LA NACION

HERNÁN LACUNZA “MILEI DEBE SUBRAYAR QUE EL AJUSTE FISCAL TIENE COMO PRIORIDAD LA EQUIDAD Y CUIDAR A LOS CHICOS POBRES”

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El economista clave de Pro dice que “no hay tiempo para gradualism­o y hace falta shock”; en sintonía con las propuestas fiscales de Javier Milei, admite que las dudas están más puestas en aspectos políticos como, por ejemplo, la debilidad del presidente electo en el Congreso o la carencia de gobernador­es propios

Cuando escucho al presidente electo hablar en términosfi­scales, estoy bastante más de acuerdo”, plantea. “La secuencia de causalidad es de lo fiscal a lo monetario, de lo monetario a lo cambiario, no al revés”, precisa. “Es el único camino que puede funcionar. Y tengo una expectativ­a ahí, una esperanza”, reconoce. “El mercado está viendo que no hay más de lo mismo, que era irrespirab­le, y que hay una expectativ­a de un cambio y un presidente electo que tiene su filosofía económica bien definida”, afirma. “Las dudas están más puestas en la economía política, en las dificultad­es que representa­n las corporacio­nes, la minoría en el Congreso, los gobernador­es y las provincias, en el hecho de que Milei no tiene ningún gobernador propio”, concluye.

El economista Hernán Lacunza estuvo en La Repregunta. Lacunza es un economista clave de Pro y fue el economista líder de los equipos de Horacio Rodríguez Larreta en la interna presidenci­al. Fue ministro de Hacienda en la presidenci­a de Mauricio Macri y ministro de Economía de la Provincia de Buenos Aires en la gobernació­n de María Eugenia Vidal.

Aquí, algunos pasajes destacados de la entrevista.

–¿Javier Milei debería haber definido los nombres claves de su equipo económico desde antes o desde ahora?

–La transición es muy delicada porque la herencia que deja el gobierno saliente es muy pobre en todos los aspectos. La brecha cambiaría es de 200, la inflación está en 180 y la pobreza, en más de 45 a fin de año. La reticencia del gobierno entrante a no desgastar a su elenco económico es derivada de la falta de cooperació­n del gobierno saliente. No ofrecer a la sociedad su elenco económico es un pasivo del gobierno entrante. Hasta los proyectos de ley, el proyecto de presupuest­o, deberían conocerse. Hay una derivación más peligrosa: la tentación de ir llenando los casilleros día por día. La tarea que hay que hacer demanda que los miembros del equipo económico estén espalda con espalda y todos convencido­s

–Detrás de la demora para definir el equipo económico, ¿puede estar pesando la dificultad para conseguir un economista de peso para ser parte de una gestión que tiene a un presidente economista, dueño de una visión muy propia con eje en la dolarizaci­ón? ¿Qué economista querría aceptar un corralito tan demarcado?

–Aceptar ser ministro de Economía es una decisión personal con mucho riesgo, que exige altruismo, patriotism­o, convicción…

–Y también márgenes de acción.

–Obvio.

–Por eso: ¿hay economista­s que puedan estar listos para este contexto?

–Es difícil. Primero, hay que compartir una ética. Segundo, compartir el rumbo y la filosofía. Tercero, el programa. O sea, ese economista tiene que estar de acuerdo con tres pilares, por lo menos: que hay que tener una economía abierta con menos presencia del Estado, con menos impuestos distorsivo­s y con un gasto más eficiente.

–Esos tres pilares parecerían ser compartido­s por los economista­s profesiona­les.

–Sí. Por casi todos. Cuarto, un equipo consistent­e. Quinto, algún grado de consenso político entre las fuerzas del Congreso. Este gobierno va a tener minorías muy débiles en el Parlamento para lograr pasar un programa tan ambicioso, esto que dice el presidente electo de que no hay tiempo para gradualism­o y hace falta shock. Eso es cierto porque el gradualism­o es posible si hay márgenes de acción, créditos…

–Paciencia de la sociedad.

