. Algunas siguen vigentes en la actualidad.
Una de las temáticas por las que Da Vinci estaba más interesado era la aviación. En ese sentido delineó los primeros bocetos del helicóptero, la máquina voladora y el paracaídas. El inventor estaba convencido de que un día la humanidad volaría por los cielos como los pájaros: con esa idea en mente es que creó el “ornitóptero”.
Inspirado en el vuelo de las aves y murciélagos, esbozó una diversidad de modelos –algunos para más de una persona al mismo tiempo– que proveían de alas mecánicas al hombre con la esperanza de que así pudiera volar. Sus diseños incluso tenían unas especies de amortiguadores para el aterrizaje (imitando las patas de los animales que estudió).
Si bien llegó a la conclusión de que la principal falla de su invento es que el hombre nunca sería capaz de generar la suficiente energía para poder volar, uno de los bocetos que creó fue el de un “tornillo volador”: un conjunto de hélices que comprimían el aire para poder elevarse. Aunque el primer helicóptero no se
construyó hasta la década de 1940, se considera que los bocetos de Da Vinci fueron predecesores de este transporte utilizado hasta el día de hoy.
También delineó las primeras nociones de un traje de buceo, una ballesta, una catapulta, un reloj e incluso un puente giratorio. A pesar de que las ideas de Da Vinci –adelantadas para su época–, en su mayoría no pasaron del boceto en papel, sirvieron de base para varios de los inventos de la actualidad.
LA SONRISA MÁS VALIOSA. Es una verdad universalmente conocida que la obra con la que Leonardo Da Vinci trascendió en la historia es “La Gioconda”. Conocida popularmente como “La Mona Lisa” –en italiano, “mona” significa señora y Lisa se cree que sería por la mujer retratada, Lisa Gherardini, esposa del mercader Francesco del Giocondo–, la pintura que se encuentra en el Museo del Louvre (París, Francia) recibe alrededor de diez millones de visitantes por año.
No fue su misteriosa sonrisa la que la lanzó al estrellato. Lo que logró que la obra fuera conocida mundialmente fue un robo. En 1911, el ex empleado del Louvre, Vicenzo Peruggia, entró a trabajar con su uniforme, se detuvo frente al cuadro, lo descolgó y caminó hacia las escaleras del museo, en donde separó la obra de su moldura y la escondió bajo su ropa.
La desaparición de la obra de Da Vinci desencadenó una búsqueda policial que duró dos años, durante los cuales fotos de “La Mona Lisa” fueron publicadas en cientos de ediciones de diarios alrededor del globo.
Cuando Peruggia fue atrapado –en 1913–, la pintura que unos años antes casi no era conocida por gran parte de la población mundial pasó a ser un auténtico ícono artístico por la cobertura que la prensa hizo del caso. Un dato curioso: durante la búsqueda policíaca, uno de los sospechosos del robo fue Pablo Picasso, el famoso pintor cubista autor de “Guernica”, ya que junto a Apollinaire se había visto envuelto en la desaparición de algunas piezas de escultura ibérica del Louvre. Además, el artista ya había hecho suyas las propuestas –que no pasaron de la teoría– de Marinetti acerca de quemar los museos para dejar paso al nuevo arte.
EN EL MUNDO. Si bien “La Mona Lisa” es la estrella del Louvre, no es la única obra de Da Vinci que forma parte de la colección del museo francés. “La Virgen de las rocas”, “Anunciación”, “La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana”, “Baco” y “San Juan Bautista”
son otras de las obras del florentino que se pueden visitar. Incluso hay un tour especial para que los fanáticos de “El código Da Vinci” puedan seguir las pistas de la novela en las obras del florentino por los pasillos del museo.
A aproximadamente 7.000 km de distancia, en Abu Dhabi (integrante de los Emiratos Árabes Unidos), en 2017 se erigió un nuevo Louvre. Parte de un acuerdo entre la ciudad árabe y el gobierno francés, la nueva sede del icónico museo francés exhibe “La belle Ferronière” y se cree que posee en su depósito “Salvator Mundi”, una pintura de Jesucristo que se le atribuye a Da Vinci.
Esta obra no viene sin su misterio, ya que se prometió su exhibición en la inauguración del Louvre de Abu Dhabi, pero finalmente no se la dio a conocer y se especula acerca de su verdadero paradero.
Las obras de Leonardo se encuentran en diferentes partes del mundo: Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Polonia, Rusia y Hungría son países que tienen piezas del artista. Pero algunas de las obras más importantes del repertorio del florentino están en Italia.
La iglesia Santa María delle Grazie (Milán) recibe alrededor de 400 mil personas anualmente que van a apreciar “La última cena”.
El mural que se exhibe en una de las paredes del santuario fue un encargo del duque Ludovico Sforza, y que Da Vinci realizó entre 1495 y 1498.
Considerada por muchos historiadores del arte como una de las mejores obras pictóricas, el mural sobrevivió a un incendio en lo que ahora se conoce como el milagro de Milán: luego del arresto de Mussolini en 1943, uno de los bombardeos estratégicos realizado por los aliados destruyeron un tercio de los edificios de la ciudad. La iglesia de Santa Maria Delle Grazie quedó casi completamente destruida, la única pared que quedó en pie después del bombardeo fue aquella en la que se encontraba ubicado el mural.
LA ARGENTINA. El genio del polímata no se restringe a su Florencia natal. Sus pinturas, obras y escritos están desperdigados por el mundo y Argentina no es la excepción. La Biblioteca Arata –en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires– alberga una colección de códices que son reproducciones exactas de los manuscritos de Da Vinci.
Las primeras ediciones facsimilares que existieron sobre las obras del pensador –realizadas en Italia– forman parte del acervo de la Biblioteca Arata. Las diferentes facetas de Da Vinci pueden ser encontradas en la variada colección del texto que descansa en el subsuelo de la Facultad de Agronomía. Luces tenues, humidificadores y una serie de protocolos crean el ambiente perfecto para la
conservación de estos ejemplares que existen hace varios siglos.
El “Códice Atlántico” –un atlas que incluye 12 cuadernillos y casi 1200 folios– reúne los conocimientos del pensador sobre una variedad de campos diferentes: no solo sobre la escultura y la pintura, sino también sobre mecánica, geografía, botánica y química, entre otras temáticas. El “Códice Ashburnham”, en el cual Da Vinci hizo, desde una mirada mecánica, su estudio del vuelo de las aves y consideraciones acerca del aire, la fuerza y el peso de estos animales, también forma parte del acervo.
Completan la colección el “Códice Windsor” –dos volúmenes que contienen estudios anatómicos de Leonardo e incluye los estudios de figuras para la pintura “La virgen de las rocas” y el célebre mural de “La última cena”–, el “Foster” –que contiene estudios de geometría, física, hidráulica y arquitectura–, el “Trivulziano” –arquitectura militar, religiosa y dibujos caricaturescos– y el “Arundel”, con bocetos y anotaciones acerca de la matemática, la geometría y la óptica.