Max Verstappen. el niño brillante de los karts, el campeón de la fórmula 1
En un desenlace dramático y polémico, el neerlandés, de 24 años, ganó en Abu Dabi y es el nuevo monarca; en el giro final superó a Lewis Hamilton para sellar la épica consagración
Épico. Dramático. Polémico. Un desenlace de película para entrar en la historia. Una definición con suspenso, una victoria que rompió con una hegemonía. Sí, Max Verstappen lo hizo: en la última vuelta y luego de tener la corona a distancia durante 57 giros cortó el hilo que escribía con soltura Lewis Hamilton desde 2016. Con el triunfo en el Gran Premio de Abu Dabi, el neerlandés se alzó con el Mundial de Pilotos y se convirtió en el campeón número 34 que presenta la Fórmula 1 en 72 años.
En una temporada en la que imperó la tensión sumó 395,5 puntos, ocho más que el séptuple campeón británico, y llevó por primera vez a lo más alto la bandera de los Países Bajos. Para consumar la hazaña necesitó de 141 grandes premios; de las 20 victorias de su palmarés, la mitad las firmó en el actual calendario, una estadística que refleja la gigantesca tarea. Batalló en un calendario que cambió seis veces de mano con Hamilton y soportó la embestida final de quien anhelaba su octava corona para ser el piloto con récord en títulos.
Con la consagración, MadMax le devolvió la sonrisa a Red Bull Racing, que desde 2013, con Sebastian Vettel, no saboreaba las mieles del éxito con una de sus espadas, y despidió con grandeza a Honda, que en su retirada empujó con sus motores a una estrella, como lo hizo tres décadas atrás con Ayrton Senna. Verstappen es el nuevo monarca: el niño que estaba predestinado a la velocidad, después de algunos pasajes tormentosos de su carrera, inscribió su nombre en ese espacio que está reservado para los distinguidos.
La emoción desbordó a Verstappen luego del final memorable que cerró la temporada más fantástica que entregó la F. 1 en la historia. El grito y el llanto se impusieron como formas de desahogo para el neerlandés, que recién en la última vuelta, tras el ingreso del auto de seguridad, recuperó la ilusión de ganar el título. “Espero que podamos hacer esto durante 10 o 15 años juntos. No hay razón para cambiar. Quiero quedarme con ellos [por Red Bull Racing] por el resto de mi vida. Es una locura, pero sí, espero que me dejen”, expresaba, mientras Christian Horner, Helmut Marko, su padre Jos y su novia Kelly Piquet –hija de Nelson, tricampeón de F.1– celebraban la conquista. “Me llena de felicidad, porque el objetivo era ganar el campeonato con ellos que confiaron en mí en 2016. También por Honda, que nos impulsó durante todos estos años y ahora se marcha”, agregó, quien le arrojó palabras de agradecimiento a su compañero Sergio Checo Pérez por la tarea que hizo para desgastar a Hamilton y por la subordinación en función del equipo: “Es leyenda”.
Destino de campeón. Hay personas que están elegidas para realizar una actividad concreta en su vida. Max Verstappen es una de ellas. De 24 años –nació el 30 de septiembre de 1997– tiene nacionalidad neerlandesa a pesar de que su madre Sophie Kumpen dio a luz en el hospital belga de Hasselt. El nombre de su progenitora no resulta descuidado para los fanáticos de los karts: en exhibiciones derrotó a Jarno Trulli –ex integrante de la troupe del Gran Circo– y a Giorgio Pantano, un especialista de la categoría. Tampoco el de su padre, Jos Verstappen, ex compañero de Michael Schumacher en Benetton y que disputó ocho temporadas en la F. 1. En esa unión que destilaba velocidad y adrenalina al volante creció Max, que era paseado por los autódromos aun cuando el pequeño apenas había aprendido a gatear.
La familiaridad con el karting hizo que lo descubriera antes que a las bicicletas y de niño enseñó que tenía el talento para aprender los secretos de la velocidad, corriendo y acelerando. En 2005 hizo su estreno. El campeonato belga resultó su primera exposición, el examen con el que se empezó a medir el linaje y también el desenvolvimiento frente a situaciones de tensión. Con solo siete años, la presión y el nerviosismo desaparecían cuando se apagaba el semáforo: con un manejo desenfadado arrasó al punto de consagrarse campeón invicto.
