LA NACION

Más surrealism­o del francés Quentin Dupieux

- Alejandro Lingenti

★★★★(fumerfaitt­ousser,francia/2022). Dirección, guion, fotografía y eDición: Quentin Dupieux. elenco: Gilles Lellouche, Vincent Lacoste, Anaïs Demoustier, Jean-Pascal Zadi, Oulaya Amamra y Adèle Exarchopou­los. Duración: 77 minutos. calificaci­ón: apta para mayores de 13 años.

Quentin Dupieux es un cineasta polémico. Y no es casualidad: sus películas siempre, y cada vez con más empeño,intentan desconcert­ar al público y la crítica.

Sin embargo, no le va tan mal en la taquilla y son muchos los especialis­tas en cine que lo celebran. No todos, claro. Variety dijo que “debería ir directamen­te a la cárcel” por haber filmado Wrong Cops, una película de 2013 protagoniz­ada por maníacos sexuales, policías adictos al chantaje y un hombre tuerto y deforme que sueña con ser una estrella del techno. En el elenco, además, aparecía un provocador profesiona­l como Marilyn Manson. Tres años antes ya había asombrado con Rubber (2010), una film clase B producido en los Estados Unidos en el que la estrella es un neumático que cobra vida e inicia un festival de asesinatos.

Misterios de la distribuci­ón mediante, llega ahora una película que este singular director francés estrenó en su país en 2022, apenas unos meses después del estreno local de Increíble pero cierto, otro largo que Dupieux también lanzó en Francia hace dos años.

Fumar provoca tos continúa la línea surrealist­a que caracteriz­a a buena parte de la obra del realizador, cultor de un humor muy apoyado en el absurdo, plagado de ocurrencia­s -algunas brillantes, otras

menos efectivas- y de las narrativas fragmentar­ias, incluso dispersas, que van apareciend­o como piezas desordenad­as de un rompecabez­as que deja abierto para la reconstruc­ción del espectador.

En el centro de la escena de la película -que es corta para el estándar actual y por fortuna se beneficia de la dinámica que le confieren el disparate y las sorpresas- está el Tabaco-Force, un hilarante grupo de superhéroe­s muy improbable­s cuyo look es una cruza de Daft Punk y los Power Rangers.

Odian el tabaco, pero cada uno usa alguno de sus efectos nocivos como arma letal. El equipo pelea contra monstruos que parecen escapado s de las viejas produccion­es de Roger Corman y tiene por jefe a un muñeco parecido a Alf, al que se le escapa todo el tiempo del aboca una repugnante baba verde, pero igual es registrado por muchas mujeres como un sex symbol irresistib­le.

Lo virtuoso en ese contexto desprovist­o de cualquier lógica es la fluidez de los pasajes entre los distintos relatos que componen la película, la consistenc­ia que cada uno de ellos tiene como maquinaria narrativa autónoma y la soltura con la que el elenco controla ese humor tan caro a la Nueva Comedia Americana, un poco zombi, cargado muchas veces de veneno e ironía y en otras ocasiones de la empatía que transmite la candidez.

Los referentes de Dupieux son muchos y de un linaje diverso: Monty Python, Charlie Kaufman, John Waters e incluso Ed Wood. En Francia, los detractore­s ven su cine como un envase vacío. Se sabe que el la tradición del cine francés siempre mantuvo cierta distancia respecto del encare cultural norteameri­cano. El caso de Fumar provoca tos intenta de alguna manera cerrar esa grieta o en todo caso no caer en ella, aunque todavía no queda claro cómo será su suerte en la taquilla francesa. Como fuera, el director no se hace cargo de ese reclamo.

“Simplement­e quiero que la gente se ría con mis películas”, dijo el año pasado. Naturalmen­te, no todo el que vea Fumar provoca tos pensará lo mismo, pero esta vez hay buenas razones para que ese deseo se cumpla. Y si no lo siente así, seguro que no quedará indiferent­e. Misión cumplida para un polemista.ß

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Extraños superhéroe­s
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