–No hay nada de eso. No hay gradualism­o con reservas netas de menos 10 mil millones de dólares. Está bien el shock. Así que, con más razón, la cabeza del elenco económico tiene que ser compartida y todo su equipo, persuadido. Pero si hoy llenan un casillero u otro y el ministro de Economía viene dentro de veinte días, se está asumiendo un riesgo adicional a la complejida­d del momento. Así no se forman los equipos. No es imposible, pero es más difícil que salga bien. El tema no es el nombre de quien esté al frente del Central. Es el proyecto de dolarizaci­ón el que sí condiciona el programa económico. No se puede hacer inmediatam­ente porque no hay dólares. También es debatible si es un puerto de llegada deseable. Te digo más: para que sea posible, antes hay que lograr una serie de cosas que empiezan por el equilibrio fiscal. Si eso es exitoso, no va a hacer falta dolarizar

–En lo fiscal, el objetivo de Milei es un ajuste de 15 puntos del PBI y habla de achicar el gasto político. No está claro qué ítem considera “políticos”. Podría ser la obra pública. ¿Qué otros gastos podrían tocarse?

–Cuando escucho al presidente electo hablar en términos fiscales, estoy bastante más de acuerdo. La secuencia de causalidad es de lo fiscal a lo monetario, de lo monetario a lo cambiario, no al revés. Si no corrijo el agujero fiscal y sigo dándole a la maquinita, nada va a funcionar. Milei aclaró que se refiere a 5 puntos del gasto presupuest­ario, el gasto primario, y a 10 puntos del gasto cuasifisca­l, los intereses que pagan las Leliqs. Si se va de lo fiscal a lo monetario, ya se bajan los 10 puntos de las Leliqs: si se deja de tener agujero fiscal, dejás de darle a la maquinita, ya no necesitás las Leliqs para absorber esos pesos que emitiste. Eso va a bajar la tasa de interés y los bancos van a empezar a cambiar Leliqs por crédito, círculo virtuoso. Bajar ese 10 por ciento de las Leliqs es dependient­e de bajar el otro 5 por ciento. Vamos a esos 5 puntos. Con este gobierno la obra pública bajó mucho: será un poco más de 1 punto del PBI. Las fuentes de ahorro son: subsidios energético­s, o sea, tarifas que van a los ingresos medios y altos; empresas públicas, que también tienen mucho destinatar­io de ingresos medios y altos; provincias, con las transferen­cias discrecion­ales; la administra­ción del Estado en general.

–¿Choferes?

–Eso es más importante en lo simbólico que en lo que muerde del gasto. El llamado “gasto político” es el 0,4 por ciento del presupuest­o y representa el 0,16 por ciento del PBI. Por eso, es simbólico.

–Es simbólico pero también es muestra de eficiencia: mostrar que no hay clientelis­mo.

–Exacto, que no hay abuso. Hay una sociedad harta de políticos y dirigentes ricos y un pueblo pobre, con 60 por ciento de chicos pobres. Reducir el gasto político tiene el valor de la equidad en un programa de gobierno difícil como el que se avecina. Los

10 puntos de las Leliqs dependen de los otros 5 puntos. Si no tocás los otros 5, los 10 de las Leliqs no bajan. Este gobierno saliente tuvo el incremento de deuda más grande de la historia justamente porque aumentó el déficit.

–La gestión de Cambiemos tuvo serios problemas para bajar el déficit de Aerolíneas Argentinas. ¿Qué pasa que es tan dificultos­o?

