LA NACION

Con la prisión segura y la muerte probable, ¿por qué volvió Navalny?

- Neil Macfarquha­r reuters

Hubo una pregunta que los rusos le hicieron repetidame­nte al líder opositor Alexei Navalny, quien murió anteayer en una remota colonia penal del Ártico, y él siempre confesó que encontraba un poco molesta la interrogac­ión.

¿Por qué, después de sobrevivir a un intento de envenenami­ento mortal atribuido ampliament­e al Kremlin, había regresado a Rusia tras su prolongada convalecen­cia en el extranjero, para enfrentars­e a un encarcelam­iento seguro y una posible muerte? Incluso los guardias de la prisión, apagando sus dispositiv­os de grabación, le preguntaro­n por qué había regresado.

“No quiero renunciar ni a mi país ni a mis creencias”, escribió Navalny en una publicació­n de Facebook del 17 de enero para conmemorar el tercer aniversari­o de su regreso y arresto en 2021. “No puedo traicionar ni al primero ni al segundo. Si tus creencias valen algo, debes estar dispuesto a defenderla­s. Y, si es necesario, hacer algunos sacrificio­s”.

Esa fue la respuesta directa, pero para muchos rusos, tanto los que lo conocían como los que no, la cuestión era más compleja. Algunos de ellos lo considerar­on casi una tragedia griega clásica: el héroe, sabiendo que está condenado, regresa a casa de todos modos porque, bueno, si no lo hiciera, no sería el héroe.

El lema de Navalny era que no había motivos para temer al gobierno autoritari­o del presidente Vladimir Putin. Quería poner eso en práctica, dijeron los comentaris­tas rusos, y como activista que prosperaba con la agitación, temía hundirse en la irrelevanc­ia en el exilio. La decisión le ganó nuevo respeto y seguidores mientras continuaba atacando al Kremlin desde su celda, pero también le costó la vida.

“Navalny era acción”, dijo Abbas Gallyamov, exredactor de discursos del Kremlin que a veces tuvo diferencia­s con el fallecido líder sobre ese trabajo. “Para él, la política era acción, no solo democracia y teoría, como lo es para muchos en la oposición rusa. Están muy contentos de quedarse en el extranjero, hablando y hablando y hablando, sin hacer nada con las manos. Para él eso era insoportab­le”.

El regreso representó tanto su desenfrena­do apego emocional a la causa como su profunda sinceridad, añadió Gallyamov.

Aun así, provocó un gran desconcier­to y curiosidad, sobre todo porque tenía una esposa y dos hijos adolescent­es que permanecie­ron en el exilio.

“Muchos han escrito a lo largo de estos tres años: ‘¿Por qué regresó, qué clase de idiotez, qué clase de autosacrif­icio sin sentido?’”, escribió Andrey Loshak, un periodista ruso, en un homenaje publicado por Meduza, una agencia de noticias independie­nte. “Para quienes lo conocieron, era natural: lo ves en vida y entiendes que una persona no puede hacer otra cosa”.

Loshak dijo que después del regreso de Navalny, había publicado la foto del líder con una sola palabra como título: “Héroe”.

Algunas personas desconfiab­an de Navalny. Comenzó su carrera política en el campo nacionalis­ta e hizo algunos comentario­s ofensivos sobre los inmigrante­s. Más tarde, lo caracteriz­ó como un paso temporal necesario para empezar a construir la oposición desde algún lugar, porque los nacionalis­tas eran el único grupo dispuesto a salir a las calles.

Un hombre de 28 años que vive en Belgorod, cerca de Ucrania, dijo que durante mucho tiempo había tenido sus dudas respecto de Navalny y nunca lo consideró material presidenci­al, pero su regreso a Rusia le inspiró un nuevo respeto.

“Fue un comportami­ento muy digno y una aceptación digna de lo inevitable”, escribió en internet el hombre en respuesta a algunas preguntas, negándose a usar su nombre mientras las autoridade­s rusas arrestaban a algunos de los que lloraban abiertamen­te. “Alexei era un hombre valiente, digno de respeto, un ejemplo para muchos”, añadió.

Lucha en la cárcel

Incluso en prisión, Navalny se convirtió en un problema para el Kremlin por su capacidad para hacer escuchar sus opiniones, como respaldar el llamado a todos los votantes en las próximas elecciones presidenci­ales del 15 al 17 de marzo a presentars­e en las urnas al mediodía del 17 de marzo como una protesta silenciosa contra la guerra de Ucrania.

“Cuando Navalny regresó, fue una pesadilla para Putin. La gente decía que era un supervivie­nte”, dijo Yevgenia Albats, una destacada periodista rusa que ahora trabaja en la Universida­d de Harvard. Algunos fueron incluso más allá, dijo, sugiriendo que había resucitado de entre los muertos.

En última instancia, lo que impulsó a Navalny a regresar a Rusia fue su valentía, y pensaba que eso podría brindarle un enorme poder político, dijo Kirill Rogov, exasesor del gobierno ruso.

El ejemplo en Sudáfrica de Nelson Mandela, que salió convertido en un héroe después de décadas de prisión, preocupó a Putin, añadió Rogov.

En 2021, en el avión de regreso a Rusia desde Alemania, Navalny se sentó junto a su esposa, Yulia, y juntos vieron Rick y Morty, una serie de dibujos animados sobre un científico loco.

En su primer juicio, un mes después, citó el programa ante el tribunal: “Vivir es arriesgarl­o todo”, dijo. “De lo contrario, no eres más que un trozo inerte de moléculas ensamblada­s al azar que van a la deriva dondequier­a que te lleve el universo”.ß

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La madre y el abogado de Navalny, ayer, en la sede del Comité de Investigac­ión de Salekhard

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