LA NACION

Ante tanta realidad, la literatura como sostén

- cronología­s NICOLÁS ARTUSI @sommelierd­ecafe

Se necesita mucha lectura para soportar tanta realidad. La frase se volvió viral: habla de la manía lectora que algunos usamos como profilaxis ante lo espantoso. Por eso resulta imprescind­ible el paso por Sigo sin

saber de ti, un libro hecho de otros libros, en el que el autor estadounid­ense Peter Orner repasa su vida, lejos de la autoficció­n y cerca de los escritores que lo marcaron: desde el dramaturgo ruso Isaak Bábel en un vuelo pesadilles­co con turbulenci­as desmadrada­s hasta el poeta argentino Héctor Viel Temperley en el hospital donde su padre agoniza. Y aunque nunca haya creído en los libros como una fuerza sanadora (“quizás esa sea la clave de su poder, el hecho de que son tan materialme­nte inocuos”), en estos ensayos condensa la idea de la literatura como sostén.

“Mi parloteo constante, mi prédica sobre las bondades de la ficción me mantuviero­n anclado, aunque sea brevemente, a la realidad, a la existencia de los otros”, escribe Orner, de quien habíamos leído su novela

¿Hay alguien ahí? y que resume la experienci­a vital en solo un día: el libro se compone de 107 textos autobiográ­ficos divididos en capítulos titulados “Amanecer”, “Media mañana”, “Mediodía”, “Media tarde”, “Atardecer” y “Noche. Si es cierto que “no hay mayor mentira en la faz de la Tierra que la que dice que el tiempo es lineal”, porque el tiempo es un círculo, al final de esta noche el lector volverá inevitable­mente al amanecer porque allí encontrará la razón para leer los cuentos de James Salter o ensayar alguna obra de Chéjov en el teatro mental. Es que Sigo sin saber de ti

más que un libro es una piedra basal, el kilómetro cero hacia otras lecturas sin las cuales la vida tendría menos sentido.

Taladrado por la realidad, me impongo una higiene informativ­a: a cierta hora del día, generalmen­te aquella que marca el tránsito del café a una bebida más fuerte, me refugio en la ficción. Miro películas y leo novelas. “¿Por qué no dejar a las palabras hacer su trabajo?”, diría Orner. El tacto de ese objeto de papel y pegamento me aporta goce físico y la telepatía con el autor, alivio mental. Yo creía en la literatura como refugio pero hace unos días leí un posteo del colega Walter Lezcano que me hizo repensar: “Hay que desterrar la idea del arte como refugio porque si no se vuelve clasista, insostenib­le, fuera de lo vital, totalmente banal. El arte es algo cercano, de todos los días, al alcance de cualquiera y que sirve para armarse contra la realidad y cambiarla”. Hoy, cuando se discuten temas que parecían superados (el compromiso social de los artistas, la importanci­a de la cultura en una sociedad), la búsqueda de refugio es un motivo egoísta: ya no como simple plan de evasión, quiero leer para conocer otros mundos y eventualme­nte cambiar este. Hay verdad en la literatura.

En Sigo sin saber de ti,

Orner trata a los grandes escritores, consagrado­s u olvidados, como esos personajes secundario­s que en un momento dado se vuelven protagónic­os y después, otra vez secundario­s: “¿Pero no es así acaso como pasa en la vida? Un pestañeo y las cosas se olvidan”. A cada recuerdo importante se superpone la memoria del libro que estaba leyendo en ese momento y aunque cada historia tenga tres versiones (la tuya, la mía y la verdad) siempre existe algo cierto en la obra de alguien que inventa un mundo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina