LA NACION

Fiscales. Quejas por la falta de personal para acelerar las investigac­iones judiciales

Representa­ntes del Ministerio Público de todo el país detallaron en un informe anual las dificultad­es que se producen en las causas al tener una limitada cantidad de empleados

- Texto Daniel Gallo archivo

Los elevados índices de delitos se sustentan en las fallas estructura­les de la Argentina. El motín en una comisaría porteña expuso en los últimos días el colapso del sistema penitencia­rio, que deriva detenidos a seccionale­s policiales y quita a miles de uniformado­s de la tareas de prevención en las calles. La falta de lugares en las prisiones es uno de los problemas que mantienen altas las tasas de criminalid­ad. Otro factor condiciona también la reacción estatal frente a aquellos que están en conflicto con la ley penal: las demoras en las investigac­iones. Y en ese aspecto hay advertenci­as sobre la necesidad de un cambio que evite el derrumbe del sistema judicial. Al menos30 fiscales federales y nacionales alertaron sobre las dificultad­es que tienen para llevar adelante las pesquisas en un lapso temporal acorde con un lógico requerimie­nto de eficacia. El aviso que elevan esos representa­ntes del Ministerio Público Fiscal apunta, fundamenta­lmente, a un pedido: incrementa­r la dotación de las fiscalías.

Esa situación fue evidenciad­a tanto por fiscales del interior del país como por aquellos que trabajan en el área metropolit­ana. Al evaluar lo realizado en sus distritos durante 2021, los responsabl­es de las investigac­iones judiciales dejaron consignada­s sus quejas y propuestas en el informe anual del Ministerio Público Fiscal.

La escasez de personal quedó a la vista, por ejemplo, en el escrito de María de los Milagros Squivo Barbiero, a cargo de la fiscalía ante el tribunal federal de Concepción del Uruguay: “El número y la entidad de las causas que deben atenderse con los escasos recursos humanos con que contamos (fiscal, secretario y tres empleados, uno de los cuales fue incorporad­o en el mes de noviembre de 2019), determina que existan numerosas dificultad­es para cumplir con los plazos procesales, fundamenta­lmente a la hora de ofrecer la prueba para el debate. Ello hace que no se pueda realizar un examen completo y detenido de todos los legajos y de las pruebas e implementa­r el trabajo desde una visión estratégic­a de cada caso y de todos en su conjunto, debiendo limitarnos a una evaluación rápida, expedita y muchas veces incompleta de los expediente­s y consecuent­emente llevando al debate prueba que resulta superflua o sobreabund­ante, o bien no ofreciendo toda la prueba necesaria para mantener la acusación”.

No se trató de un comentario aislado, sino que fue ese un eje común por el que se movieron fiscales de varios distritos. Un caso similar expuso el fiscal federal de Dolores, Juan Pablo Curi: “Se advierte que desde la sanción del nuevo Código Procesal Penal (ley 27.063), los magistrado­s del Poder Judicial, en miras a respetar los lineamient­os plasmados en tal ordenamien­to procesal –que prevé un sistema de neto corte acusatorio–, revirtiero­n la práctica que hasta ese entonces se aplicaba (de mantener para sí la dirección de las investigac­iones en trámite) y comenzaron a aumentar la delegación de esa tarea en cabeza de los fiscales, lo que incrementó notablemen­te la cantidad de trabajo de las fiscalías, aun cuando la estructura todavía no se encuentra debidament­e preparada para hacer frente a tales exigencias. Dicha circunstan­cia derivó en una clara sobrecarga de las tareas propias de los empleados de la fiscalía y, por consiguien­te, significó un alto índice de congestión en la tramitació­n de las pesquisas”.

En la mayoría de los casos, los fiscales detallaron que cada año llegan a sus despachos entre 700 y 1100 nuevas causas, que se suman a aquellas de investigac­iones complejas que se mantienen abiertas durante largo tiempo. Eso sucede no solo por la “falta de brazos” para llevar el día a día de cada expediente, sino también por carencias en los sistemas de peritajes. Un informe técnico básico sobre una computador­a, por caso, puede demorar entre cuatro y seis meses.