–Hay una resistenci­a sindical pero también corporativ­a. Cada unidad se atrinchera en el “que a mí no me toquen”, lo que el presidente Macri llamaba “la mía está”, y eso lo encontrás en el sector público y también en privados. Hay empresas que viven de subsidios del Estado, de mercados protegidos, de regímenes especiales. Todo eso contribuye a ese 5 por ciento de gasto que hay que achicar. El gobierno saliente ponía siempre una adenda del presupuest­o en la que planteaba que eran exenciones impositiva­s difíciles de explicar. El gobierno entrante tiene que hacer una comunicaci­ón clara. Hay que plantear que tenemos prioridade­s en los chicos pobres. Hay que subrayar la sensación de justicia, algo muy importante.

–El balance de YPF al cierre de 2022 fue positivo. También aumentó su producción en hidrocarbu­ros. ¿Es momento de privatizar YPF para conseguir recursos para el Estado?

–Me parece que no. Pero a veces, los balances son un poco confusos o son oportunist­as. Tomar un dato aislado puede ser engañoso. No es ningún consuelo que haya ganado 2 mil si podría haber ganado 10 mil: esos son recursos públicos que podrían ir a escuelas del conurbano.

–La cantidad de barriles diarios de la Argentina es muy menor comparada con los estándares del sector.

–En relación a si es momento de privatizar YPF, no me parece necesario ni convenient­e en este momento: sí tiene que recuperar la lógica de una empresa que cotiza en Bolsa, como fue en la gestión de José Estenssoro, cuando era una empresa mixta, como es hoy. El Estado no tenía mayoría pero tenía la acción de oro, o sea, el control de la compañía, pero con la lógica de funcionami­ento de una empresa privada. El directorio tiene que estar integrado profesiona­lmente, no por el representa­nte de tal partido, de tal provincia, que también tienen que estar porque son accionista­s, pero no dominado por lógicas políticas electorale­s.

–¿En qué momento encarar el tema del dólar y la corrección de los tipos de cambio? Eso también se traslada a los precios.

–Lo que hizo el gobierno saliente con la política cambiaria fue impúdico. Con este tipo de cambio, no se van a recuperar reservas: todo lo que es artificial­mente barato, como la luz, por ejemplo, genera más demanda que oferta. Lo mismo pasa con el dólar. Eso se hizo para barrer inflación debajo de la alfombra. Imagino que ese sinceramie­nto de precio va a ser una de las primeras medidas del próximo gobierno porque el Banco Central tiene que ser capaz de comprar y acumular 100 millones de dólares por día voluntaria­mente, no reprimiend­o importacio­nes como ahora. Tiene que poner un precio para que el exportador le venda voluntaria­mente y el importador, como va a estar más caro, importe menos. En ese caso, tendrá que racionar por precio, no por amigos. Un precio que le permita acumular 100 millones de dólares por día: a fin de febrero, tendrá 6 mil millones. Y si eso pasa, va a poder empezar a normalizar el mercado de cambio. Todo eso tiene que estar precedido por el equilibrio fiscal. Si no das la señal de equilibrio fiscal, no va a funcionar. Tiene que hacer las reformas para que todos saquemos la cuenta de que, en diciembre del año que viene, no va a haber más déficit ni más maquinita. Si llegás al equilibrio fiscal, la brecha baja sola y dentro de cuatro o seis meses, el cepo es historia.

–¿Cree que los mercados y los inversores están viendo con mejores ojos a Milei?

–El mercado está viendo que no hay más de lo mismo, que era irrespirab­le, y que hay una expectativ­a de un cambio y un presidente electo que tiene su filosofía económica bien definida. Las dudas están más puestas en la economía política, en las dificultad­es que representa­n las corporacio­nes, la minoría en el Congreso, los gobernador­es y las provincias, en el hecho de que no tiene ningún gobernador propio.

–¿Desde Juntos por el Cambio, hay voluntad de apoyar esa visión económica?

–Juntos por el Cambio es una coalición muy grande, pero tenemos afinidad con esa filosofía económica.

–En la campaña presidenci­al, usted estuvo cerca de Horacio Rodríguez Larreta. ¿Cree que Larreta comparte esa filosofía?

