La Nueva Domingo

Fuera del fútbol, Maxi Torman continúa con la tradición familiar

Futbolista y almacenero. La historia del defensor que arrancó en Olimpo, ama a Bella Vista y viene de jugar en Cipolletti.

- Sergio Daniel Peyssé speysse@lanueva.com

“Es un estilo de vida que se transmitió de generación en generación; nos gusta lo que hacemos pese a tener actividade­s paralelas.”

El martes pasado se le venció el contratoco­n Cipoll et ti y es uno de los casi 200 jugadores profesiona­les del torneo Federal A que quedaron en libertad de acción.

Sin embargo, Maximilian­o Torman, quien descubrió el amor por el fútbol en Olimpo pero su corazón es cien por ciento de Bella Vista, siempre encuentra en el negocio que lleva adelante su familia la posibilida­d de equilibrar las finanzas y de seguir siendo el sustento de sus eñora,F lo renciaArri­aga da, y de los hijos de ambos:C ir o (6 años) yMirko (3).

Es así: en cada receso o parate, vacacional u obligado, como sucede actualment­e con la pandemia del coronaviru­s y los más de 100 días sin actividad futbolísti­ca de ningún tipo, Maxi se saca la camiseta de su actual equipo, en este caso el albinegro rionegrino, y se pone el delantal de fiambrero.

¿Cómo? Tal cual lo está leyendo, si se encuentra en Bahía, jugando o no, debe cumplir con la función que le correspond­e: encargado de los “fríos” y de la atención al público en la parte trasera del mercadito “El Abuelo”, ubicado en Martín Rodríguez 477 y donde también trabajan su papá (Enrique), su mamá (Elba Gómez) y su hermana Ariana.

“Kevin, otro de mis hermanos, pasa de vez en cuando, y tengo uno más que está viviendo en Rosario, Emanuel”, fue la primera impresión del defensor central que debutó en la Primera del “Gallego” y que, en el ámbito local, también defendió los coloiba res de Tiro y Sansinena.

Antes de meternos de lleno en el clima apacible y la buena onda que se podía apreciar en el local, el zaguero, que hace poco más de dos meses sopló las 30 velitas, contó como cerró su vínculo con “Cipo” tras una temporada donde la entidad, deportivam­ente, no cumplió las expectativ­as previas en la Zona Sur, la misma que integran los tres representa­ntes de la Liga del Sur.

El último partido de Maxi en “Cipo” fue el 15 de marzo, antes de que se interrumpa el certamen a causa del Covid-19.

—A partir de ahí, ¿pudiste seguir cobrando el sueldo?

—Todo el plantel arregló junio inclusive, tal como establecía el contrato. Lo de Cipolletti es un oasis en medio del desierto. Varios clubes pagaron hasta donde pudieron, o hasta el último día trabajado por el futbolista, pero el correcto manejo de esta institució­n es supremo.

El punto de encuentro para realizar la nota fue el almacén de ramos generales, polirrubro o mercadito. La verdad, a la hora de las preguntas y las respuestas, la razón social no a tener ninguna incumbenci­a; lo esencial estaba a la vista: verdulería, fiambrería y almacén en el mismo recinto.

“Este emprendimi­ento, hace cinco décadas, lo inició mi abuelo (Mario Gómez). Al principio fue solo verdulería, que se llamó `Primera Calidad´, aunque cuando mi mamá, experta en los secretos del rubro, conoció a mi papá, hace 35 años, empezaron juntos `la carrera´ de comerciant­es”, destacó Maxi.

—A ver si entiendo: el negocio se llama “El Abuelo”, a vos también te dicen así, pero el comercio, en su origen, tuvo otra denominaci­ón... Si es una cuestión hereditari­a, ¿me la podrías explicar?

—Se llama así por mi, lo eligieron mis `viejos´ cuando se enteraron que en las infantiles de Olimpo me apodaban “Abuelo”.

—No me imagino porqué te empezaron a decir así...

—Un domingo llegué a jugar después de haber dormido dos horas, porque la noche anterior había tenido el cumple de 15 de mi prima Soledad. A las 10 estaba citado para jugar con la `88, aunque después sumé algunos minutos en la `89. Cuando llegó el momento de entrar a la cancha con mi categoría (la `90), tipo 13.30, ya no daba mas. Me dormía parado. Me la pasé bostezando y fui un desastre; los delanteros rivales me pasaban como alambre caído.

“No me acuerdo si ganamos o perdimos, pero mis compañeros me empezaron a cargar, y a ellos se sumaron los dos entrenador­es (Alfredo Oviedo y Leo Hernández). Me decían `parecés un abuelito, andá a tomar la sopa´. Como no quería aclarar que la noche anterior al partido había estado de joda, me la banqué, pero la siguieron en la semana, en el mes y en el año, y por eso el sobrenombr­e quedó para siempre”.

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FOTOS: RODRIGO GARCÍA-LA NUEVA.
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EN familia, por "El Abuelo". Maxi junto a mamá Elba, papá Enrique y su hermana Ariana.

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