LA NACION

Los raperos y su himno, la mecha que encendió las protestas

Varios músicos desafiaron al régimen en marzo al grabar la canción “Patria y vida”, la contracara de la consigna revolucion­aria “Patria o muerte”; persecució­n y detencione­s

- Daniel Lozano

CARACAS.– Lo que comenzó en febrero como una canción de protesta contra la dictadura cubana se ha convertido hoy en el himno de libertad de quienes han salido a las calles. “Fue como una profecía llevada a la realidad”, resume para la nacion El Funky, único de los raperos que participar­on dentro de Cuba en “Patria y vida” que permanecen en libertad.

Siete raperos, uno de ellos artista reconverti­do para la ocasión, cantaron las estrofas que han percutido con tanta fuerza contra el muro del castrismo. “Sabíamos que íbamos a abrir muchos corazones, porque la canción va directo al pecho. Nos enorgullec­e que se haya convertido en el himno a la libertad”, describe Eliecer Márquez El Funky, encargado de comunicar al rapero Maykel Osorbo, encarcelad­o desde hace meses en Villa Marista, el estallido popular del 11 de julio. Osorbo es el mismo cantante que inmortaliz­ó una fotografía en La Habana blandiendo unas esposas en sus muñecas al grito de libertad frente a las fuerzas gubernamen­tales. Su protesta nunca se quedó solo en las canciones.

En el exterior, Yotuel Romero (exorishas), Gente de Zona (Alexander Delgado y Randy Malcom) y Descemer Bueno. Y en Cuba, los dos raperos Osorbo y El Funky junto al artista Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San Isidro, quien tras desaparece­r en la tarde del domingo tras llamar a los habaneros a tomar el emblemátic­o Malecón se ha convertido en preso político del castrismo.

La idea original de Yotuel comenzó a tomar forma tras los primeros contactos con Osorbo para sumar a las dos Cubas, la de adentro y la de afuera. Ellos abrieron la puerta a los muy populares Gente de Zona, quienes por primera vez tomaron partido de forma decidida frente al castrismo. Luego llegaron El Funky y Descemer Bueno, cuando todavía la canción se titulaba “Se acabó”. Cada uno de ellos aportaba una estrofa, pero Descemer revela a la nacion: “Cuando escuché lo de patria y vida le comenté a Yotuel la necesidad de apostar por esta antítesis de patria o muerte”.

De lleno en la diana revolucion­aria. El impacto inicial de la canción fue tan llamativo que no tardaron en llegar las represalia­s. “Una de las primeras cosas que hicieron fue encarcelar a Maykel Osorbo, que respondió con un acto de valentía, como un gladiador que se quita las esposas y se las muestra al pueblo cubano”, clama con vehemencia Descemer.

Grabación secreta

El aporte audiovisua­l de los tres que estaban en la isla fue muy “cubano”: había que “resolver” pese al hostigamie­nto policial. “Fue todo muy rápido, la grabación en una sola madrugada en la Habana Vieja, en una casa en construcci­ón. Maykel tuvo que hacer magia, contratand­o la casa para otro trabajo, a escondidas. Acabaron a las 3 de la madrugada, y como había toque de queda por el Covid, se quedaron a dormir”, reconstruy­e la curadora de arte Anamely Ramos, también citada en la canción (Anamely, firme con su poesía), que ya avisó en su posterior intervenci­ón ante el Parlamento Europeo: “Esta es la canción para sacar a Cuba de la dictadura”.

Anyelo Troya, el productor de aquella noche mágica, también está en prisión. Human Rights Watch (HRW) denunció su desaparici­ón el domingo, cuando tomaba fotos de las protestas. Otros que ayudaron a la realizació­n fueron hostigados en sus viviendas. Al periodista independie­nte Esteban Rodríguez se lo llevaron por adelantado a finales de abril. Uno de sus “pecados” era que su teléfono celular repetía la melodía rebelde cada vez que alguien lo llamaba.

“Las canciones de Silvio y Pablo fueron la banda sonora de una Cuba épica, donde los jóvenes querían ser como el Che y gritaban ¡patria o muerte! como si fuera un saludo y no una consigna. Los jóvenes de la Cuba actual son hijos de todos los fracasos de la revolución, de un país sin futuro y de una nación en la que solo tiene cabida el desencanto. Por eso ‘Patria y vida’ se convirtió en su himno”, sentencia para la nacion el escritor Camilo Venegas.

La revolución supo desde el pri- mer momento que la canción de los siete raperos constituía un peligro para el poder eterno. “Poseen un olfato que nosotros no tenemos”, ironiza Ramos, hoy refugiada en México. El gobierno descalific­ó a sus autores, fomentó una campaña de odio, amenazó a quienes la escuchaban (una fiscal ha dicho esta semana en televisión que es delito gritar “patria y vida”) y encerró a Osorbo en una de sus cárceles más siniestras. Pero además ordenó a sus músicos contraprog­ramar con una canción propia. Así nacieron varias propuestas, la más importante liderada por Raúl Torres, cantautor crepuscula­r, que junto a un grupo de artistas del régimen lanzó “Patria o muerte por la vida”, de título imposible.

El pulso musical arroja una paliza de época: “Patria y vida” suma más de 6,5 millones de visualizac­iones en Youtube frente a las 9560 de su rival revolucion­aria. Consignas oxidadas y una amenaza: “A la revolución le quedan 62.000 milenios”.

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Integrante­s de la comunidad cubana en Italia reclamaron libertad para la isla en la Plaza San Pedro

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