–No sé. Lo tiene que decir Larreta. El plan que habíamos diseñado con Larreta dentro de Juntos por el Cambio en la interna con Patricia y después, con Patricia, antes de la primera vuelta, era éste que estoy hablando: esta secuencia fiscal, monetaria, cambiaria. Primero, el plan para los argentinos, y eso es lo que va a pedir el Fondo. Va a plantear: hacé un plan y mostrame que me vas a poder pagar en un plazo razonable. Y el Fondo es una cosa chiquita en términos del problema de la deuda. En realidad, tenemos deuda con los argentinos residentes y también con extranjero­s.

–Sergio Massa planteó que el año que viene, con un agro libre de sequía y con Vaca Muerta a todo vapor, la Argentina entraría en una senda vigorosa de acumulació­n de reservas y crecimient­o. ¿Con eso alcanza?

–No. Esa es la visión equivocada de que Dios es argentino, y entonces va a llover cosecha, litio y petróleo y no hay que hacer ningún ajuste: mentira. Vaca Muerta está ocurriendo a pesar del desastre macroeconó­mico. Pero si no arreglamos todo lo otro, ¿sabés qué va a pasar? Vamos a sacar un barco de petróleo que vale 30 millones de dólares y la empresa que lo saque, local o extranjera, se va a dar vuelta y en lugar de meterlo en otro pozo, lo va a sacar al contado con liqui a mil y el dólar oficial va a valer 500. Esa es la visión tradiciona­l, sobre todo del peronismo, de que va a llover sopa, entonces repartamos. Ya no nos queda nada para repartir del pasado ni del presente entonces empezamos a repartir el futuro.

–El ajuste y el sinceramie­nto van a suceder con un salario real en caída: esa coincidenc­ia es una variable novedosa comparada con otras crisis. ¿Un subidón de la inflación, una corrección de precios, puede terminar impactando en mayor caída del salario?

–El salario, la inflación, la pobreza, la deuda son todas consecuenc­ias. Las decisiones ocurren sobre el gasto público, sobre los impuestos, sobre la tasa de interés. Ése es el instrument­al del que dispone un gobierno y un ministerio de Economía. Que el salario en dólares esté a 500 dólares de los mil con los que arrancó este gobierno, es consecuenc­ia de todas las malas decisiones de política económica.

–Eso está claro. Pero todas esas medidas que hay que tomar desde el 10 de diciembre van impactar en la inflación, por lo menos durante unos meses, es decir, en el poder adquisitiv­o.

–Sí, porque hay inflación reprimida. Como dijo Milei y tiene razón, hay una estela de consecuenc­ias que va a dejar este gobierno. Puede tener un rezago de seis meses o más. Toda esa inflación reprimida repercute en el salario: no es 500 dólares sino 400 porque debajo de la alfombra hay un montón de inflación. Eso es sincerar. Si no se sincera el precio del dólar, no vamos a pegar la vuelta porque ningún exportador va a liquidar dólares ni los va a dejar en el país.

–Si no se hace una pedagogía muy precisa, puede haber una reacción fuerte de la gente. Hay una frase de Fernando Henrique Cardoso: gobernar es comunicar.

–Sí. Una sutileza: Fernando Henrique decía “gobernar es explicar”. Explicar con la verdad, señalar las consecuenc­ias. También hay que pegarle a las teclas. Tenés que tener el diagnóstic­o, la voluntad política de asumir los costos porque son todas medidas impopulare­s y la pericia, qué hacer primero, segundo y tercero.

–Es el único camino que puede funcionar. Y tengo una expectativ­a ahí, una esperanza. ß

La secuencia de causalidad es de lo fiscal a lo monetario, de lo monetario a lo cambiario, no al revés” “El mercado está viendo que no hay más de lo mismo, que era irrespirab­le, y que hay una expectativ­a de cambio”

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