LECTURA.
Acabá con el estrés, por tu salud
La palabra estrés surgió alrededor de 1920 como resultado de estudios de Hans Selye, quien dirigió investigaciones con animales de laboratorio, poniéndolos en situaciones hostiles, en las que eran incapaces de defenderse. Esto generaba alteraciones orgánicas nocivas, tales como el agotamiento de algunas glándulas, postración, e incluso, aunque no se observaran, efectos físicos. Los estudios en humanos también evidenciaron que los acontecimientos estresantes producían alteraciones bioquímicas, con debilitamiento del sistema inmunitario.
La evolución de las investigaciones llegó a la conclusión de que las situaciones de estrés estaban relacionadas con la aparición de muchas enfermedades. Hipócrates, el pionero de la medicina occidental, que vivió en el siglo IV a. C., dijo que la salud significa equilibrio armonioso entre la mente, el cuerpo y el entorno.
El estrés es el resultado de acciones, reacciones y tensiones continuadas, que no permiten la necesaria distensión y el reequilibrio del organismo.
Imagínate la tensión de una cuerda que sujeta con fuerza determinado peso. Si, después de cierto tiempo, no vuelve a su estado normal, se romperá. La cuerda, en sí, fue hecha para soportar situaciones de tensión, lo que no puede es permanecer mucho tiempo es esta situación a punto de exceder su límite de resistencia. El estrés es el estado de ruptura.
En los seres humanos, el estrés es parte de la vida. Es una manera fisiológica por la cual el cuerpo se prepara ante casos especiales, para escapar o luchar. Es el instinto de supervivencia, de defensa y de superación. Hay estudiosos que dicen que hay un estrés bueno, positivo, llamado eustrés, y uno negativo llamado distrés. Prefiero simplificar y decir que la tensión puede ser buena o mala, mientras que el estrés es ya la fase perniciosa, es la tensión llevada al extremo.
Durante una situación de fuerte exigencia para el cuerpo, pueden darse tres etapas:
1) Reacción de alarma. El cerebro trasmite la señal de fuga o de ataque.
2) Reacción de resistencia. El cuerpo reacciona para superar el peligro. 3) Situación de estrés o agotamiento. Lo que debería suceder normalmente es que, una vez que la situación de peligro ha pasado, el cerebro produce otras sustancias que hacen que el organismo vuelva a la normalidad.
El problema se complica cuando la persona no tiene control sobre su vida, sometiéndose a un estado de tensión permanente provocada por el miedo, la rabia, la hostilidad, el pavor, la tristeza, la soledad, el luto, la angustia mental, el pánico, la ansiedad, etcétera. El organismo, en este caso, entra en estrés. Aquí algunos de los síntomas de estrés: mas - de memoria.
quietud, - angustia, incapacidad para relajarse, depresión.
dificultad para concluir deberes profesionales, nerviosismo, temblores, rostro cansado, puños cerrados, llanto, cambios en los hábitos alimentarios y hábitos relacionados con la bebida y el tabaco.
de dientes, sudoración, dolores de cabeza debido a la tensión, sensación de desmayo inminente, sensación de asfixia, dificultad para tragar, dolor de estómago, náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, urgencia y frecuencia urinaria, pérdida de interés por el sexo, fatiga, escalofríos o temblores, pérdida o aumento de peso, atención exagerada a los latidos del corazón.
dad - de la relación puede cambiar, la persona busca compañía o se aísla.
La adrenalina, liberada en situaciones de ira, hostilidad, tristeza, miedo, soledad, odio o irritabilidad, aumenta la presión arterial y la coagulación de la sangre, e incrementa el colesterol. La adrenalina es más elevada en las personas hostiles.
Las personas con poco apoyo social, es decir, sin relación con la familia, parientes, amigos, colegas, vecinos, compañeros de vida, o de club, corren un riesgo mayor de desarrollar enfermedades coronarias.