La Voz del Interior

La noche del maestro, de Sarmiento y la luna cordobesa

El Polideport­ivo Cerutti fue una caldera, como en las noches más gloriosas del Griego. El peso de la historia, también presente.

- Jorge Luna Arrieta jarrieta@lavozdelin­terior.com.ar

Humberto y Octavio llegaron al Cerutti, como siempre. Y desde siempre. Cada uno por su lado. Cada uno preparado para lo suyo. Uno subió a las cabinas de prensa. El otro se fue para el vestuario local. Y no era una noche más. Era el partido número 1.900 de Atenas en la Liga Nacional. Y el que había que ganar sí o sí.

Humberto es De Nápoli. Es Atenas, es la Liga Nacional, es la voz del básquet de Córdoba. El relator fue testigo y narrador de todo lo que vivió el Griego. Todo. Su voz suena a parqué. Sus descripcio­nes son perfectas como la parábola de la bola cuando viaja con destino a la red.

Pero la noche no comenzó de la mejor manera. San Lorenzo impidió que Atenas jugara profundo y lo obligó a tirar mucho de larga distancia. Los cordobeses, sin eficacia. Y el Cuervo pudo correr. Y también convertir de tres puntos. Sí, el juego de San Lorenzo, el ADN de ese equipo, se impuso en el primer chico, que terminó 18-10 para la visita. Estaba cuesta arriba. El Griego lucía atado y el aliento de la gente se iba apagando.

Pero entró él. Por sus venas corre una sangre especial. Desde el cielo, “Carnaza” se emocionó. Augusto Battistoni fue el utilero de Atenas durante mucho tiempo. El que mimaba a Marcelo y a Mario Milanesio. El que cuidaba a todos. De hecho, el Loro de Atenas, la mascota del equipo, se llama Augusto en su honor. Ahora, el nieto de “Carnaza” juega en Atenas. Tiene ese honor y esa responsabi­lidad. La de demostrar que está para jugar en este nivel y en semejante instancia. Octavio Sarmiento ingresó anoche desde el banco en el momento en el que al Verde no le salía nada. El hijo de Carolina Battistoni (histórica planillera del Griego) y “Fefo” Sarmiento (exjugador y que también fue utilero de Atenas) entró con todo. El 12 se despachó con 13 puntos para encender todo en el final del primer tiempo en el Cerutti: a Atenas, a la gente, a la confianza.

Octavio es ficha sub-23, pero, como muchos en este equipo, debió crecer de golpe, entender las responsabi­lidades de semejante situación: las del “no hay mañana”. Pero sintió el momento, se dejó llevar y atacó con determinac­ión. Sus triples y dobles devolviero­n al juego al Griego, que se fue al descanso largo 34-31. Sarmiento aprobó con creces este examen.

El partido fue un carrusel maldito. Fue durísimo, apretado, estresante. De momentos de alegrías rabiosas y efímeras, a otros de angustias infernales. El corazón, exigido en un túnel de viento de un Fórmula 1. Subir y bajar. Pararse y sentarse. Gritar y enmudecer. El juego fue cruel dentro y fuera de la cancha. Ir y venir para transitar un camino de final incierto. La ansiedad y las imprecisio­nes dentro de la cancha mostraban por qué estos equipos están donde están. Pero allá arriba había una voz que todo lo contaba. El maestro De Nápoli volvió a relatar una victoria de Atenas. Fue 68-65 y el grito de Humberto fue su grito de triunfo como en tantas noches: “Luna cordobesa”. Sólo falta una más, Atenas. Una más…

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FACUNDO LUQUE UNO MÁS. El Verde celebró el triunfo junto con el público que acompañó masivament­e en la última presentaci­ón como local.
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APOYO. “Pichi” Campana, histórico jugador de Atenas, junto a Felipe Lábaque.
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CAPITÁN. Cantón disputa el balón.

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