“TENEMOS QUE EMPEZAR A TOMAR LOS ESPACIOS QUE NOS FUERON NEGADOS”
Leandra Alma
y no solo saben posar juntas. También saben disfrutar de una charla
cuyos temas emergen sin buscarlos: integración y diversidad en la moda,
pero también muchas vivencias personales que van del bullying a las frustraciones laborales,
AMOR
el y la necesidad de romper por fin el cerco de la discriminación.
L“DE CHICA JAMÁS ME ENCONTRÉ REPRESENTADA EN NINGÚN LADO. NINGUNA PUBLICIDAD, REVISTA O CARTEL HABLABA DE MÍ O DE MI FAMILIA. Y ES SÚPER DOLOROSO ESO. PORQUE ADEMÁS TE DESPOJA DE LA POSIBILIDAD DE BELLEZA. ´YO CRECÍ CONVENCIDA DE QUE ERA FEA”. Alma
a conversación, signo de estos tiempos, sucede en un parque. Y encima en “horario pico”: las 4 de la tarde, momento en que una multitud de niños y niñas, madres, padres, mascotas, barbijos y mates se reproducen sin paz por cada metro cuadrado. Leandra Atenea Levine Hidalgo y Melany Angelina Vilchez (Alma Azul) se acaban de conocer, hicieron fotos juntas y que ya se entienden a la perfección. Se ríen y se escuchan con una atención que conmueve. Leandra es multifacética e histriónica: se hizo conocida como “la primera egresada trans del Pellegrini” y si bien en ese entonces hablaba de un camino vinculado a la medicina y a la cirugía plástica, hoy coquetea con varias actividades a la vez: la moda, el arte, la actuación… Si no fuese por la pandemia, de hecho, en este momento estaría de gira por Europa con Yira Yira, obra que hizo el año pasado en el Teatro El Extranjero y que sí llegó a presentarse en San Pablo, Brasil. A su lado, Alma la escucha y acota. A ella también le gusta hablar y contar su historia, hoy vinculada a la moda (acaba de participar en la nueva campaña de la marca de jeans Limay) y a la pintura: no sólo pinta y dibuja muy bien sino que también estudia Arteterapia. El grabador se enciende y aparece el primer concepto/disparador de la charla: identidad.
-Marie Claire: ¿Qué significa esa palabra para ustedes? -Leandra: Para mí representa la búsqueda más importante que podemos tener. Siento que la única manera de ser libres en esta vida es reconocer y acercarnos lo más posible a nuestra identidad, a eso que nos nace y que hace a lo que somos. Internamente es lo que más intento siempre: ser lo más auténtica posible. En esto estoy. -Alma: En mi experiencia, la identidad siempre fue un gran conflicto. Me encontré viviendo en esta ciudad en la que no me sentía parte. Ni tampoco bienvenida. En la escuela se la pasaron remarcándome el color, la apariencia. En la calle lo mismo, en el subte, en los negocios…. En todos lados me remarcaban lo mismo: sos negra. Y, por ende, mala. Crecer con eso fue un gran conflicto y es por eso que durante años traté de negar mi identidad. Me anulé para amoldarme a lo que acá era visto como bueno y bello. Un paradigma bien blanco y eurocentrista.
-L: Es tremendo porque la identidad necesita un trabajo de búsqueda propio, íntimo y profundo. La imposición del afuera es justamente todo lo contrario a eso…
-A: Exacto. Y por eso a mí me costó el doble ese proceso, porque primero tuve que desarmar toda esa construcción ajena que yo también terminé aceptando. En algún momento yo también empecé a decirme: tengo que ser más blanca, tengo que ser más flaca, tengo que tener ojos claros… Me daba vergüenza reconocer que mis padres son de Perú y que ahí estaban mis raíces. Y es loco porque es algo reconocible, me ves y enseguida pensás en una ascendencia indígena o andina. Pero yo lo veía como un problema, como algo a tapar. Y eso se trasformaba, claro, en una enorme timidez. ¡Ni siquiera me reía! Hasta que comenzó el gran cambio y empecé a reconectarme con muchas cosas. En primer lugar, mi familia. Empecé a escucharlos, pero escucharlos en serio, conectando con sus recuerdos, sus vivencias… Mi abuela habla quechua y me encanta escucharla. Fue un proceso tremendamente liberador, de empezar a valorar lo mío, mi identidad cultural, mi cuerpo, mis rasgos, mis ojos, mi color... Y hoy me siento muy orgullosa de todo eso, y también de mi herencia cultural, de lo quechua y lo andino que me parece un entramado súper rico e interesante. Mis dibujos suelen reflejar muchos elementos de ese mundo.
-L: ¿Cuándo empezó ese proceso?
-A: Cuando salí del secundario. Seguramente no fue algo casual ya que fui a un colegio católico y privado en el que sufrí mucho por el racismo. Todo el tiempo sentí encima la burla y la mirada reprobatoria de mis compañeros, la de los padres de mis compañeros... En algunos casos