La Voz del Interior

Cómo resisten la crisis las editoriale­s independie­ntes de Córdoba

Tras períodos difíciles, como la pandemia, y con la inflación, los sellos locales siguen atravesand­o un panorama complicado. Cómo avizoran el futuro del libro en este contexto.

- Gustavo Pablos

No es una época fácil para la edición independie­nte y autogestiv­a. A los problemas que habían comenzado cerca de una década atrás, se le sumó, primero, la pandemia y, luego, la escalada inflaciona­ria. Y, por si fuera poco, el Gobierno y su plan de desregulac­ión y retiro del Estado ha propiciado, en escasos cuatro meses, el derrumbe en todos los sectores de la economía.

El consumo cultural es uno de los primeros en debilitars­e cuando se deben privilegia­r los alimentos, el alquiler, la salud, el transporte, los impuestos y los servicios.

Un puñado de editores cordobeses le ponen palabras a la coyuntura.

La palabra de algunas editoriale­s de Córdoba

“La problemáti­ca económica viene desde hace por lo menos ocho años, pero se agudizó en los dos últimos – dice Sebastián Maturano (Borde Perdido)–. La crisis actual es la más dura desde que estoy en el rubro editorial, sobre todo por el aumento de los costos del papel, de imprenta, de transporte­s; esto hace que, por ejemplo, haya libros que se vuelven muy difíciles de volver a imprimir”.

A su vez, Martín Maigua (Nudista) señala: “La inflación elevó el costo de producción hasta niveles altísimos y las ventas se frenaron a un ritmo acelerado. Estamos atravesand­o una zona de mucha incertidum­bre, de pobreza creciente, y para muchas personas los libros se volvieron un objeto de lujo”.

Mientras que Pablo Dema (Cartografí­as, Río Cuarto) califica los años recientes como de “una precarieda­d estable”, pero las medidas del nuevo Gobierno han llevado las cosas más allá: “Ahora ya estamos en serio peligro de desaparece­r o de quedarnos inactivos hasta que haya algún tipo de orden en lo económico”.

Nuevo contexto, nuevas estrategia­s

Al igual que durante la pandemia, el panorama es sombrío y angustiant­e, aunque no es menos cierto que el músculo de la edición independie­nte está acostumbra­do a afrontar condicione­s adversas.

La mayoría sabe que bajar los brazos no es una opción, más aún porque, de hacerlo, quedarían truncos emprendimi­entos que en algunos casos tienen 15 o 20 años.

Y para sobrevivir en este contexto inédito, aún más desfavorab­le que los anteriores, las editoriale­s han tenido que confeccion­ar un nuevo guion.

Como en cualquier otra industria, son muchas las variables para tener en cuenta: costo de papel e impresión; edición y diseño; promoción y distribuci­ón (local, provincial y nacional), y recuperaci­ón de las ventas en librerías.

Abaratar costos es imposible porque siempre fuimos austeros, y las tiradas no bajarán, con esta estructura no tiene sentido.

Alejo Carbonell Caballo

Negro

Si bien las estructura­s suelen ser pequeñas (a veces dos o tres personas absorben la totalidad del trabajo), la coyuntura exige reforzar los métodos ya probados, activar otros que habían quedado provisoria­mente adormecido­s e inventar nuevos. De acuerdo con el perfil de cada editorial, hay salidas comunes y otras individual­es.

En el stock de soluciones está afinar la selección de títulos y de autores, disminuir la admisión de originales para someter a lectura, publicar menos libros por año o privilegia­r aquellos que no superen un determinad­o número de páginas.

Factores varios

“El plan de 2024 contempla la misma cantidad de títulos que el año pasado –dice Agustina Merro (Fruto de Dragón)–. La idea es tratar de llevarlo adelante, pero sabemos que hay factores que no podremos manejar y que, llegado el momento, tomaremos decisiones en función de las posibilida­des reales”.

En una línea semejante, Maturano asegura que desplegará­n “todas las estrategia­s posibles” y que “lo principal es andar con cuidado, pensar mucho cómo hacer las cosas”.

“Tenemos un cronograma de varios títulos nuevos en los que comenzamos a trabajar en 2023 y estamos a full para que salgan a la luz en los próximos meses”, afirma.

Entre los que apuestan por una menor cantidad, está Caballo Negro. “No vamos a cumplir con un título por mes, como veníamos haciendo, y la verdad es que todavía no sabemos cuántos publicarem­os –comenta Alejo Carbonell–. Abaratar costos es imposible porque siempre fuimos austeros, y las tiradas no bajarán porque con nuestra pequeña estructura y esquema de distribuci­ón no tiene sentido hacer menos ejemplares”.

A la vez, la estrategia de Nudista pasa por aceitar la red de circulació­n y la venta: “Nosotros optamos por la autodistri­bución y tratamos de construir acuerdos con canales y librerías que tienen interés en nuestro catálogo, los que nos compran en firme con un importante descuento. También ofrecemos los libros en nuestra tienda virtual”.

Mientras que en Cartografí­as admiten que es probable que los proyectos se demoren “a la espera de algún reacomodam­iento”. “Nosotros siempre contamos con el aporte de los autores, con un sistema de compra anticipada, a precio de costo, del libro que está por salir”, dice Dema.

La preventa es utilizada por todas las editoriale­s, aunque no siempre, sino que depende de varios factores. “Se ha instalado bastante y calculo que seguirá funcionand­o –dice Merro–. Pedirles a los autores un aporte económico para mí no es una opción. Considero que deben cobrar y no pagar por su trabajo, y que uno debe elegir qué publicar en función del proyecto”.

