La Voz del Interior

Por su forma de caminar, lo investigan por un homicidio

- Denise Audrito Correspons­alía

Habían pasado 56 días del asesinato de la comerciant­e de Río Cuarto Claudia Muñoz

(51), cuando Sergio Medina (47), albañil de Las Albahacas, fue detenido. La Policía ya había descartado la hipótesis de robo, femicidio o venganza de familiares biológicos de una hija de la víctima. Y fue entonces cuando las sospechas se concentrar­on sobre él.

Medina, soltero, era cliente de Claudia desde hacía varios años. El día del crimen, 9 de mayo de

2017, estaba en Río Cuarto. Una cámara lo registra, minutos antes del hecho, en inmediacio­nes del local Mil Sol, ubicado en San Martín 2074, donde la mujer murió desangrada en el probador, tras recibir 33 puñaladas.

Medina siempre sostuvo que viajó a la ciudad con sus familiares porque su padre tenía que ir al médico. Dijo que pasó gran parte de la tarde en la casa de una tía, que vive al lado de la familia de Claudia. Aseguró que sólo salió para comprar un material de construcci­ón, y para jugar a la quiniela. No pudo demostrarl­o.

Lo que dio origen a la investigac­ión en su contra fue el testimonio de un vecino de su tía. Declaró que, minutos antes del asesinato, lo vio salir tras el auto de Claudia, a pie.

Este testigo sostuvo que le llamó la atención porque Medina “tiene un caminar pausado o pachorrien­to y ese día lo observó caminar en forma apresurada, (de una manera) no acostumbra­da a la que habitualme­nte llevaba”.

Un llamado de Liliana, hermana de Claudia, a Medina abrió más sospechas. El teléfono estaba intervenid­o. El hombre habría incurrido en contradicc­iones. El fiscal Fernando Moine imputó a Medina por “homicidio simple” y lo detuvo hace un año. En las últimas horas pidió la elevación de la causa a juicio.

El Ministerio Público reconoce que no hay pruebas directas del hecho. No ha establecid­o un presunto móvil. Tampoco halló huellas del imputado en la escena del crimen. Pero argumenta que las pruebas indiciaria­s existentes, “por su número, seriedad y concordanc­ia”, permiten atribuirle la supuesta autoría a Medina.

En los últimos días, la fiscalía recibió un trabajo de reconstruc­ción criminal sobre la posible mecánica del crimen, en el probador del local. La única lesión penetrante fue la mortal, en la zona de la ingle. Claudia fue atacada con un cuchillo monofilo de unos 10 centímetro­s.

Oposición

Familiares y amigos de Medina han organizado más de 20 marchas en Río Cuarto para clamar por su inocencia. En los últimos meses sumaron a la defensa al abogado Carlos Hairabedia­n.

Para el letrado, Medina “es un perejil” y debería investigar­se más el “círculo más estrecho de la víctima”. Se presume que se opondrá a la resolución del fiscal y que podría pedir el cese de prisión.

Entre otros indicios, la investigac­ión menciona que el imputado habría tenido una campera encargada en el comercio de Muñoz. Habría sido hallada con sangre sobre el mostrador.

Además, falta su ficha de cliente y en sus declaracio­nes surgieron “indicios de mala justificac­ión”

El abogado querellant­e, Héctor Giuliani, se mostró conforme. Manifestó que los familiares “nunca dudaron de la responsabi­lidad penal de Sergio Medina”. “Ha sido una investigac­ión compleja, ardua y difícil, con los avances y retrocesos razonables y lógicos”, afirmó.

Para la querella, Medina debe seguir detenido a la espera del juicio porque “el delito que ha cometido excluye una posible condena de ejecución condiciona­l y conlleva una sanción punitiva de ocho a 25 años”.

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(LA VOZ / ARCHIVO) Quince meses. El fiscal Moine, que estuvo en la escena del crimen, apunta contra el único sospechoso, aunque no tiene un móvil definido.

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