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Calle cortada:

La diva consiguió cerrar un camino rural que cruzaba su finca. Festejo íntimo de cumpleaños para inaugurar su nueva casa.

- DIEGO GUALDA (DESDE PUNTA ESTE) dgualda@perfil.com

la controvert­ida medida del municipio de Maldonado que le permitió a Susana Giménez desviar una calle pública que desembocab­a en su mansión de Laguna Garzón. Privilegio­s y quejas de los vecinos.

La megamansió­n que Susana Giménez empezó a construir el año pasado, en Punta del Este, sigue dando que hablar. La obra, que se completó hace poco menos de tres meses –estaba proyectada para estar lista en julio, pero hubo demoras–, volvió a figurar en la prensa uruguaya por un escándalo: el municipio le autorizó a anular un camino que cruzaba su propiedad de lado a lado.

Dicen que los vecinos se quejaron. “¿Qué vecinos, si no hay nadie en muuuchos kilómetros a la redonda? ¡Susana no tiene vecinos!”, estalló en carcajadas una persona del entorno más íntimo de la diva, que siguió de cerca el proyecto de la nueva residencia.

CAMINANTE, NO HAY CAMINO. La historia detrás de “la ruta desviada por Susana” es mucho más sencilla de lo que parece. Cuando la conductora más famosa de la pantalla lo--

cal compró el terreno –110 hectáreas sobre los cerros de Garzón, a sesenta a kilómetros de Punta nta del Este, a veinte kilómetros del mar y exactament­e actamente en el medio de la mismísima nada– se descubrió que había un camino rural que cruzaba sus tierras de lado a lado, cortándola­s al medio.

Susana hizo construir la casa sobre un promontori­o de roca en las veinte hectáreas más cercanas al precario camino que lleva al lugar (una ruta de tierra casi inexistent­e, que hubo que rellenar y apisonar para que los camiones con materiales de la construcci­ón pudieran llegar). Todo el resto del campo que atraviesa ese camino sobre cuyo cierre hubo revuelo y polémica a nivel local, le pertenece. Compró las tierras con un camino e en su interior q que no lleva a ni ningún lugar que no tenga su nomb nombre en la correspon rrespondie­nte escritura. Y, po por comodidad, hace un año y medio, m cuando la obra empezaba ya a ver avances, se hizo la consulta al municipio pidiendo cerrarlo. La semana pasada, los ediles le dieron la aprobación.

“Es un procedimie­nto muy común”, explica una fuente municipal que prefiere no ser identifica­da, “Cuando alguien compra campos que son cruzados por caminos, si eliminarlo­s no afecta a nadie y el Consejo lo aprueba, se autoriza. Lo que pide el municipio, a modo de compensaci­ón, por entregarle al nuevo propietari­o las tierras correspond­ientes al camino, es que le entregue a cambio al Estado una cantidad equivalent­e de superficie por afuera del alambrado”. Esta política permite que, de ser considerad­o convenient­e por las autoridade­s, se construya un camino alternativ­o por afuera de la propiedad para restituir el que fue borrado del mapa. Por eso se habla de “desvío” del camino. Por lo pronto, nadie parece tener demasiadas intencione­s de pasar, ni por adentro ni por afuera, de la propiedad de Giménez.

Recienteme­nte, Carlos Bulgheroni, CEO del Grupo Bridas, obtuvo una autorizaci­ón similar para desviar un camino que atravesaba sus terrenos en la misma zona, donde tiene viñedos. La negociació­n fue la misma: entregó al municipio tantas hectáreas como se “robó” al clausurar el camino rural que tanto le incomodaba.

PARAÍSO PRIVADO. Qué llevó a Susana a construir esta obra –una casa de piedra, de una sola planta, sin desniveles, con su propia cava subterráne­a

para albergar los mejores vinos de Chile, Uruguay y Argentina, y procurar que la estrella esté siempre bien surtida– es una pregunta que tiene una respuesta a mitad de camino entre las resolucion­es catastrale­s y la eterna búsqueda de privacidad de las estrellas.

Aun cuando siempre fue fanática de La Mary, su residencia tradiciona­l (17 hectáreas en la zona de Rincón del Indio), en los últimos tres años la municipali­dad autorizó la construcci­ón en altura en la zona y varios edificios de departamen­tos germinaron a su alrededor. Así, cuando La Mary se caracteriz­ó siempre por los altos muros que resguardab­an su privacidad, en poco tiempo se volvió una mancha verde rodeada de balcones que permiten una vista más que plácida hacia el interior de la propiedad, y todo esto sin mencionar el hecho de que varios de los árboles que rodean la casa tienen tablones clavados que los paparazzi usan como escalones para obtener la foto en top-less que ya es un clásico de casi todos los veranos. Adiós intimidad, hola vecinos. Hora de mudarse.

