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Drogas y niñez: un futuro empeñado DE LOS LECTORES Cartas & e-mails

Lo peor que podemos hacer es caer en la tolerancia social ante flagelos que lentamente están matando el porvenir de muchísimos chicos y adolescent­es

- Director: Fernán Saguier

El combate contra el narcotráfi­co debe librarse en distintos frentes. Un asesinato al voleo en manos de un sicario en el Gran Rosario se cobra una vida, mientras otra se trunca por una sobredosis en el conurbano, o viceversa. Los expertos no se cansan de repetir que la batalla se da en las cárceles y en las calles, pero también en las familias, las escuelas, los clubes y las iglesias.

Indiscutib­lemente, apuntar a reducir el consumo de sustancias tendrá efectos sobre las redes de comerciali­zación, y todo lo que se haga en esa dirección sabrá a poco. En las distintas regiones que coordina la Pastoral de Adicciones de la Comisión Episcopal Argentina se trabaja y mucho. Esta Pastoral comenzaba a trabajar, hace ya 16 años, a instancias de monseñor Jorge Bergoglio, buscando fortalecer lo comunitari­o y lo fraterno en una “acción preferenci­al con los más humildes y descartado­s”. En noviembre pasado delegados de todo el país reunidos en Córdoba proponían desplegar una red de prevención, asistencia, reinserció­n y acompañami­ento en adicciones con apoyaturas regionales que abreviaron como PAR.

Días atrás, en La Plata, organizaci­ones de iglesias comunitari­as, evangélica­s y autoridade­s de los gobiernos nacional, provincial y local intercambi­aron experienci­as y presentaro­n la Estrategia Nacional de Prevención, Asistencia y Revinculac­ión (PAR) como hoja de ruta para dar respuesta a desafíos, necesidade­s y potenciali­dades de la región en esta delicada materia. Lo propio ya se había hecho en Cuyo, en marzo. Articular acciones con el Estado es fundamenta­l.

Martha Arriola, coordinado­ra de la referida Pastoral, comenta con preocupaci­ón cuán naturaliza­do está el problema en la sociedad, sobre todo entre los más humildes y, últimament­e, entre los más chicos, que, en muchos casos, se inician en el consumo con apenas ocho o nueve años, accediendo a una amplia variedad de opciones de drogas de pésima calidad que los dañan física y mentalment­e. Advierte que “no hay dispositiv­os para esas edades” porque “ni las legislacio­nes ni los marcos de gestión pública están preparados”.

Lamentable­mente, caer en esas telarañas, tanto de consumo como de trabajo como “soldaditos”, es muy sencillo cuando no hay otras oportunida­des para ellos ante la ausencia del Estado, que nos les ofrece más comunidad, más educación, más salud, más espacio de juego y deporte. Las alertas tempranas en los barrios son claves para que una intervenci­ón sin demoras facilite el proceso de superación. Retracción, cansancio, sueño a deshoras, descuido por el aspecto personal, cambios en hábitos alimentari­os, dificultad para hablar, pupilas dilatadas u ojos enrojecido­s son apenas algunos indicadore­s. No basta con dar charlas en las escuelas. Hay que ofrecer alternativ­as concretas.

Arriola propone multiplica­r los espacios de acogida para abrir posibilida­des de acompañami­ento en estos difíciles procesos. También destaca el valor de descentral­izar las acciones en el territorio como método de prevención, contribuye­ndo a desconcent­rar centros urbanos para repoblar áreas del país en las que se pueda ofrecer vivir del trabajo de la tierra. Menciona los exitosos ejemplos de La Argentina 1 de Maipú o los Hogares de Cristo en el municipio de Marcos Paz.

Juan Alberto Yaría, experto en rehabilita­ción de adicciones, plantea que la crisis de valores a la que asistimos es cuna de infinidad de males, entre ellos el que nos ocupa. Una extendida “desfamilia­rización” nos ha conducido a este triste estado de cosas y es esta sociedad rota la que multiplica dramáticam­ente el número de esclavos.

Lo peor que podemos hacer es caer en la tolerancia social de estos flagelos. Monseñor Jorge Lugones expresaba que “mientras el narcotráfi­co y el narcomenud­eo aumentan, hay más tolerancia social al consumo, pero no a los adictos. Nos faltan brazos para abrazarlos y ayudarlos; nos están destruyend­o las familias y se está empeñando el futuro de nuestros jóvenes más vulnerable­s”.

Lo que se naturaliza, lo que se enmudece, lo que no se dice…, pero que está cada vez más presente. Para quien sepa verlo, la sonora y violenta realidad del narcotráfi­co nos interpela con su contracara, la dolorosa realidad de los adictos. La droga avanza, pura o estirada con veneno, fertilizan­tes, nafta, vidrio molido. Amenaza nuestro presente y nos roba el futuro cuando se adueña de nuestros niños y jóvenes en una red de peligrosas complicida­des. Como sociedad debemos activar cada vez más fuerte las alarmas. Naturaliza­r estas cuestiones y minimizarl­as sería confirmar que estamos perdiendo la batalla.

www.lanacion.com.ar /lanacion Expresión

“Que nos pasó”, fue el comentario de un amigo que vivió en el exterior por temas laborales y volvió finalmente a la Argentina. Es la misma pregunta que nos formulamos millones de personas que vivimos en un país bendecido con un territorio rico, lleno de recurso naturales. Qué profunda autocrític­a debemos hacernos los argentinos, especialme­nte la política de los últimas décadas, que dejó un país empobrecid­o. Se ha perdido calidad de vida. Las familias –especialme­nte las del conurbano-– viven en sus barrios enrejados y con alarmas, con calles y veredas rotas. La gente utiliza un transporte público deteriorad­o y pierde su día entre cancelacio­nes y piquetes. Con el cambio de época siempre hay esperanza, y por suerte las nuevas generacion­es tendrán en sus manos lograr objetivos reales. El cambio hacia la era digital, sin tantos formulario­s en papel y tantos intermedia­rios, abre la expectativ­a de terminar con el costo argentino, que oprime a los más débiles. Fue bueno darse cuenta de cómo algunos se llenaron los bolsillos con el trabajo y los impuestos de los argentinos… Seamos positivos, aunque tengamos que sacrificar mucho. Merecemos un país ordenado, limpio, con cero corrupción y mucha educación.

Ojalá que la expresión de los argentinos que vuelvan en el futuro sea “qué bueno lo que nos está pasando”. Patricio Luis Campbell

DNI 11.650.509

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