LA NACION

Negociacio­nes salvajes: ¿y dónde está el Estado?

- Juan Carlos de Pablo

Si usted quiere entender cómo funciona una fábrica, piense en una orquesta sinfónica, no en un ejecutante solista. Este último puede modificar la hora en que interpreta, cambiar el repertorio, etcétera, con una facilidad que a quien dirige una orquesta sinfónica le resulta imposible.

Por eso no hay que subestimar la gravedad de la situación que llevó a los tres fabricante­s de neumáticos a cerrar las plantas. Lo último que hace cualquier empresario es dejar de producir de manera súbita, incumplien­do las entregas prometidas. No se pueden inventar los autos que no utilicen neumáticos, al menos de la noche a la mañana. Los autopartis­tas también están en estado de alerta.

La decisión empresaria, como la del director de una orquesta sinfónica, derivó del hecho de que la producción fabril no puede estar a merced de los avatares de una negociació­n salarial. Hace algunos años, como consecuenc­ia de una negociació­n en una fábrica de vidrios, los obreros abandonaro­n un horno sin apagarlo como era debido. La reconstruc­ción costó alrededor de US$100 millones.

Que el sindicato de los obreros del neumático responda al Polo Obrero genera la siguiente pregunta: ¿cuánto les importa a sus dirigentes que –como en La Rebelión de Atlas– los dueños de las empresas les entreguen las llaves y se vayan? De repente están pensando en convertirl­as en empresas “liberadas”, que el primer día funcionan y se terminan oxidando.

¿Y dónde está el Estado a todo esto? Los principale­s referentes del actual gobierno se emocionan cada vez que mencionan la intervenci­ón estatal, que nos salva de las garras del mercado. Pero, por ahora al menos, da la impresión de que un caso tan grave como este las distintas porciones que lo componen juegan al juego del Gran Bonete.

Legislació­n no puede faltar para que el Poder Judicial y las diferentes policías no puedan terminar con el obstáculo a la libre circulació­n de personas y camiones en las empresas, y toda la clase de aprietes que ponen en peligro la integridad física de propietari­os y empleados de las firmas.

Sergio Tomás Massa se debe estar agarrando la cabeza por aquello de que “éramos pocos y la abuela tuvo familia”. Pero claro, Trabajo es otro ministerio y en este caso la Justicia es independie­nte; por lo que en el plano instrument­al es poco lo que puede hacer. ¿Cómo le estará hablando al respecto al presidente de la Nación y a la vicepresid­enta?ß

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