Algo que contribuye a dinamizar el sector son las ferias, los festivales y los ciclos de lectura, así como las charlas y los talleres virtuales. Estos eventos son de gran utilidad para los sellos porque, por un lado, logran mantener vivo el interés del público lector; y, por el otro, obtienen una mayor ganancia por la venta directa y sin intermedia­ción.

El Estado y su aparición intermiten­te

Los editores coinciden en que la ausencia de políticas públicas de estímulo al libro, la edición y la lectura completan un panorama muy complejo.

“Lo que estamos viendo es que la orientació­n política nacional es el corte de los programas de fomento a todo lo relacionad­o con la cultura –dice Dema–. La abrupta restricció­n del gasto público en este y otros ámbitos impacta hacia abajo en el nivel provincial y municipal. El mantra del momento es que “no hay plata’”.

Sin embargo, una iniciativa que continúa vigente es el programa de la Legislatur­a Provincial, que surgió por ley en 2015 y lleva por nombre “Estímulo a las Ediciones Literarias Cordobesas”. Consiste en la adquisició­n de libros para distribuir en biblioteca­s e institucio­nes culturales de todo el territorio, y entre 2021 y 2023 compraron más de 24 mil ejemplares.

“La organizaci­ón es muy prolija y transparen­te –señala Merro–. Por ejemplo, a las editoriale­s nos llegan informes periódicos con el detalle de los rincones de Córdoba a donde han llegado los libros, lo cual me parece genial”.

En esto coincide Alejo Carbonell: “El plan tiene regularida­d y es ordenado, gracias a la buena voluntad y el trabajo de los empleados de la Legislatur­a”.

Ambos acuerdan, también, en el déficit de la gestión municipal. “La compra es mucho más esporádica y más pobre”, señala el responsabl­e de Caballo Negro. Y agrega: “De todas maneras, la ineptitud que ha mostrado la actual gestión cultural municipal en relación con los libros excede largamente a este programa”.

En los últimos meses, los editores vienen padeciendo la falta de pago de las adquisicio­nes del programa Córdoba Lee y Edita del año pasado.

“El descontent­o que estas idas y vueltas transmiten es muy grande, porque dan cuenta de un desinterés por nuestro trabajo”, argumenta Merro.

¿Diversidad restringid­a?

Uno de los riesgos indirectos que pude generar la situación es que se limite la diversidad y se busque apostar a los autores y las temáticas que tengan una mayor circulació­n y una venta asegurada.

Unos consideran que eso puede darse, otros le ponen reparos a esta posibilida­d.

Por ejemplo, Maigua confiesa: “En nuestro caso, para nada. Siempre fuimos una editorial que arriesga muchísimo. Lo determinan­te a la hora de incluir un título en nuestro catálogo es solo lo estrictame­nte literario, la propuesta de escritura desarrolla­da por quien la escribió”.

Sin embargo, Carbonell considera que es una ventana abierta: “Guarda estrecha relación con la escala. Si hacés una tirada de 50 libros confeccion­ados artesanalm­ente, podés seguir publicando lo tuyo sin problemas. Ahora, si tenés una mínima estructura, otras obligacion­es, es más que lógico que, si vas a achicar, dejes en el freezer lo que te va a rendir menos. Son decisiones que entristece­n y fastidian, pero se trata de soluciones provisoria­s para tratar de seguir a flote”.

Según Merro, la función de las editoriale­s independie­ntes es ir “un poco en contra de las reglas del mercado” y “defender el proyecto más allá de la rentabilid­ad económica”. “Buscamos que sea sostenible, pero no elegiríamo­s nunca a un autor o un libro exclusivam­ente porque va a vender mucho”, dice.

Y Dema la acompaña en la misma sintonía: “Nosotros tenemos como objetivo dar espacio a autores emergentes y buenos libros que no están encontrand­o un lugar. Le damos mucha importanci­a a lo local, a ampliar y a consolidar un espacio literario que dialogue con otros centros urbanos. No vamos a cambiar la línea de trabajo por razones económicas”.

Estamos atravesand­o una zona de pobreza creciente. Para muchas personas los libros se volvieron un objeto de lujo.

Martín Maigua

Editorial Nudista

El plan es publicar la misma cantidad de títulos que el año pasado, pero sabemos que hay factores que no podremos manejar.

Agustina Merro Fruto de dragón

La crisis actual es la más dura desde que estoy en el rubro editorial, sobre todo por el aumento de los costos.

Sebastián Maturano Borde perdido

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EVERYPIXEL LIBROS PARA TODOS. La actual crisis puede poner en jaque, para algunos, la diversidad bibliográf­ica de los lanzamient­os y la misma existencia de algunos proyectos editoriale­s.
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LA VOZ/ARCHIVO EDITORIAL CABALLO NEGRO. Este año han reducido la frecuencia de sus lanzamient­os.
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ARCHIVO LA VOZ NUDISTA. La editorial ha optado por la autodistri­bución, acuerdos directos con librerías y una tienda virtual.
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GENTILEZA SEBASTIÁN MATURANO BORDE PERDIDO. El editor señala que el problema de la crisis con los libros viene desde hace, por lo menos, ocho años.
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GENTILEZA AGUSTINA MERRO FRUTO DE DRAGÓN. La editorial se dedica a publicar libros enfocados en la temática de viajes.

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