La Voz del Interior

Demasiados frentes para una guerra inacabable

Es difícil que la amenaza de Trump de atacar inf luya en el reparto territoria­l. Siete años de conflicto consolidar­on posiciones que nadie quiere resignar en una región caliente.

- Juan Carlos Sanz El País, de Madrid

Estados Unidos, que casi ha dado por concluida la misión contra el Estado Islámico, se dispone a dejar a su suerte a los aliados kurdos que le ayudaron a doblegar al Isis y que ahora dominan otro tercio del país. Turquía irrumpió en suelo sirio para apoderarse de un cordón sanitario en la frontera que le permita mantener la influencia sobre los insurgente­s del norte. Israel y otros vecinos observan atentos los cambios sobre el tablero sirio para reaccionar. Estas son las posiciones del frente en vísperas de la eventual represalia del presidente de Estados Unidos.

Régimen sirio. Domina la llamada Siria útil, las grandes ciudades, la costa y las regiones fértiles. Mediante asedios, aplastante­s ofensivas y “pactos de reconcilia­ción” (rendición a cambio de una evacuación segura), se está apoderando de los reductos de la oposición. La campaña de Guta Oriental, en la periferia de la capital, concluye precisamen­te con el repliegue de los insurrecto­s de Jaish al Islam tras el bombardeo químico denunciado en Duma. Al Asad prácticame­nte ha ganado la guerra, pero queda hipotecado y a merced de sus aliados de Moscú y Teherán, que lo salvaron hace tres años de una derrota en ciernes.

Rusia. Vladimir Putin reforzó el despliegue de su mejor aviación de combate en Siria en septiembre de 2015. Actuó en defensa de su única base aeronaval en el Mediterrán­eo, aunque parece haber ido ocupando el espacio abandonado por Washington en Oriente Próximo. Cerca de 50.000 militares rusos han pasado en sucesivas rotaciones por el frente sirio.

Con sus sistemas de misiles tierra-aire S-400 domina el espacio aéreo, de manera que Estados Unidos e Israel le notifican sus vuelos para evitar enfrentami­entos accidental­es. El Kremlin se presenta como ganador visible del conflicto.

Irán y milicias chiítas. Los oficiales de la Guardia Revolucion­aria encuadran decenas de miles de milicianos chiítas del Líbano (Hizbollah) e Irak, que constituye­n la verdadera fuerza de choque –y carne de cañón– en las filas gubernamen­tales. Teherán trata de erigir un “puente terrestre” hasta el Líbano a través de Irak y Siria para consolidar su hegemonía sobre tres naciones con implantaci­ón de la rama musulmana chiíta. Este plan iraní es visto con preocupaci­ón por Occidente.

Oposición sunita. Cientos de miles de combatient­es de milicias islamistas sunitas se han ido reagrupand­o en el norte de Siria, en la provincia de Idlib y en parte de la de Alepo, tras haber sido expulsados por el Ejército del régimen de sus bastiones. Tharir al Sham, que integra al antiguo Frente al Nusra (filial de Al Qaeda) y otros grupos salafistas son las fuerzas prepondera­ntes. La oposición en el exilio ha logrado reunirse en torno a una plataforma que exige la salida de Al Asad del poder para poder negociar con el régimen.

Milicias kurdas. Más de 50 mil combatient­es curtidos en la lucha contra el Estado Islámico controlan las dos terceras partes de la frontera con Turquía y grandes trechos del valle del Éufrates. Intentan un acercamien­to al Gobierno de Damasco y a Rusia.

Estados Unidos. La Casa Blanca pretendía retirar los 4.000 militares de las fuerzas especiales destacados en Siria. El vuelco dado por Trump tras las denuncias del ataque químico en Duma puede llevar a reconsider­ar la presencia y su implicació­n en la guerra.

Turquía. El Ejército de Ankara se ha apoderado de una amplia banda de territorio sirio en paralelo a la frontera norocciden­tal. Con el apoyo de fuerzas rebeldes del Ejército Libre de Siria desalojó este año a las milicias kurdas del cantón de Afrin y afianzó posiciones ante un reparto territoria­l tras la posguerra.

Estado Islámico. Centenares de yihadistas vagan aún por el desierto que separa a Siria de Irak, sin acabar de ser erradicado­s. El califato territoria­l fundado por Abubaker al Bagdadi en 2014 ha pasado a la historia. Pero la amenaza del terror yihadista global del Isis no se ha desvanecid­o.

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(AP) En Damasco. La capital de Siria muestra afiches y carteles que respaldan al presidente Al Asad.

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