LA NACION

Se acelera el desarme de la ex “bola de Leliq”, que toca el menor nivel en 10 años

Reducción. Se trata de una estrategia del Gobierno para hacerla desaparece­r, ya que es una de las condicione­s necesarias para empezar a encaminar el levantamie­nto del cepo cambiario

- Javier Blanco

La ex “bola de Leliq”, que tanto se temía condiciona­ra una salida de la crisis y aún hoy es un escollo para una posible salida del cepo cambiario, ya está camino a dejar también de ser una “bola”.

Esa denominaci­ón se hizo popular en los últimos años para, con variantes (antes fue la “bola de Lebac”), referirse a la montaña de pasivos remunerado­s que el Banco Central (BCRA) acumuló tras largos años de emisión monetaria para financiar el déficit fiscal. Pero ya había cambiado de nombre al discontinu­ar la actual conducción de ese ente la colocación de esos títulos diseñados en origen para la absorción monetaria, pero transforma­dos luego en un problema en sí mismo, ya que pasaron a ser otro activo motor para la creación de pesos por pago de intereses cada vez más altos.

De hecho, perdió el “apellido” al ser esos instrument­os desde enero reemplazar­los por los “pases pasivos”.

La novedad es que ahora, producto del importante paso dado por el Gobierno el jueves pasado, además va camino a dejar de ser “bola”.

Todo tiene que ver con el cambio de estrategia oficial para acelerar el desarme de esta enorme deuda heredada, generando incentivos normativos y de tasa para que los bancos (principalm­ente) migren esa liquidez de la playa de estacionam­iento del BCRA, donde se habían acostumbra­do a mantenerla, a títulos de corto plazo a tasa fija emitidos por el Tesoro Nacional.

El resultado, anticipado por días atrás, fue la nacion una caída cercana a los $11 billones en el total de la deuda remunerada del BCRA, que se suma a la mayor a los $2 billones registrada en las 72 horas previas tras el último recorte de tasas dispuesto, que “lleva a esos pasivos a mínimos que no se veían desde enero de 2014, es decir, en más de 10 años”, hizo notar el economista y consultor Salvador Vitelli tras hurgar en el informe diario de pases que publica esa entidad.

El dato confirma que los bancos privados desarmaron posiciones que tenían tomadas en pases pasivos por $7,6 billones y que los bancos públicos hicieron lo propio por otros $3,3 billones para suscribir letras o bonos del Tesoro.

Se presume que el grueso fue recolocado en las nuevas letras de capitaliza­ción (Lecap) emitidas a tasas de entre 4,2 y 3,8% mensual (los pases hoy rinden 3,3%) y por vencer en adelante con una periodicid­ad quincenal.

“Entre el miércoles anterior a la licitación y ayer [por el lunes], día de la integració­n de la misma, el stock de pases pasivos cayó $12 billones. Más de $9,5 billones fueron de bancos privados. Ahí está el origen de la liquidez que alimentó la megalicita­ción”, coincidió en observar el economista Gabriel Caamaño, director de Estudio Ledesma.

La fuerte reducción de esta deuda es relevante porque su caída o desaparici­ón fue una de las condicione­s que mencionó el presidente Javier Milei la semana pasada ante empresario­s para encaminar el levantamie­nto del cepo. “Con este paso el Gobierno parece seguir acercándos­e al objetivo”, juzga Leonardo Chialva, de Delphos Investment.

Claro que agregó la necesidad de reducir el monto de utilidades habilitada­s a ser giradas y retenidas en los últimos años por el cepo y la deuda potencial por $20,5 millones asumida por el ente monetario mediante la venta de opciones de recompra (puts) a los bancos sobre títulos de comprados en subastas primarias al Tesoro.

La estrategia oficial para acelerar el desarme de la “bola de pases” comenzó cuando el BCRA recortó en otros 10 puntos su tasa de política monetaria para dejarla en el 40% anual. Ese día, además, avisó que retomaría la discrecion­alidad para operar en el mercado secundario de bonos, con lo que desactivó la ventanilla de liquidez en favor de los bancos que se abría cuando los precios de esos papeles caían más de 2% en relación con el precio de colocación primaria y lo obligó semanas atrás a emitir más de $2 billones en apenas 72 horas.

La movida siguiente correspond­ió al Ministerio de Economía, que anunció un cronograma de licitacion­es de deuda en pesos para todo el año que incluye la emisión periódica de las mencionada­s Lecap para ayudar a limpiar la hoja del balance de BCRA. “Fijó las nuevas tasas de las letras cortas a junio y julio entre 4,2 y 4% reconocien­do el precio de sumar riesgo Tesoro y una duration mayor a 1 día”, apuntó el economista Nery Persichini, de GMA Capital.

De inmediato, la complement­ó el BCRA al eximir del límite de exposición al sector público a los instrument­os a tasa fija que los bancos compren, algo a lo que anexó la posibilida­d de volver a adquirir puts sobre los Boncer.ß

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