La fascinación por ese joven creció cuando al siguiente campeonato no solo reafirmó su condición de campeón, ¡ganó las 21 mangas que compusieron el certamen! Los curiosos se acercaban para entender de quién se trataba y los entendidos tomaban nota de quien se ofrecía como una futura estrella. El salto a la categoría Mini Max fue apenas otro escalón en su meteórica carrera hacia la F. 1: ganó el título con otro pleno de triunfos.
Campeón de Holanda y del Rotax Max de los Países Bajos, quitarle una victoria resultaba una tarea imposible para los rivales. Sus estadísticas eran impecables: tres temporadas sin ceder una sola manga. Los títulos se festejaron durante seis años consecutivos y los trofeos atiborraban las vitrinas de su casa. Lejos de refugiarse en el confort que le daban las consagraciones internacionales de la región buscó medirse con los mejores del planeta en el Winter Cup de KF3. El ruso Egor Orudzhev logró desdibujarle la sonrisa en una oportunidad, aunque el manejo descollante de Max se encargó de reubicar las piezas en su posición y se alzó con la WSK Euroseries, la WSK World Series, la Bridgestone Cup de KF3 y la Copa de las Naciones de KF3.
Un doble campeonato europeo, en las categorías KF –sostuvo duelos tirantes con Charles Leclerc (Ferrari)– y KZ, y el título mundial de 2013 marcaron el dominio abrumador y a la vez el cierre de un ciclo. Dominante como pocos en la especialidad, el fenómeno del karting ya tenía preparado el desembarco en Toro Rosso y también un sueño que perseguir: un Mundial de Fórmula 1, como lo hacían sus referentes Michael Schumacher y Fernando Alonso.
El curso para hacer historia se inició en 2016, con su primer triunfo en Red Bull Racing. Allí llegó después de realizar 23 presentaciones en Toro Rosso, la escuadra subsidiaria de la escudería de Milton Keynes. Un estreno descomunal, con una victoria que le devolvió la alegría a Honda –no ganaba desde 2006, con Jenson Button en el GP de Hungría– y además era un alivio para RBR, que se comprometía a darle libertad para romper de modo unilateral el contrato si no firmaba ese éxito balsámico antes de la cita húngara. A partir de ahí logró triunfos en todas las
temporadas, aunque no tenía el medio para ilusionarse con la corona.
El actual calendario empezó como un apéndice del campeonato 2020, más allá del triunfo de MadMax en el cierre en Abu Dabi, en un año retorcido por la pandemia mundial de Covid-19: Mercedes dominante y Hamilton superlativo. Pero el neerlandés demostró que pondría el campeonato patas para arriba con maniobras al límite, dispuesto a incomodar la supremacía del británico y de las Flechas de Plata. Lo hizo en Imola y también en Portimao; el juego se descontroló en Silverstone y en Monza, con dos accidentes espectaculares que helaron la sangre; el ambiente se volvió a sacudir en San Pablo, donde batallaron por fuera de los pianos. Con su primer match point a favor, Verstappen provocó un incidente en la pasada carrera de Arabia Saudita… Las malas artes fueron castigadas y la polémica envolvió a pilotos, escuderías y hasta al director de carrera Michael Masi, abrumado y de decisiones desconcertantes.
Con esa tensión se llegó a Yas Marina, la cita de la definición. Emparejados en puntos, la ventaja de MadMax se concentraba en una victoria por encima de Hamilton. La temeridad y la inmadurez que siete días atrás ofreció en Jeddah quedó cajoneada, como si esos demonios que lo envolvieron hubieran sido exorcizados en Abu Dabi. El accidente de Nicholas Latifi (Williams, con motor Mercedes) le abrió la última ventana para reescribir la historia y disputar un mano a mano, como durante toda la temporada, pero a un giro y por el título. No desperdició la oportunidad y la Fórmula 1, en un año de espectáculo, pasión, tirantez y polémicas, lo ungió nuevo monarca. Verstappen, el niño predestinado a la velocidad y a las consagraciones en karts ahora es el rey del Gran Circo.ß