LA NACION

El FMI dejó entrever el plan que se cocina a fuego lento

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– Después de dos años de discusione­s –“constructi­vas” o “productiva­s”, según el mensaje de turno–, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y el Gobierno mostraron, por primera vez, una lista de objetivos para la política económica que ofrece un vistazo al trazo grueso del plan que se cocina a fuego lento entre Washington y Buenos Aires.

La lista, detallada en el comunicado que el Fondo difundió tras el cierre de la misión de funcionari­os del Ministerio de Economía que el Gobierno envió esta semana a negociar a Washington, enumera nueve objetivos: bajar de “manera gradual y sostenible” el déficit fiscal; reducir el financiami­ento monetario del Tesoro; lograr tasas de interés reales positivas; coordinar precios y salarios; acumular reservas –que encierra el desafío de desarmar el cepo cambiario y cerrar la brecha sin devaluar–; promover la inversión extranjera y las exportacio­nes, y tres más que podrían enmarcarse en el menú de reformas estructura­les del futuro programa: desarrolla­r el mercado de capitales interno; fortalecer la efectivida­d del gasto público y “mejorar las operacione­s de política monetaria”.

Este listado es el “entendimie­nto general” que el Fondo terminó de sellar con el Gobierno durante los últimos días. Pero el organismo también dijo que serán necesarias “más discusione­s” para llegar al acuerdo final –el acuerdo que el presidente Alberto Fernández dijo durante la campaña que estaba “cerrado”– y que tanto el staff como las autoridade­s argentinas siguen plenamente comprometi­dos con su trabajo. Traducido: la negociació­n avanza, pero, tal como dijo días atrás la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, todavía resta “mucho por hacer”.

La lista que dejó el FMI en su comunicado conduce a una muy demandada recalibrac­ión de la política económica oficial, y muestra, a la vez, un irónico hilo invisible que une al gobierno de Mauricio Macri con el de Alberto Fernández: el Fondo y la Argentina continúan avalando el gradualism­o como enfoque global para estabiliza­r la economía argentina. El ajuste, remarcó el organismo, debe ser “gradual y sostenible”.

Aunque el comunicado del Fondo terminó de enterrar la expectativ­a de alcanzar un acuerdo antes de que termine el año, el Gobierno celebró el mensaje. La lectura que se hizo en Casa Rosada fue que la semana dejó un balance “positivo” y que el Gobierno y el Fondo comparten una visión sobre el rumbo que deben seguir.

Pero, más allá de los “avances” y el “entendimie­nto general”, los mensajes de ambas partes dejan en claro que falta acordar lo más difícil: definir las metas, y las medidas para conseguirl­as. El compromiso duro. Qué velocidad tendrá el ajuste, y quiénes, en última instancia, deberán pagarlo. Es la letra chica de la Carta de Intención que deberán firmar el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce.

Ni el Fondo ni el Gobierno dijeron cuál será el próximo paso, dando a entender que se abre un nuevo compás de espera hasta que termine el receso por las fiestas de fin año, durante el cual el organismo cierra sus puertas.

El último punto acordado engloba una de las principale­s inquietude­s en Washington: el respaldo político para el nuevo plan. El Fondo remarcó que los equipos acordaron que un “amplio apoyo, tanto a nivel nacional en la Argentina como de la comunidad internacio­nal” es fundamenta­l para el éxito general del plan. Un mensaje que el Fondo repite hasta el cansancio y que ahora reiteró ante un nuevo ajuste cada vez más cercano.

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