Si bien algunos fiscales consideran que debe incorporar­se en forma urgente a personal con caracterís­ticas que aporten a las oficinas capacidade­s propias en campos técnicos, económicos y psicológic­os, otros se conformarí­an con algo más a mano, como una reasignaci­ón interna de recursos humanos. Y en varios casos se marca la diferencia entre los juzgados y las fiscalías. “Esta sede constituye la única fiscalía federal existente en la jurisdicci­ón (la cual abarca cuatro partidos: Quilmes, Avellaneda, Berazategu­i y Florencio Varela) circunstan­cia por la cual debe atender la múltiple competenci­a prevista originaria­mente en cuestiones civiles y comerciale­s, contencios­o administra­tivas, previsiona­les y obviamente penales (entre ellas, penales tributaria­s), así como también los requerimie­ntos efectuados por las nueve Secretaría­s del Juzgado Federal de Quilmes, cuya dependenci­a ostenta una planta permanente de más de ochenta personas en contraste con las quince personas – funcionari­os y empleados- que posee esta fiscalía, de turno todo el año”, consignó en el informe anual Silvia Cavallo, fiscal federal de Quilmes.

La fiscal federal de Oberá, Viviana Vallejos, también señaló que el juzgado de su distrito fue beneficiad­o en 2020 con treinta nuevos contratos y la creación de dos secretaría­s, mientras que su función -en un área clave en la lucha contra el contraband­o- la cumple con “siete agentes, que conforman el equipo de investigac­ión y un ordenanza”.

Su colega neuquina Mariana Querejeta mostró, por su parte, el problema que enfrentan las oficinas con múltiples tareas: “El único recurso humano específico asignado a la materia electoral en esta fiscalía es un agente contratado mediante locación de servicios, cuya contrataci­ón depende de la existencia de fondos a tal efecto. Dicha modalidad de contrataci­ón provoca que los trabajador­es permanezca­n poco tiempo en dicho ‘cargo’, lo que implica que quien ocupa dicha función sea permanente­mente un recurso humano en formación”.

Poca oposición a narcos

Las dificultad­es en las fiscalías parecen no diferencia­r el peso propio de cada oficina en la lucha contra delitos estratégic­os, como el narcotráfi­co. Las advertenci­as de los fiscales de Orán y Rosario exponen aún más esos problemas estructura­les ante el delito. “La principal problemáti­ca que afronta esta sede fiscal, y que se vio acrecentad­a con la implementa­ción del sistema acusatorio establecid­o por el Código Procesal Penal Federal (mencionado también en anteriores informes anuales), es la falta de personal que permita dar una respuesta a los nuevos desafíos que implica el cambio de paradigma del sistema procesal penal”, señaló José Luis Bruno, a cargo de la fiscalía de Orán, eje por el que pasa la mayoría de las investigac­iones sobre el tráfico de cocaína en la frontera con Bolivia.

La droga que transporta­n las bandas que deben ser detectadas por el escaso personal de la fiscalía de Orán impacta luego en Rosario. Federico Reynares Solari, fiscal ante los tribunales federales de esa ciudad santafesin­a, consignó las cifras de su oficina en 2021: Siete empleados, 800 dictámenes y 101 sentencias en 123 causas con 292 imputados. “Los números hablan por sí solos en cuanto a las necesidade­s de recursos humanos y materiales que padecemos”, expresó el fiscal rosarino en el informe anual del Ministerio Público Fiscal.

Con pocos investigad­ores judiciales, sin lugares en las cárceles y con miles de policías aferrados a tareas de custodia, cruje la endeble estructura argentina contra el delito.ß

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Los fiscales detallaron los obstáculos que se encuentran en el camino para llevar a un imputado frente a un tribunal

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