LA NACION

Tensión en Boca: Riquelme, el plantel y Battaglia, todos molestos en horas agitadas

Las consecuenc­ias que puede traer la charla entre el símbolo y los jugadores, que tuvieron que bajarse del micro y volver al vestuario tras caer con Gimnasia; nervios antes de Argentinos

- Franco Tossi

dixit Vamos a tener menos tiempo de descanso que el rival [Argentinos], que adelantó su partido. Cuando nosotros pedimos atrasar un partido, no nos dejaron. Y era porque había jugadores con Covid... A veces no se mide con la misma vara”. sebastián battaglia DT DE boCA

Boca no tiene margen de error para clasificar­se a la Copa Libertador­es 2022. Ni en un frente (el Torneo 2021 y la tabla anual) ni en el otro (la Copa Argentina, su máxima prioridad). Por eso, la caída del sábado frente a Gimnasia, en la Bombonera, fue un golpazo (la segunda consecutiv­a tras la de Vélez, en Liniers). Y alguien de mucho peso del club, impulsado por la desesperac­ión propia del peor momento del ciclo de Sebastián Battaglia en los días más inconvenie­ntes, sintió que el plantel no debía dejar Brandsen 805 sin aclarar algunos temas: a pocas horas de enfrentar a Argentinos, por una de las semifinale­s de la Copa Argentina, Juan Román Riquelme –de forma inédita– les exigió a los jugadores que bajaran del micro y volvieran al vestuario para una reunión.

Lo primero que hay que poner en el foco es la manera. Algo que no gustó en el plantel, más allá de la atención, pero el silencio que muchos se guardan por el respeto que impone el líder del Consejo de Fútbol cuando se presenta cara a cara. Y es que en los asientos del ómnibus ya estaba ubicado, por ejemplo, el capitán Carlos Izquierdoz. La salida era inminente, pero apareció un Riquelme que ya decía mucho con su actitud corporal: sin mate, mirada al piso y una caminata más acelerada que lo normal en él.

Una escena evitable, acaso lo que creen en el grupo: el encuentro bien pudo haber sido una vez llegados al hotel y antes de emprender el regreso a sus respectivo­s hogares. Pero el vicepresid­ente se puso el traje de dirigente a metros de todas las cámaras y celulares que lo filmaban: para la mayoría de hinchas es intocable y, sin (querer) ver esos detalles, aclaman ese tipo de reacciones.

Lo que parece acertado por parte de Riquelme es haber hecho lo que sentía el mismo día del golpe: el equipo necesitaba algo interno que movilizara y les sacara rápido de la cabeza lo ocurrido ante el Lobo y la mala racha, a horas de jugar una final. De hecho, es lo que explican en el entorno del ex ‘10’: la búsqueda fue despertar y enfocar el diálogo en la clásica visita de Riquelme antes de un encuentro trascenden­tal, haciéndole­s entender lo que se juegan y que depende de ellos mismos.

No obstante, esta charla tuvo una excepción, claro. Porque es una actualidad especial: cuando parecía que todo se rumbeaba al andar de un Boca más confiable, los de Battaglia perdieron tres encuentros de los últimos seis y arrastra la deuda de estar a la altura de los compromiso­s más difíciles o en los que se juega algo especial. Acaso, el tipo de instancias que afrontará en Mendoza. Entonces, Riquelme, que tras la reunión (duró un poco menos de diez minutos) dijo públicamen­te que se dedicó solamente a “felicitarl­os por el segundo tiempo”. Maquillaje.

En ese sentido, el ex enganche dijo una verdad a medias: les remarcó a los jugadores que lo que hicieron en el último período, buscando (y mereciendo) el empate aun cuando fuera sin juego claro, pero con empuje, es lo que pretende como responsabl­e de la institució­n. Aunque no mencionó el contraste que expuso ante los futbolista­s, acaso lo que le está generando esa molestia.

A la cabeza del Consejo no le gustó nada la imagen que dio el equipo en el primer tiempo, similar (aunque lejos de ser idéntica) a la que mostró en la caída frente al Fortín. Y eso es algo que se viene repitiendo a menudo: aunque en el club desviaron el foco hacia la temprana expulsión de Marcos Rojo, ante River (1-2) no hubo rebeldía para hacerle frente a la adversidad numérica ni al posterior resultado en contra. Acaso, el mismo fastidio que le generó ver desde Buenos Aires cómo el Boca de Miguel Ángel Russo caminaba la cancha en San Pablo durante la eliminació­n en manos de Santos (0-3), por la semifinal de la Libertador­es 2020.

“Si no corrés ni metés ganas, fuiste. Y ellos lo saben. Es lo que tienen los que hoy (por el sábado) estuvieron enfrente y los que tienen los que enfrentás el miércoles: ganas”, le admitieron a La Nacion desde las cercanías de Riquelme por dónde pasa el malestar y la necesidad de que reaccionen.

Y agregaron: “Después se supone que, técnicamen­te, nosotros tenemos mejores jugadores con respecto a Argentinos. Ahora, si no corrés ni la peleás, la pasás mal”. Palabras más, palabras menos, el vicepresid­ente habría advertido al plantel de lo caro que pueden pagar la falta de actitud.

Por eso, valora la inquietud que asumió el equipo de Battaglia para jugar el segundo tiempo e intentar, al menos, salir de la desventaja. “En el primer tiempo no hubo más que errores de Boca (el penal evitable que provocó Rossi, por ejemplo). Si no, cero peligro. Después tuvimos varias y, cuando no quiere entrar, te vas caliente”, le explicaron a este diario que el vicepresid­ente también se fue fastidioso, como cualquier otro fanático, por lo que mereció rescatar el Xeneize. Y cerraron el concepto: “Prefiero perder como con Gimnasia; jamás como perdimos contra Vélez”.

El ímpetu y las ganas de ganar, esa materia innegociab­le que Juan Román Riquelme teme que vuelva a ausentarse en la Copa Argentina.

 ?? Getty ?? Riquelme ejerció el poder de símbolo más que de dirigente, y en el plantel xeneize no cayeron bien las formas
Getty Riquelme ejerció el poder de símbolo más que de dirigente, y en el plantel xeneize no cayeron bien las formas

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