La Voz del Interior

La sequía dejó sin poder a una sociedad ganadera

- Alejandro Rollán arollan@lavozdelin­terior.com.ar

La sobreofert­a de carne que exhibe el mercado argentino se refleja en los precios a lo largo de toda la cadena. En mayo, según una encuesta mensual llevada a cabo por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) sobre una muestra en 30 carnicería­s y 15 supermerca­dos de la provincia, el precio de la carne vacuna en Córdoba tuvo una suba del 2,4% respecto de abril pasado.

Lo más sorprenden­te es que el alza interanual, que en la mayoría de los rubros y de los alimentos supera los tres dígitos, en el caso de la carne cordobesa es de 69,9%.

Hasta junio del año pasado, la foto de la ganadería argentina mostraba al eslabón de la cría –con la sociedad que conforman el ternero y la vaca como abanderada– con la mejor renta de la cadena.

Sin embargo, la entrada del invierno 2022 y el agravamien­to de la sequía modificó ese escenario. La falta de pasto hizo que el criador se viera obligado a malvender los terneros y las vacas, con lo que ambas cotizacion­es comenzaron a desplazars­e por un tobogán.

El consultor ganadero Federico Santángelo le puso números a esta pérdida de poder adquisitiv­o en los eslabones de la invernada en el último año.

“El ternero, en mayo de 2022, tenía un valor nominal de $ 370 por kilo vivo; un año después tiene un precio de $ 480, lo que representa un aumento del 35%, en un contexto de mayores costos y en el cual la inflación superó el 110%”, graficó el especialis­ta.

En el caso de la vaca, la situación es más crítica. Mientras en mayo del año pasado un animal preñado valía en los remates $ 160 mil, un año después tiene un valor que ronda los $ 190 mil; apenas una actualizac­ión anual del 19%.

El clima hostil que padeció la producción agropecuar­ia en el último año rompió con un principio económico que dominaba la tarea del criador: tener al ternero como resguardo de valor.

“En vez de tener pesos, era preferible tener ‘patas’ en el campo. Eso dejó de funcionar”, admitió el consultor de Agroideas, en una reciente jornada del IPCVA realizada en un establecim­iento ganadero al norte de Jesús María.

La caída en el poder de compra que tuvieron la vaca y el ternero en el último año es significat­iva. A valores constantes de mayo de 2022, el ternero tendría que valer en la actualidad $ 650, mientras que la vaca preñada debería cotizar a $ 350 mil.

Ambas categorías, de ser tradiciona­lmente dos productos con reserva de valor, se convirtier­on en un costo para el criador.

Cuestión de oferta y de demanda

Rara vez desde 2009 la relación de compra para el feedlot fue tan favorable como en estos momentos: ofrece la chance de comprar el ternero a $ 480 el kilo y vender el novillo para consumo a $ 520.

La imagen instantáne­a que ofrece el negocio del engorde a corral es que deja planta, aunque cuando se le agrega el costo financiero la ecuación no es tan rentable.

Más allá de la actualizac­ión que tuvo el novillo para el consumo, los precios ganaderos vienen planchados desde hace más de 12 meses, limados por una inflación mensual que ronda entre el 7% y el 8% mensual.

¿Podrá revertirse en el corto plazo esta situación?

La buena disponibil­idad de hacienda que hay en los feedlots, entre los máximos valores desde 2009, con una oferta de dos millones de cabezas, hace que disminuyan las chances de que la recuperaci­ón del precio venga por el lado de la demanda, con salarios que pierden contra la inflación.

“La posibilida­d es por el lado de una actualizac­ión del tipo de cambio”, sostuvo Santángelo.

La expectativ­a que genera la llegada de un gobierno más amigable con la producción también fundamenta esa alternativ­a.

La sequía, que tantos estragos hizo en la economía del criador, también volverá a ser determinan­te para la oferta de carne del año próximo. Aunque en sentido contrario.

Los destetes para el año próximo podrían reflejar una caída de 1,5 millones de terneros, con lo cual el volumen de carne disponible sería menor.

Esa caída en la oferta, que se traduciría en un mayor valor de venta, también podría modificar la conducta del criador, que lejos ya de desprender­se del ternero, evaluaría conservarl­o por más tiempo.

Esa retracción también activaría los precios.

Mientras llega ese momento, el actual es el ideal para entrar en el negocio ganadero, aseguró Santángelo.

“A valor del dólar MEP, una vaquillona cuesta U$S 400, cuando en condicione­s normales llegó a valer U$S 800, dimensionó.

Una vez más, una crisis genera oportunida­des.

El ternero y la vaca han dejado de ser reserva de valor para el productor. ¿Qué tendría que pasar para que recuperen capacidad adquisitiv­a?

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GENTILEZA OSVALDO LUNA MADRE E HIJO. La falta de pasto obligó al criador a malvender sus existencia­s, cuyo efecto impactará en el próximo destete.
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