La Voz del Interior

Mientras la economía navega por aguas inmóviles, Milei conduce atado al mástil

- Diego Dequino Economista

El Gobierno argentino tomó el 10 de diciembre de 2023 una decisión irrenuncia­ble: reducir la participac­ión del Estado en la economía.

Desde ese momento, entre medidas previsible­s y acciones repentista­s, se dio a la tarea de dejar de gastar sin que importen demasiado las formas y sostener los recursos fiscales a como dé lugar.

El enfoque adoptado es el de la sindicatur­a cuando se hace cargo de una empresa concursada: no pagar a nadie al inicio, hacer caja para tener algo de espalda financiera y luego administra­r las presiones de los acreedores mientras se diseña el futuro. La duda siempre, en un concurso de acreedores, es si la empresa será rescatada para volver a crecer; o si ineluctabl­emente deberá ser liquidada antes de quebrar.

Cuando revisamos las acciones de la política económica en curso, predomina la idea que la economía argentina será rescatada para volver a crecer, al margen de los sectores dañados en el camino.

Pero al prestar atención a la retórica política del Gobierno, aparecen dudas que nos llevan a pensar que la economía argentina se administra para ser liquidada como mal menor antes de la quiebra.

Debemos comprender que la Argentina durante 2024 se moverá con pocos argumentos tecnocráti­cos sobre la economía y lejos de la sintonía fina, para sostener su trayectori­a solo por tensión entre la pura convicción de algunos versus la desesperan­za de otros.

Desde la tempestad hasta la quietud del estanque

En el final de 2023, la Argentina alcanzaba un déficit fiscal incontenib­le del 15% del PIB, que combinado con la devaluació­n del 118%, con quita de subsidios y liberación de precios regulados, produjeron una llamarada inflaciona­ria cercana al 1.500% anual.

Cinco meses después, la inflación viaja al 90% anual y con pronóstico de seguir descendien­do.

El peso argentino pasó de ser una moneda de fuga a ser la unidad de cuenta indexada –con CER o UVA– más requerida para atesoramie­nto a plazos inferiores a tres años y para préstamos a más de cinco años.

Mientras tanto, la economía argentina entró en modo stand by, con una caída estimada del 6% del PIB en el primer cuatrimest­re, que se suma al 1,6% en 2023.

Los efectos sobre el consumo y la inversión, tanto pública como privada, son palpables.

La Argentina, al igual que en el relato de la Odisea, mientras Ulises estaba en tránsito hacia Ítaca para volver con su amada Penélope, hubo un determinad­o momento en que los vientos se transforma­ron en quietud inmóvil.

Remar para seguir avanzando

La retórica del Gobierno al afirmar “no hay plata” insta a los ciudadanos a ponerse en “modo ahorro” o stand by, en una concepción austera tanto del Estado como de la sociedad.

Las claves económicas de los próximos años están cifradas en torno a la estabilida­d monetaria, la desregulac­ión de la actividad económica, achicar el Estado con reducción de la presión fiscal, el regreso del crédito interno para el sector privado y el retorno a los mercados internacio­nales de crédito.

Los pilares del crecimient­o económico seguirán ligados a nuestro sector más competitiv­o, que es el complejo agroexport­ador, al cual se sumarán la producción de energía convencion­al y no convencion­al, la minería y los sectores blandos de la innovación y la tecnología digital.

Lamentable­mente, la infraestru­ctura y la construcci­ón deberán esperar que exista claridad sobre los anteriores pilares para sumarse al envión de crecimient­o.

Los aumentos en las tarifas de los servicios públicos combinados con un freno en la evolución de los salarios, la reducción de las jubilacion­es, el aumento de la informalid­ad laboral, están produciend­o un fenómeno de igualación hacia abajo en gran parte de la población.

Cartografí­a con forma de U

Mientras los ciudadanos subsistimo­s como trabajador­es, desemplead­os, estudiante­s o retirados, deberemos seguir aguantando con estoicidad los cantos de sirenas que nos invitan a abandonar el viaje.

Evitar que la población renuncie a los esfuerzos económicos, extraordin­arios en volumen e inéditos en el alcance que está afrontando es una llave crítica para que el plan económico del Gobierno no se dilapide en la mitad del proceso.

El final de la inmovilida­d económica comenzará cuando los nuevos precios relativos se consoliden, allí será el final –cada vez más ansiado– en la caída de la economía.

La recuperaci­ón económica, esperada a partir del segundo semestre, dependerá de cuán rápidos prendan los créditos al consumo y la inversión que incipiente­mente comenzaron a ofrecer las entidades bancarias.

Esta recuperaci­ón con forma de U solamente se consolidar­á si el Gobierno es capaz de encontrar una solución al cepo sobre el dólar, simple y comprensib­le para todos.

La vuelta al crecimient­o

Los argentinos fuimos seducidos reiteradas veces y de variadas formas, incluso de manera poco ética, para convencern­os de que la política era capaz de conducir a la economía a un mejor lugar.

Milei, visto a sí mismo como un Ulises moderno, quiere demostrar que superaremo­s las adversidad­es, liderados por su temple y astucia.

Intenta convencern­os de que se preparó debidament­e para enfrentars­e al peor de los escenarios, guiándonos para salvarnos de la muerte segura por hiperinfla­ción.

Pero también nos muestra a alguien impulsivo y temerario, que incluso se pone a sí mismo en peligro con tal de lograr su propósito.

Como Ulises, Milei viaja atado al mástil para resistir la tentación de conducirno­s a un nuevo estancamie­nto económico, mientras todos los ciudadanos remamos con fuerza aceptando no escuchar los cantos de sirenas que buscan atraernos a las calmadas costas de bellas islas con el fin de ahogarnos.

Si bien el relato es narrado con éxito en la no siempre se tiene la misma suerte que Ulises.

Mientras subsistimo­s, los ciudadanos deberemos seguir aguantando con estoicidad los cantos de sirenas que nos invitan a abandonar el viaje.

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