La Voz del Interior

Más que un regalo, un símbolo y una marca para Córdoba

- Bore Jo Ramo Torres Viviana Zarza Ro Franceschi­ni Marcos Rabadan

Salvo para la basura, el día de la ciudad es un feriado más.

RECOLECCIÓ­N NORMAL. Tanto hoy como el 9 de julio las empresas Lusa y Cotreco recogerán la basura domiciliar­ia normalment­e.

SERVICIOS RESENTIDOS. El transporte funcionará con frecuencia de día sábado. El estacionam­iento será gratuito en lugares permitidos. Y habrá guardias mínimas en los centros de salud municipale­s.

“Amo Córdoba”. La frase fue parte de varias campañas y jingles proselitis­tas en numerosas ocasiones. Pero también “Amo Córdoba” es un elogio de cordobeses y de extranjero­s a la ciudad. Una declaració­n que se repite y no tiene dueño. Y que hace poco tiempo se cristalizó en “AmoCba”, la escultura de color verde que se pasea por el centro de Capital, entre la plaza San Martín y la plazoleta frente a la iglesia de la Compañía de Jesús.

“Amo Córdoba estaba en el aire. No es de nadie y es de todos, solamente le di forma”, cuenta orgulloso Damián Revelli, autor de la obra, que sin esfuerzo y en silencio fue instalándo­se como un ícono en la ciudad. Un lugar para la foto obligada y una referencia urbana para el encuentro.

Revelli le donó la escultura a la ciudad en diciembre del año pasado. Se trata de un obsequio que trasciende lo material: es un símbolo. Para este arquitecto porteño y con ciudadanía cordobesa desde hace cinco años, “AmoCba” viene a ocupar un vacío. Es un logo, que puede ser una remera, un llavero, una calcomanía. Una marca registrada como “I love New York ”o“Paris je t´aime”. Es un sello internacio­nal.

“Córdoba no tenía un ícono así. Hay grandes obras como La Cañada, la iglesia de los Capuchinos, el Arco de Córdoba. Pero me pareció que la ciudad no tenía una identidad iconográfi­ca que la diferencie del resto y que la pusiera dentro del plano internacio­nal”, explica.

El diseño es sencillo. Pero llegar hasta ese triángulo de seis letras le llevó mucho tiempo. Primero, fue la elección. “Amo Córdoba está, existe, pero no se aman otras ciudades como Buenos Aires o Rosario”, sostiene convencido Revelli.

Después vino el debate: debía usar la abreviatur­a de la ciudad o el apocope del nombre. “‘Cor’ sonaba a empresa, a corporació­n”, cuenta sobre el proceso creativo. El color surgió solo, la escultura debía ser verde, como la ciudad.

La escultura es un regalo sui generis a la Municipali­dad. Tiene una condición. Revelli tiene miedo de que en algún momento su trabajo se pierda y quede arrinconad­o juntando polvo en un galpón por un cambio de gestión. Por eso tiene una cláusula para recuperar la obra en caso de que la quieran retirar, o bien él así lo decida. Le regalaría obras, reconstruc­ción y restauraci­ón de lo que ya está hecho. Más seguridad, trabajo, salud, humanidad y humildad a todos sus políticos. Y lo festejaría donde debe ser: en la plaza San Martín. Córdoba es bella, tiene de todo, sólo está muy sucia. Eso le regalaría, limpieza, orden, inspectore­s municipale­s que controlen el tránsito. Y haría la fiesta en la plaza San Martín. Limpieza. Los cordobeses deberían ver la forma de educarse, ya que si uno no es limpio en su casa, no lo es en su ciudad. Le regalaría calles limpias, mejor iluminadas, obras terminadas que no entorpezca­n el paso de autos y de peatones. Y haría la fiesta en un lugar grande: el estadio Mario Alberto Kempes. Le regalaría a la ciudad gobernante­s honestos comprometi­dos con el pueblo. Y gente con ganas de trabajar para el bien común... en fin... utopía.

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(NICOLÁS BRAVO) Ícono. El arquitecto Damián Revelli diseñó y donó la escultura que ya es una marca para la ciudad.

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