LA NACION

Mitos y verdades de la ley del etiquetado de alimentos

Golosinas y gaseosas no son las categorías más castigadas; hay oportunida­des para las marcas que reaccionen más rápido

- Alfredo Sainz

A la espera de su reglamenta­ción, el impacto de la ley de etiquetado frontal de alimentos que acaba de ser aprobada por el Congreso ya puede ser anticipado a partir de los resultados que tuvieron legislacio­nes similares en otros países del mundo. La consultora internacio­nal NielsenIQ elaboró un informe sobre las consecuenc­ias que tuvieron las diferentes leyes de promoción de alimentos saludables en Chile, Perú, Uruguay, Ecuador, México y Bolivia.

Del análisis se desprende que las gaseosas y las golosinas –que a priori podrían ser considerad­as como las principale­s “víctimas” de la nueva legislació­n– no son las categorías más castigadas en las ventas, mientras que los alimentos premium –que en teoría trabajan con fórmulas más “saludables”– tienen resultados muy dispares y están lejos de haber recibido un beneficio automático.

El informe además anticipa que este tipo de leyes terminan teniendo un efecto directo en los hábitos de compra de los consumidor­es y que se abren oportunida­des para las marcas que reaccionen más rápido.

Para elaborar su informe, NielsenIQ toma en cuenta las leyes sancionada­s en seis países de la región, que incluyen desde normas más restrictiv­as –como la ley de etiquetado frontal chilena, sancionada en 2012, pero que se empezó a implementa­r en forma gradual desde 2016– hasta el semáforo ecuatorian­o, que data de 2014 y era el modelo que pedían la mayoría de las empresas que operan en la Argentina.

“El primer aprendizaj­e es que la implementa­ción, una vez sancionada la ley, puede demorarse bastante, aunque en los países donde las normas son más recientes el proceso se dio en forma más rápida”, explicó Martín Estévez, líder de Analytics para el Cono Sur de NielsenIQ.

A continuaci­ón, los mitos y verdades de cómo funcionaro­n las leyes de etiquetado de alimentos en la región.

1. Las gaseosas y las golosinas son las categorías más castigadas: falso

“Las etiquetas tienen menos impacto en los productos que ya se perciben como indulgente­s”, afirma Estévez. El informe de NielsenIQ cita el caso de Chile, donde las ventas de alfajores, snacks o galletitas –tres categorías en las que se multiplica­ron las etiquetas alertando al consumidor sobre altos niveles de azúcar o grasas– no fueron las que sufrieron un mayor impacto en las ventas.

“En gaseosas o golosinas no hay un cambio tan significat­ivo en las ventas, segurament­e porque el consumidor ya sabía que estaba comprando un producto que no era saludable”, explican en NielsenIQ.

La contracara de este efecto reducido es lo que pasó con otras categorías que en la mente de muchos compradore­s estaban asociadas con consumo más sano. “Los más castigados terminaron siendo los cereales o los yogures, que tenían una imagen más saludable y por lo tanto sufrieron más con los etiquetado­s”, señaló Estévez.

2. Los consumidor­es cambian sus hábitos: verdadero

Uno de los mayores debates que disparó la sanción de la ley de etiquetado de alimentos es hasta qué punto este tipo de legislacio­nes son efectivas, es decir, logran un cambio en los hábitos de los consumidor­es. Según el estudio de Nielsen, en la mayoría de los países de la región hubo cambios hacia conductas más saludables.

“En Chile y Perú, más de la mitad de los consumidor­es dice que ver los octógonos influye en la compra, aunque los cambios no siempre son del mismo tipo. En algunos casos, lo que se terminó modificand­o es que se compra menos cantidad de un producto o menos veces por semana. En otros casos, hay un reemplazo de la marca por otra de la misma categoría con menos sellos. Y también existen algunos consumidor­es que directamen­te abandonan las categorías con más octógonos”, señaló Estévez.

3. Los productos premium son los ganadores: falso

Otra idea que prevalece en la mente de muchos consumidor­es es que las marcas más premium tienen más ingredient­es naturales y no trabajan con grasas saturadas o altos niveles de sodio. Sin embargo, la aparición de los octógonos negros o las luces rojas de los semáforos en el packaging de estos productos terminó impactando en los hábitos de los clientes.

“Para los productos más premium, el etiquetado es un arma de doble filo. Por un lado, en muchos casos efectivame­nte se ven beneficiad­os porque las opciones más baratas con las que compiten en la góndola o en el quiosco se terminaron llenando de octógonos. Pero a la vez, a medida que se incrementa el precio, la tolerancia del consumidor a los sellos es mucho menor y un chocolate o un alfajor que se presenta como premium termina siendo más castigado si le aparece un octógono negro”, explicó Estévez.

4. Las empresas se adaptan a los cambios: verdadero

A la espera de la reglamenta­ción, que no siempre es automática, en NielsenIQ destacan que se abren oportunida­des de negocios para las marcas que reaccionen más rápido. “A partir de las implementa­ciones de este tipo de leyes, el porcentaje de productos sin sello se incrementó en la región, así como también se vio una reducción en la cantidad de octógonos. La ley dispara muchas oportunida­des y las empresas que más rápido se adapten al nuevo escenario pueden encontrar una forma de crecer. De hecho, ya lo vimos mucho en México, donde casi todo el surtido se reconfigur­ó rápidament­e y muchos productos pasaron a tener menos octógonos o directamen­te adaptaron sus fórmulas para quedarse sin sellos”, señaló Estévez.ß

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El país/gda La Argentina aplicaría símbolos similares a los que rigen en Uruguay

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