La Nueva Domingo

El Comahue y los tiempos modernos

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El barrio sufre un aumento preocupant­e en la cantidad de robos a transeúnte­s, hechos en los que no falta la violencia.

LA INSEGURIDA­D es uno de los males de todos los tiempos. Se podrán identifica­r épocas donde determinad­as estadístic­as, índices o “sensacione­s” fueran de mayor o menor impacto, pero la realidad es que el delito ha existido desde el principio de los tiempos. En nuestra ciudad, por caso, en 1907 se habilitó la cárcel, desbordado­s como estaban los calabozos de las comisarías. época HECHA va ESTA teniendo salvedad, delitossí es ciertocon formases que cada propias, en respuesta o como consecuenc­ia de nuevas modalidade­s, tecnología­s, herramient­as. La droga, por caso, es uno de los protagonis­tas de estos tiempos, al punto que los especialis­tas aseguran que el 90% de los hechos delictivos se relaciona con el consumo de estupefaci­entes. LA CIUDAD tiene vigente un “mapa del delito”, que va relevando modalidade­s, los sitios en los cuales éstos ocurren. Se han dispuesto cámaras de vigilancia, se ha instrument­ado la policía local, hay una guardia urbana que colabora, prefectos que caminan los barrios y, a pesar de todo, el delito sigue presente.

PERO ADEMÁS se suman sitios, barrios, que hasta ahora parecían ajenos al delito y que por su diseño se han vuelto adecuados para el mismo. Es el caso del barrio Comahue, ubicado sobre calles 12 de Octubre y la avenida Urquiza, donde se ubican 55 monobloque­s con 495 viviendas, una población estimada de 1.500 personas, con un porcentaje elevado de estudiante­s universita­rios. EL COMAHUE fue diseñado en 1969, a partir del tratamient­o como una supermanza­na del terreno adquirido a la cooperador­a de la Universida­d Nacional del Sur, una propuesta innovadora desde lo urbano, que pretendía alentar la vida comunitari­a y permitir una “gran libertad de movimiento personal” a sus habitantes. HOY EL barrio sufre las consecuenc­ias de ese diseño, con un aumento preocupant­e en la cantidad de robos por parte de personas que aprovechan esos espacios comunes, para esconderse entre la forestació­n y en los propios monobloque­s y robar zapatillas, celulares y bienes a cualquier ocasional paseante. AQUELLO QUE hace 40 años se pensaba favorable a la convivenci­a y lo comunitari­o hoy se ha convertido en un riesgo. En una época no lejana los habitantes del barrio mencionaro­n la posibilida­d de colocar rejas en todo el perímetro.

una obra menor, pero es posible que la NO ES geografía del lugar se modifique, de cara a la nueva realidad.

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