River arrancó con el pie izquierdo en el Monumental
A pesar de tener un jugador más durante casi 80 minutos fue preso de sus altibajos y cayó ante Colón, el último ganador de un título local; Gallardo hizo muchos cambios
Perdió 2 a 1 frente a Colón de Santa Fe, que jugó con un hombre menos casi todo el partido; mostró un nivel muy flojo en su rendimiento.
River transformó una prueba inicial en un dolor de cabeza. Con mayoría de suplentes, un esquema no habitual y dificultades en todas las líneas, la visita de Colón al Monumental expuso la transición de un equipo al que le cuesta encontrar equilibrio y regularidad. A pesar de tener un futbolista de más durante casi 80 minutos, no pudo contra el orden y la inteligencia del último campeón del fútbol argentino. Y hay un dato que expone por completo las dificultades a la hora de generar juego del Millonario: la caída por 2-1 se transformó en el tercer partido con más centros del ciclo de Marcelo Gallardo. Fueron 50 totales con tan solo 12 exitosos lo que muestra que, por momentos, jugó como si el torneo local ya se le escapara de las manos. Y tan solo era la primera fecha.
Hay dos problemas a los que River no puede encontrarle una solución en el tiempo: la falta de efectividad en ataque y las desatenciones defensivas. Se repiten una y otra vez. Convierte demasiado poco para todo lo que genera y los rivales le convierten mucho y fácil para lo que le llegan. A esas falencias que volvieron a quedar expuestas y que Colón aprovechó para llevarse un trabajado y merecido triunfo, en la tarde de Núñez también se ausentaron la imaginación y la creatividad. Más allá de algunos desequilibrios de Jorge Carrascal y José Paradela, quienes aportaron un poco de fútbol y frescura a un equipo plantado con un 3-4-2-1, el Millonario no pudo despegar en un partido en el que nunca se sintió cómodo.
Hasta último momento, la formación era una incógnita. Y aunque el DT analizó diferentes posibilidades, finalmente optó por guardar a nueve de sus habituales once titulares de cara a la vuelta de los octavos de final de la Copa Libertadores que se jugará el miércoles, en La Paternal, frente a Argentinos Juniors. Así, solo Franco Armani y Fabrizio Angileri integraron el equipo alternativo que rápidamente sufrió cambios en su disposición.
Es que en menos de 15 minutos se abrió el partido. Primero, Colón dio el golpe a los dos minutos con el 1-0 de Rodrigo Aliendro, quien aprovechó una desconcentración de la defensa millonaria en un envío de Facundo Mura desde la derecha. Y luego, a los 13, River recuperó aire con la expulsión de Gonzalo Piovi, quien cortó una ocasión manifiesta de gol de Carrascal en la medialuna del área. Así, las situaciones obligaron a los entrenadores a modificar el escenario.
Eduardo Domínguez mandó a la cancha a Bruno Bianchi (central) por Alexis Castro (volante ofensivo) para reordenar su defensa y Marcelo Gallardo hizo ingresar a Braian Romero por Robert Rojas para sumar gente en ataque y pasar a jugar con un 4-3-1-2.
Pero, más allá de las variantes, ni siquiera con un hombre más el Millonario pudo imponer las condiciones. El partido siempre se jugó a lo que quiso Colón, que a los 33 minutos estampó el 2-0 con la definición de Yeiler Goez tras una gran jugada en conjunto con Facundo Farías, el más desequilibrante de la cancha. Ni los 13 casos de Covid-19 en las últimas semanas –seis de ellos pudieron llegar con alta médica al Monumental– le impidieron al Sabalero demostrar por qué fue campeón de la Copa de la Liga. Un equipo sin figuras descollantes, pero con un alma colectiva envidiable y un despliegue constante para controlar y dominar al rival.
A lo largo del segundo tiempo, más allá de los ingresos de Gonzalo Montiel, Matías Suárez y Federico Girotti, Colón entendió cómo contener a River: se agrupó, le cerró los caminos, lo marcó a pura dinámica y agresividad y lo obligó a caer en centros constantes al área, la mael yoría sin peligro. Según los datos de opta, parte de Stats Perform, de los 50 centros totales, 36 fueron en jugadas y 14 en córners, pero solo el 24% terminaron en un jugador millonario. Una muestra más de la falta de ingenio para aprovechar dominio territorial y del balón: únicamente en otros dos partidos del ciclo Gallardo hubo más envíos al área (59 vs. Huracán en la Supercopa Argentina 2014 y 55 vs. Independiente del Valle en la Copa Libertadores 2016).
Sumado a eso, hasta el descuento de Suárez en el cierre, el Millonario desperdició diversas situaciones favorables y el arquero Ignacio Chicco respondió con solvencia cuando le tocó hacerlo. Ni Girotti ni Zuculini ni Maidana ni Romero ni De La Cruz ni Angileri pudieron convertir cuando tuvieron la chance de hacerlo y los distintos embates de River no tuvieron demasiada lucidez como para vencer el cerrojo santafecino.
Tal como en cada inicio de temporada, a River le cuesta hacer pie. No solo marca sin orden, una falencia que se repite. Ahora, además, también le cuesta en demasía poder transformar su potencia ofensiva en el marcador. El problema es que esta vez el tiempo le exige cambiar lo antes posible: el miércoles se juega el semestre contra Argentinos Juniors en la Copa Libertadores y está obligado a convertir para seguir con vida. Gallardo y sus dirigidos necesitan respuestas mucho antes de lo pensado.