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Los que repiten

- * Del Instituto Sincronía (info@institutos­incronia.com.ar)

M ás allá de las causas por las que un chico repite el grado o el año, ninguno de los que pasan por esa situación, como tampoco la familia, quedan exentos de sentir el abanico emocional que detona.Aunque es muy amplio y personal, hay dos emociones que, si bien son displacent­eras, serán funcionale­s para lograr el cambio y encarar un nuevo año de manera positiva.

“Estaba seguro que aprobaba, había estudiado todo febrero, fui a profesora particular pero justo me tomaron algo que no me salía, que no estaba como lo estudie ¡Me da mucha bronca!”, se queja Germán de 13 años. El enojo es una emoción que, aunque no sea agradable de sentir, tiene su parte funcional. Cuando nos enojamos, es porque sentimos que algo no está saliendo como debe ser, que se salió del control que pretendíam­os tener. Esta señal también nos indica que llegamos a un punto en el que de esa manera no se puede seguir, nos aporta fuerza vital para poner firmeza, para poner un límite.

En caso de repetir el año, el enojo va a ser funcional para marcar otro camino, ya sea para cambiar de escuela, de hábitos de estudio, buscar ayuda del profesor en la escuela o ir a uno particular antes de acumular bajas notas.

“Me siento mal, es un bajón. Hay amigas que no voy a volver a ver porque pasaron de año y yo no. Lo que más triste me pone es per- der a mis amigos porque aunque los siga viendo, no es igual, y defraudar a mis viejos que me pagaron la profe”, se lamenta Luciana de 14 años. La tristeza es una emoción de las que más escapa la gente en general. Si bien es muy agradable, gracias a ella podemos dar los dos pasos fundamenta­les para generar un gran cambio: aceptar y soltar. Estas son palabras que parecen estar de moda o asociadas al estar relajado. Sin embargo, nada es más difícil que pasar por este proceso de aceptar que ocurrió algo que no queremos y dejar ir esas sensacione­s, pensamient­os y acciones que están aferradas a esa experienci­a para armarse y volver a intentarlo.

En el caso de los chicos que se sienten tristes, la mejor ayuda que pueden dar los padres es acompañarl­os en este proceso: ni forzarlos a salir, ni mantenerlo­s mucho tiempo en esta etapa. Solo respetar y acompañar en esto de aceptar que las cosas no salieron y dejar ir lo que se vive como error. Es saludable tomar la experienci­a como trampolín para aceptar que hay cosas por modificar para iniciar un año mejor y poder aprender de lo que no salió como esperábamo­s. Generalmen­te, los chicos poseen una flexibilid­ad que les posibilita hacer este proceso, sobre todo si cuentan con el apoyo de la familia.

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Por la Lic. Julieta Tojeiro*

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