La Voz del Interior

Una maravilla de mujer

Llega al cine la máxima heroína de origen feminista del cómic.

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Para un universo copado por muchachos musculosos y fanfarrone­s, la Mujer Maravilla demoró en hacer su tan merecida como políticame­nte correcta aparición en el cine del siglo 21: no sólo porque el personaje que ya cuenta con 75 años de existencia es uno de los íconos femeninos clave del mundo superheroi­co, sino porque su concepción estuvo marcada desde el inicio por un pionero y voluntario feminismo. Con ese estandarte fue creada en 1941 para DC Comics por el psicólogo y activista de género William Moulton Marston, y con esa estela permaneció hasta que la serie televisiva de la década de 1970 protagoniz­ada por Lynda Carter le brindó un reconocimi­ento pop y masivo.

De todas maneras, varias décadas tuvieron que pasar para que la Mujer Maravilla regresara a la masividad y exigiera su trono de amazona en la pantalla grande y por fuera del terreno de los cómics. Con dirección de Patty Jenkins

(Monster) y con protagónic­o de la hermosa israelí Gal Gadot (Rápidos y furiosos), que ya había encarnado brevemente a la heroína en la golpeada Batman vs.

Superman (2016), llega Mujer Maravilla, uno de los estrenos del año en materia superheroi­ca.

Y lo hace para narrar su remoto origen: el filme se sitúa en 1918 en plena Primera Guerra Mundial, cuando el oficial estadounid­ense de Inteligenc­ia Steve Trevor (Chris Pine) aterriza accidental­mente en la paradisíac­a, escondida y mitológica isla de Temiscira donde habita

la princesa Diana.

Pero lo hace perseguido por alemanes, y así la inocente Diana asistirá a la terrible violencia de la civilizaci­ón humana, en la que se curtirá, viaje a Londres mediante, para transforma­rse en la aguerrida y valiente Mujer Maravilla. El equipo de brazaletes, espada, escudo y armadura le servirá para enfrentars­e a villanos como el general alemán Ludendorff (Danny Huston) y a la desfigurad­a científica Dr. Maru (Elena Anaya), elenco al que se suman la Reina Hipólita (Connie Nielsen), madre de Diana, y la General Antíope (Robin Wright), su tía cómplice. Y también el temible dios Ares rondará por ahí.

Gadot se cargó la misión de encarnar al personaje sin siquiera saberlo, en un casting secreto que había gestado Zack Snyder para el filme que enfrentaba a Superman con el Hombre Murciélago. Cuando se enteró del rol que la comprometí­a, la actriz cuenta que se puso a Beyoncé en los auriculare­s para infundirse valor. Así, una diosa negra inspiró a la diosa israelígre­corromana, que hoy brilla radiante en su primera película en la gran pantalla en tres tercios de siglo. “Es la historia de una chica que se vuelve mujer”, la definió Gadot. Y agregó: “Mi personaje en Batman vs. Superman era realista y maduro, una mujer. En cambio, en esta película se cuenta la iniciación de Diana. Es su historia, sus comienzos como una joven ingenua, positiva, feliz, que busca ser una buena chica”.

Así y todo, la Mujer Maravilla pasada o presente, joven o adulta, sigue siendo una fuente olímpica de la moral y de la identidad femenina. Gadot: “Me siento muy orgullosa de que este filme se haya hecho. Todos los hombres, grandes y chicos, siempre han tenido en quiénes reflejarse, sea en Superman, Batman, el Hombre- Araña o lo que sea, mientras que para las chicas siempre queda la princesa que es salvada y es pasiva. La Mujer Maravilla, en cambio, es temeraria, proactiva, ella cree en sí misma. Ella cree que puede hacerlo todo, y eso es una verdadera mujer para mí”.

Mujer de acero

La actriz israelí, quien a pesar de su pasado en el ejército (donde fue instructor­a de combate) y en el deporte (jugó al básquet y al vóley y fue bailarina) debió levantar pesas para esculpir su figura, no está sola en su cruzada hollywoode­nse: la dirección a cargo de Patty Jenkins es un hito, en tanto

Mujer Maravilla es la primera película dirigida por una mujer en todo el auge de produccion­es superheroi­cas que inició X-Men (2000) después de la olvidada Punisher: War Zone (2008), que dirigió Lexi Alexander. Y será el segundo filme de Jenkins, que en la visceral Monster (2002) había narrado la historia de la prostituta lesbiana asesina Aileen Wuornos, interpreta­da por Charlize Theron (que ganó un Oscar por el rol), y después se dedicó a la televisión.

Quienes quieran ver entre ambos filmes curricular­es un propósito feminista se equivocan: a pesar de la campaña de publicidad que insiste en que Mujer Maravilla es un filme de superhéroe­s “para chicas”, Jenkins asegura que su filme es un ejemplo para todas las mujeres pero que es “universal”. Y su referencia es, ante todo, masculina: “Me dediqué a esto por Superman. Estoy acá porque, al ver el filme de Richard Donner cuando era chica, mi realidad se sacudió y me volví Superman. Yo era ese niño pequeño, me comí ese viaje. Lo que La guerra

de las galaxias significó para algunos, Superman lo fue para mí. Recuerdo el cine, recuerdo la sensación, que lloré y reí y era Superman. Me imaginé a mí misma como Superman, y esa es la gran belleza del cine”, cierra Jenkins.

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