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La guerra más temida:

El conflicto sirio y cuestiones internas empujan a Irán e Israel hacia una confrontac­ión directa que sacudiría a toda la región.

- Por CLAUDIO FANTINI* PROFESOR y mentor de Ciencia Política, Universida­d Empresaria­l Siglo 21.

el conflicto sirio y cuestiones internas empujan a Irán e Israel hacia una confrontac­ión directa que sacudiría a toda la región. Por Claudio Fantini.

En el mismo escenario donde los bombardeos siguen sumando masacres, ha comenzado a merodear la sombra de un enfrentami­ento mayor. Desde las Alturas del Golán hasta la frontera con Irak, va in crescendo la tensión entre las dos potencias que se consideran archienemi­gas: Irán e Israel. Entre las razones que acrecienta­n el riesgo de que Siria se convierta en el escenario de una guerra abierta en la que se enfrenten directamen­te iraníes e israelíes, están los problemas internos que tienen a maltraer tanto al liderazgo fundamenta­lista persa como al gobierno que preside Benjamín Netanyahu.

En Irán, las dificultad­es económicas van horadando el temor que causan en la población los múltiples brazos represivos del régimen religioso. El pueblo cada vez se atreve más a desafiar el autoritari­smo imperante. La última muestra fue la rebelión de las mujeres que improvisab­an tarimas callejeras para quitarse el velo que debe cubrir sus cabellos y levantarlo como bandera de rebelión. Las jóvenes fueron las primeras en atreverse a semejante desafío al poder religioso.

Paralelame­nte, en Israel fueron creciendo las denuncias de corrupción contra el primer ministro. Finalmente, fue la policía la que demandó el procesamie­nto del duro Netanyahu, acusándolo de aceptar regalos que bien pueden interpreta­rse como sobornos o pago de favores, y también de al menos haber intentado acordar con el dueño del diario Yediot Aharonot que la línea editorial lo apoye, a cambio de medidas que perjudique­n a un diario gratuito con circulació­n en crecimient­o.

La recomendac­ión que hizo la policía al fiscal Avishai Mandelblit, coloca a Netanyahu en una situación difícil, a poco de afrontar las elecciones que, de imponerse frente a una oposición disgregada y débil, le harían superar a David Ben Gurión en permanenci­a en el poder.

Muchos coinciden en que las situacione­s internas en Israel e Irán incrementa­n la posibilida­d de que los respectivo­s gobernante­s vean en una guerra entre las dos potencias militares del Oriente Medio, una salida a sus propios problemas. Aunque está clara la diferencia entre un Estado cuyo liderazgo se sostiene por la represión y un Estado en el cual el gobernante puede ser destituido y procesado por una Justicia independie­nte.

Si Netanyahu es apartado del poder corrupción no sería la primera vez que la Justicia remueve y juzga a un político importante, pero sería el más poderoso de los funcionari­os que dejan

el cargo acusados de corrupción.

La derecha israelí perdería al más eficaz de sus líderes, pero Israel daría una lección de democracia.

Amén de los problemas internos que acrecienta­n los riesgos de una guerra, está claro que existe una vieja rivalidad empujada por el conflicto sirio a una situación de máxima tensión. La teocracia chiita lleva décadas postulándo­se como el paladín de los musulmanes que cumplirá el viejo y frustrado anhelo de acabar con el “ente sionista”. El gobierno israelí, por su parte, lleva años predicando a las potencias de Occidente y a sus vecinos árabes la imperiosa necesidad de acabar con el régimen de los ayatolas, porque jamás desistirá de los planes de dominación regional que planteó el ayatola Jomeini ni bien derribó al sha Pahleví.

Siempre había sido un enfrentami­ento en el terreno de las palabras, las influencia­s geoestraté­gicas y los servicios de espionaje. Después creció a través del apoyo que ambos Estados brindaron a milicias enemigas de uno y otro. Pero la guerra de Siria va creciendo como escenario de un enfrentami­ento directo.

La primera razón es porque en ese conflicto se desintegró un pacto entre el Estado judío y el régimen de Hafez el Asad. Ese acuerdo tácito implicaba que el fundador del régimen sirio y padre del actual dictador, mantendría una retórica anti-israelí, pero no pasaría a las acciones armadas. Como contrapart­ida, Israel ayudaría secretamen­te al régimen de la minoría alauita a defenderse de sus múltiples enemigos sunitas.

Antes de estallar la guerra civil que aún está desangrand­o a los sirios, Damasco ya cerraba filas con Teherán y la milicia libanesa Hizbolá, conformand­o un eje que contrapesa­ra el bloque sunita liderado por los sauditas. Como las monarquías sunitas del Golfo Pérsico no despertaba­n gran confianza en Israel, su gobierno observó sin entusiasmo y con cautela la llegada de la Primavera Árabe a Siria.

La posible caída de Asad le causaba tanta preocupaci­ón como le había causado la caída de Mubarak en Egipto. Pero la guerra siria alteró el tablero de Oriente Medio, generando nuevas alianzas y nuevos potenciale­s conflictos.

En ese escenario, es posible un choque entre Irán e Israel, que podría involucrar a sauditas y egipcios, en un tembladera­l en el que Rusia y Estados Unidos estarían detrás de los bandos enfrentado­s.

La guerra interna siria está volviendo a su origen. En Guta se hicieron fuertes los militares que desertaron del ejército por la represión a las protestas del año 2011. En ese mismo suburbio de Damasco, el régimen cruzó la “línea roja” trazada por Obama cuando atacó a los rebeldes con armas químicas, aniquiland­o decenas de civiles. Después las milicias rebeldes se multiplica­ron y el ISIS conquistó una fracción enorme del territorio, uniéndolo con sus dominios en Irak. Pero la caída del “Califato” y los bombardeos rusos que doblegaron a los grupos que controlaba­n Alepo, al precio del exterminio de miles de civiles, marcaron el punto de inflexión.

Fortalecid­o por esas victorias, y por la masiva colaboraci­ón militar rusa, Bashar al Asad intenta ahora terminar con los grupos que controlan Guta Oriental, en las puertas de la capital. Los bombardeos impiadosos vuelven a masacrar civiles.

Con el mismo triunfalis­mo, el régimen se atreve ahora a disparar cientos de misiles antiaéreos SA-5 contra los aviones F-16 israelíes que llevan ya un par de años atacando blancos de Hezbolá en territorio sirio. El derribo del bombardero israelí mostró cuan cerca puede estar el conflicto sirio de convertirs­e en escenario de un duelo mayor. Sobre todo porque Netanyahu no culpó a las baterías antiaéreas sirias, sino a las fuerzas iraníes que están operando en el territorio sirio.

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 ??  ?? ZONA DE RIESGO. Una pueblo reducido a escombros y más de 500 muertos en la región Guta Oriental, donde el régimen de Bashar al Asad bombardea a presuntos rebeldes.
ZONA DE RIESGO. Una pueblo reducido a escombros y más de 500 muertos en la región Guta Oriental, donde el régimen de Bashar al Asad bombardea a presuntos rebeldes.
 ??  ?? POLÍTICOS. Protesta en Tel Aviv, Israel, contra la corrupción en el gobierno de Benjamin Netanyahu. Bashar al Asad fortalecid­o por el apoyo ruso.
POLÍTICOS. Protesta en Tel Aviv, Israel, contra la corrupción en el gobierno de Benjamin Netanyahu. Bashar al Asad fortalecid­o por el apoyo ruso.
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