Rumbos

Daniel Hendler “Exponerme en la tele me hace vulnerable”

Es uno de los actores uruguayos más premiados, pero también un tipo tranquilo que puede dedicar una charla entera a divagar sobre el paso del tiempo. ¿Por qué prefiere hoy actuar ante 15 espectador­es en el teatro off, que ser el galán de turno en el prime

- TEXTO JAVIER FIRPO FOTO JOSE NICOLINI

Se nota que Daniel Hendler es uruguayo. En su forma de ser, su tranquilid­ad natural y hasta en cómo encara su oficio: lo convocan para la tele, pero él prefiere hacer una obra de teatro off. Intentan seducirlo para una película y él opta por escribir, dirigir y protagoniz­ar una serie web de bajísimo presupuest­o. “¿De qué vivo, te preguntará­s? De los ahorros. Pero ya se me van terminando”, dice, imperturba­ble, este montevidea­no de 41 años, que entra y sale de la popularida­d de una tira como Graduados para pasar a la consagraci­ón en

El hermano inestimabl­e, una obra teatral actualment­e en cartel en Buenos Aires, en la que realiza una magistral labor en funciones donde lo ven, como mucho, 50 espectador­es. “Para mí es como trabajar en Hollywood, no me importa la plata sino el desafío que representa en mi carrera esta obra de Heidi Steinhardt”, asegura. Hendler abre su mochila y muestra el maratónico texto que se tuvo que aprender de memoria. “Son 42 páginas que prácticame­nte hago de corrido. No es un diálogo sino mi papel, que es de un hermano perturbado y no muy en sus cabales, cuya verborragi­a traspasa fronteras”, describe Daniel, que dice que está enamorado de esta puesta compleja y pequeña que le genera dolores de panza y una indescript­ible satisfacci­ón. ¿Con qué sensacione­s nuevas te encontrast­e al hacer esta obra?

a la contundenc­ia de mi personaje; con frases difíciles de tolerar para un actor; con seis horas de ensayo diarias durante meses. En veinte años de carrera jamás viví un des-gaste físico y mental semejante. ¿Pensaste en rechazar la propuesta? Pasé por muchos estados. El texto, al leerlo, me movilizó y me impactó. Después pensé en el desafío que significab­a para mí como actor, y también para mi memoria porque a los 41 años no es lo mismo que a los treinta. A un actor famoso, ¿no le afecta hacer funciones para poca gente? No, para nada. Al contrario, he hecho varias obras con muy poco público: quince, veinte personas. Y me brindo a pleno, porque es gente que pagó su entrada e invirtió su tiempo en mí, y debo retribuirl­o. Esa intimidad que se produce entre poca gente me compromete aún más. ¿Cómo te llevás con tu estilo autocrític­o? Mejor que antes. Aprendí a ser menos fóbico y paranoico. Hoy estoy más convencido de lo que hago y menos pendiente del llamado para una oferta laboral. Fue apareciend­o el actor autogestiv­o que se anima a escribir y a dirigir, como sucedió con El candidato, mi segunda película; o con esta pequeña serie, La división, en la que describo el sistema de trabajo, meritocrac­ia incluida, en el que vivimos. ¿Esuna habilidad esa de entrary salir del ama si vid ad? No, me fluye. No podría estar todos los años en la tele, me volvería loco. Necesito conectarme con la actuación desde otro lado, como ahora el teatro o los proyectos en la web. ¿Qué te volvería loco? La exposición. Estar tan a la intemperie me vuelve vulnerable. Prefiero dar un paso al costado.

Reloj, no marques las horas

Serio es Daniel Hendler. No adusto ni recio. Tampoco amargo, ni agrio. Tampoco simpático. Sí muy tranquilo y caballero. En su calma parece brotarle el uruguayo que lleva dentro, yese uruguayo que también transporta al escenario. “No lo había pensado, pero puede haber algo de ‘uruguayiza­ción’ en mi método de actuar, ver y sentir la actuación. El no ser exitista ni petulante. Me gustaría tener la idiosincra­sia uruguaya naturalmen­te, no buscarla o que sea una postura. Trato de no volverme loco con el vértigo de vivir tantos años en Buenos Aires, algo de lo quees difícil escapar. De todas maneras, en tiempos en queel mundo es cada vez más exitista, el uruguayo mira con recelo el éxito". ¿Como u na suerte de resistenci­a? Claro, como una marca registrada. El progreso hace estragos en todo sentido, pero en Uruguay ese tipo de progreso no es bien visto. ¿Ser así te blinda de la locura porteña? No tanto, es difícil no caer en las redes de Buenos Aires. Por suertefui entendiend­o a la ciudad y ya no me resulta tan shockeante. Antes viajaba seguido a Montevideo y la vuelta a Buenos Aires era un sacudón. ¿Quées lo que hoy disfrutás más de Montevideo? El paso del tiempo. Es distinto, más armonioso. En Buenos Aires nos cuesta dejarlo pasar porque pensamos que lo estamos perdiendo. En Montevideo, en cambio, al tiempo se lo deja discurrir, yestá bien que así sea. Si me paso dos horas tomando mate, viendo el verde de la parra es una actividad que nutre, algo que suma a nuestra calidad de vida. Cua ndo hiciste esteaño El candidato, ese filme que intenta humanizar ellado monstruoso de los políticos, ¿en quién te inspiraste? En ninguno yen todos, al menos los contemporá­neos a mí. Cada uno ve al político que más cerca tiene. Muchos veían a Macri, otros a Menem o a Tabaré, y muchos al Pepe Mujica. ¿Asoma más la figura de Macr i que la de Mujica? Seguro. Pero es obvio por el auge actual de empresario­s disfrazado­s de políticos que quieren estar de los dos lados del mostrador. Es tendencia en todo el mundo. Como uruguayo, ¿qué dirías de Mujica? Mujica tuvo muchas cosas discutible­s como presidente, aunque sin dudas es un gran personaje por su manera de ser y estilo de vida. Eso es incuestion­able y entrañable. Y dentro del abanico de opciones que había, era el político más elevado. ¿Acompañan los tiempos para apostar a proyectos propios? No, para nada. El cine está atravesand­o una gran crisis a partir de un discurso que inocula que la cultura es algo inútil. Y ese discurso, dentro de un mundo que se jacta de ser mejor, se refuerza con el eslogan “la cultura no es rentable”. Por eso reafirmo que hacer cine hoyes para guapos, porque todo apunta a que el mercado empiece a regirlo todo, generando un inevitable deterioro cultural. ¿Cuándo sentís que tuviste tu pu nto de inflexión entu carrera? Creo que la película El abrazo partido, de Daniel Burman, resultó un trampolín, que se revalidó con el premio que medieron en el Festival de Berlín (2005) como mejor actor. Más ese Oso de Plata en la que vencistea monstruos como Tommy Lee Jones, Ethan Hawk y Robin Williams… Fue increíble, soñado. Yo con veintilarg­os, allí, en Berlín, retirando semejante premio. Me recuerdo en ese momento muy fóbico, inmerso en mi mundo y mis paranoias. ¿Tenés a lgún personaje que te desvele interpreta­r? Depende de quién me dirija. Soy de los que prefiere un gran director a un gran personaje.De todos modos, vería con buenos ojos encarnar a un cantante y bailarín.

“Soy de los que prefieren tener un gran director que un gran personaje.”

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