La Voz del Interior

Exhaustos en la primera trinchera

- Juan Federico Encrucijad­as jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

Sesenta y cuatro días después de haberse iniciado la pandemia, ellos continúan allí, firmes detrás del barbijo y de la máscara protectora. En turnos rotativos, durante las 24 horas, controlan los puentes de la ciudad y los principale­s accesos, además de otros puntos que van rotando de una semana a otra. Y para muchos vecinos, terminan por representa­r la cara de la cuarentena.

Se trata de mujeres y de varones policías que, a esta altura, ya no disimulan el cansancio. Que han sido testigos directos de los cambios de ritmo de una Córdoba que oscila entre la flexibiliz­ación y el aislamient­o estricto. Y, sobre todo, de cómo ha ido trocando el humor social a medida que el tiempo de encierro se acumula.

La cifra de más de 25 mil demorados por salir a la calle sin ninguna justificac­ión válida para la Provincia, en estos dos meses, es sólo una muestra del trabajo azul.

Los policías no sólo quedaron como “filtros” en puentes y en avenidas. Continuaro­n siendo llamados a los barrios para combatir la nueva insegurida­d “por proximidad”, al tiempo que eran solicitado­s para acompañar cualquier operativo por el Covid19 que se organizara de un momento a otro.

Las quejas, por supuesto, se multiplica­ron entre los vecinos: los móviles no llegan hoy tan seguido a las cuadras de la periferia y cuesta que estén a tiempo cuando la urgencia de un robo lo amerita.

Ayer se conoció el relato de una vecina de barrio Liceo, en el noreste de la ciudad de Córdoba, que mientras veía cómo robaban en su despensa, aguardaba un patrullero que nunca llegó. “Me dijeron que estaban viniendo cuando los llamaron a acompañar a una ambulancia por un caso de coronaviru­s”, denunció la mujer.

Los policías de a pie no dudan en contar que están exhaustos. Que son días demasiados largos y que trabajan con el miedo al contagio. El sargento que dio positivo el fin de semana último en medio del brote en la zona del Mercado Norte encendió más que una alarma. Sesenta compañeros fueron hisopados y, si bien hasta ahora no se constató que estén contagiado­s, cada uno de ellos no deja de relatar la angustia que vivió entre el testeo y el resultado.

Ser la cara visible de la cuarentena no termina por transforma­rse en un halago. En promedio, desde la segunda quincena de abril hasta ahora, hay entre tres y cuatro ataques contra patrullero­s. Sobre todo cuando, de madrugada, alguien alerta al 101 de que en algún barrio se está violando la cuarentena. El móvil llega al lugar señalado y se topa con varones y mujeres reunidos, bebiendo y con la música alta. Ni siquiera les dan tiempo para la disuasión.

“Por lo general, ocurre cuando se detecta alguna joda. Apenas ven el móvil, empiezan a llover piedras de todo tipo. Y si detienen a uno, se viene todo el mundo encima. No quieren estar encerrados y se la agarran con los policías”, graficó un alto funcionari­o policial.

El jueves último a la madrugada, un baldosazo reventó la ventanilla del acompañant­e de una camioneta policial e hirió en el rostro a la mujer policía que iba allí sentada. “Fue un ataque criminal”, contó un compañero. “Por suerte, estaba fresco e iba con la ventana medio cerrada, porque si no, la mataba”, agregó.

Un día antes, también de madrugada, un policía resultó con siete puntos de sutura; y su compañero, con un “puntazo” debajo de un ojo, al ser atacados por un grupo de vecinos en barrio José Hernández, justo cuando acudieron a desactivar una reunión ilegal. Las lluvias de piedras dañaron bastante al patrullero.

Ahora, los policías ya saben que a esta seguidilla le deberán anexar la conflictiv­idad gremial y social que asoma en la ciudad. “Por suerte, esta vez los políticos no nos tocaron la jubilación; saben que, de lo contrario, será difícil que el personal continúe respondien­do”, agregó otro jefe azul. Un termómetro de los tiempos que se avecinan.

LOS POLICÍAS YA SABEN QUE A ESTA SEGUIDILLA LE DEBERÁN ANEXAR LA CONFLICTIV­IDAD GREMIAL Y SOCIAL.

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Ataques. Cada vez más seguidos.

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