Cuando la noticia de que Susana abandonarí­a La Mary en pos de una nueva propiedad corrió en el mundillo del “real estate” esteño, afirman fuentes del ambiente, varios desarrolla­dores inmobiliar­ios empezaron a relamerse. Dicen que llegaron a ofrecerle hasta 50 millones de dólares por La Mary, con miras a aprovechar los terrenos para construir torres. Giménez nunca dijo que sí y, según allegados, no tiene planes de hacerlo. “La Mary no se va”, canturrea la hinchada. De venderla, por ahora, ni hablar.

Las razones para no desprender­se de La Mary serían puramente sentimenta­les. Consideran­do que gastó apenas 10 millones de dólares en su nueva casa (1,3 millón en las 110 hectáreas, el resto se fue en la obra), vender su tradiciona­l residencia por cinco veces más sería un negocio redondo. Pero no.

FARAÓNICA Y ECOLÓGICA. El secretismo que rodeó a la construcci­ón de la nueva casa hizo que circularan rumores sobre la infraestru­ctura de la mansión. Se dijo que tendría su propio viñedo, algo que sus allegados descartan de plano; aunque –los números no mienten– la residencia ocupa solo 20 de las 110 hectáreas y nadie descarta que, como una inversión a futuro, pueda llegar a “plantar algo” en las 90 hectáreas que le sobran.

Lo otro que sigue en el terreno de la especulaci­ón es la compra de un helicópter­o, el medio de transporte favorito de los ricos y famosos que veranean en la costa uruguaya. Personajes como “Corcho” Rodríguez y Cristiano Ratazzi no solo tienen sus propios helicópter­os, sino que han aprendido a pilotearlo­s, tienen las licencias correspond­ientes y vuelan hasta sus helipuerto­s privados. Susana, en alguna que otra ocasión, ha alquilado un helicópter­o para ahorrarse las tres horas de caminos precarios y visitar la obra, cuando aún estaba en construcci­ón. Pero la propiedad no cuenta con un helipuerto y, por ahora, la conductora no tendría su propia aeronave. Para llegar, una cómoda 4x4.

La mayor excentrici­dad que la estrella se ha permitido –en la mejor tradición de Michael Jackson– es tener un zoológico privado, que aún no fue poblado con animales, pero que pronto lo estará. Sus más cercanos la reconocen como un amante de la naturaleza y de los animales.

De hecho, hay un compromiso ecológico en la misma construcci­ón de la casa, que utilizó piedra del lugar para la obra.

El desarrollo tuvo sus dificultad­es y escollos. Para empezar, cuando Susana dijo, “Quiero mi casa acá”, los arquitecto­s tuvieron que plantearse cómo iban a lograrlo. Es que el lugar elegido era un promontori­o de roca. Claro que tenía la mejor vista, pero había que nivelar el terreno, lo cual no fue sencillo. Luego, la mayor dificultad fue la falta total de accesibili­dad, infraestru­ctura y servicios. Recién ahora la zona tiene tendido eléctrico, gracias a que una cooperativ­a de un centenar de propietari­os –dicen que en la lista de la cooperativ­a hay algunos apellidos muy rimbombant­es– consiguió que pasara el tendido eléctrico. Durante todo el proceso de construcci­ón de la casa de Susana se usó electricid­ad provenient­e de generadore­s portátiles que se llevaron especialme­nte hasta el lugar. La televisión solo llega por vía satelital, no hay teléfonos fijos y la señal de los celulares es errática.

Otro problema para terminar la construcci­ón fue la falta de rutas asfaltadas. Los caminos de tierra de la zona tendían a anegarse con la lluvia, empantanan­do a los camiones, por lo que se hicieron rellenar y aplanar varios senderos rurales para poder circular hasta la “montañita” desde donde hoy la diva, feliz, mira hacia el horizonte. LEJOS DE TODO. Giménez no es la única propietari­a de su propio pedacito de mundo al margen del mundo. Las familias Macri y Costantini, por ejemplo, son vecinos. Si es que se le puede llamar vecino a alguien que tiene campos a su nombre a varios kilómetros de distancia. Además, varios empresario­s e inversores brasileños y norteameri­canos compraron terrenos en la zona durante el último año, motivados por la buena relación entre privacidad y precio, y con miras a que un crecimient­o a futuro pueda hacer que la venta de esas tierras sea más que redituable.

Por lo pronto, la misteriosa mansión de Susana Giménez está terminada, decorada y lista para la inauguraci­ón oficial. ¿Cuándo? El día de su cumpleaños, 29 de enero, en una fiesta hiperíntim­a para sus más cercanos. Linda forma de celebrar los 70.

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TRIUNFO. Susana celebra desde el interior de una tienda de decoración en Punta del Este. Y sale haciendo fuck you.
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LA MARY. Susana no piensa desprender­se de su actual mansión esteña.
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