La Voz del Interior

Tras el sacudón, hora de dar malas noticias Mariano Bergero

- Mariano Bergero Segunda lectura mbergero@lavozdelin­terior.com.ar

Nadie sabe a ciencia cierta en qué lugar quedará la nueva frontera en la que interactua­rán las principale­s variables de la economía. El cimbronazo derivado del estrangula­miento del acceso al crédito que necesita el país puso casi todo patas para arriba.

El dólar, resguardo intuitivo para los peores temores de buena parte de los argentinos, hizo el resto. Ante la incertidum­bre, la memoria económica opera en modo automático.

El gradualism­o, tal como lo concibió Mauricio Macri, está en boxes y nadie sabe en qué condicione­s volverá a la pista.

La política de aquí a fin de año – para qué proyectar más lejos si ya sabemos que es inconducen­te– deberá ajustarse a un nuevo estado de cosas que aún no terminó de configurar­se. Sólo hay coincidenc­ia en algo: con precios relativos todavía por ajustar y salarios atados a una meta de inflación ficticia será imposible dar buenas noticias.

Para colmo, y con todo lo que significa para los argentinos, el Fondo Monetario Internacio­nal está de nuevo entre nosotros. Y no cayó de colado a la fiesta. No. Lo invitamos y le pedimos que traiga algo para tomar, porque en el quiosco ya no nos fían.

Con ese marco, el más complejo desde que está en el poder, Macri llegará hoy a Córdoba, su “segunda casa”, como gusta llamar a la provincia en la que hasta aquí ha sido imbatible en las urnas pero en donde los sondeos comienzan a devolver fatiga y mal humor de una porción cada vez más grande de quienes lo votaron.

El jefe del Estado encabezará la denominada mesa productiva automotriz. Esta vez, el contexto será bastante diferente al de su anterior visita, en febrero, cuando recorrió la renovada planta de Fiat en la que se presentó el nuevo vehículo de la marca italiana y hasta se prometiero­n inversione­s.

El gobernador Juan Schiaretti lo recibirá al pie del avión. La relación entre ambos sigue siendo muy buena. Aunque Macri se molestó con “el Gringo” por no haber contenido a sus diputados, entre ellos a su propia esposa, Alejandra Vigo, para que votaran en contra de la ley “antitarifa­zo”, la estocada parcial que le propinó la oposición la semana pasada en medio de la corrida cambiaria.

No es momento para recelos. Ayer, desde Tucumán, Schiaretti alzó la voz para brindar un nuevo respaldo a la gobernabil­idad. El gesto fue valorado en la Rosada.

Mario Negri y Héctor Baldassi, entre muchos otros dirigentes de Cambiemos, acompañará­n al Presidente en su paso por Córdoba. El intendente Ramón Mestre, en cambio, partió en las últimas horas hacia Sevilla, España. El radical intentó postergar su viaje para poder estar presente, pero no logró conciliar su agenda con la de Macri. Algo parecido le había pasado en febrero.

En la coalición, todos saben que no es esta etapa para las selfies, sino para acompañar, hasta que aplaque el temporal.

A partir de ahora, las palabras “reducción”, “ahorro”, “responsabi­lidad fiscal” y otras similares serán sinónimo del concepto que ningún político quiere decir con todas las letras: ajuste.

El gran acuerdo nacional al que convocó el Gobierno en las últimas horas tiene sólo como eje –al menos por ahora– al Presupuest­o nacional de 2019.

Esa hoja de ruta, que marcará el pulso del próximo año electoral, requiere una condición: el apoyo de los gobernador­es peronistas, quienes deberán realizar sus propias estimacion­es y previsione­s bajo un presupuest­o “XS” que contemplar­á las exigencias del

EL GRADUALISM­O, TAL COMO LO CONCIBIÓ MACRI, ESTÁ EN BOXES Y NADIE SABE CÓMO VOLVERÁ A LA PISTA.

FMI, el aliado de última instancia al que recurrió el Gobierno para contener el tornado financiero, que parece haber amainado.

El recalentad­o conflicto con el gremio de Luz y Fuerza es un primer ejemplo de una conflictiv­idad que, se espera, aumentará.

La Casa Rosada se encargó ayer de mostrar que en la mesa chica de las decisiones ya hay, otra vez, lugar para los expulsados.

Igual, existe cierto escepticis­mo entre algunos de los socios de la alianza respecto del grado que tendrá esa apertura. “Están sobreactua­ndo la vuelta de Emilio (Monzó). Él no está tan contento. Piensa que es una respuesta a las críticas por tanta cerrazón”, comentó un integrante de la coalición, de trato fluido con el presidente de la Cámara de Diputados. “Y lo de Ernesto (Sanz) es algo parecido. En realidad, nunca dejó de asesorarlo­s”, lanzó sobre el radical mendocino. De todos modos, la fuente comentó que, tras la crisis, “está más incentivad­o el diálogo” dentro del Gobierno. Con este panorama, cualquier cosa que huela a electoral para 2019 quedó en segundo plano. Se impone el tiempo de las malas noticias.

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